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Desmontando bulos de los antivacunas: ni autismo ni magnetismo

Los movimientos contrarios a la inmunización se sirven del miedo para conseguir sus objetivos. En 1998 usaban el autismo, ahora los brazos magnéticos.

EUROPA PRESS

La vacuna triple vírica no produce autismo, lo repitan las veces que lo repitan. Este ha sido uno de los grandes bulos lanzados por los antivacunas, para infundir miedo y lograr el rechazo a la inoculación de estos fármacos. En este caso, aprovechando el "error" (por llamarlo de alguna manera) de un médico británico, Andrew Wakefield, que estableció un hipotético vínculo entre el autismo y la administración del suero contra el sarampión, la parotiditis (paperas) y la rubeola, en un artículo publicado en 1998 en la prestigiosa revista The Lancet. La publicación se vio obligada a rectificar, tras comprobar que los datos habían sido falseados y que el doctor tenía relación con grupos contrarios a la inmunización.

Hoy, este episodio está considerado como "uno de los grandes fraudes de la historia de la ciencia", explica Amos José García Rojas, presidente de la Asociación Española de Vacunología, para LD. "Ya era curioso que el número de niños participantes en el estudio fuera inferior al número de firmantes", exclama. Pero fue una investigación periodística independiente la que constató que el estudio "era un fraude, un fraude de ley", empezando por la metodología. "Se sometió a los niños a pruebas absolutamente innecesarias, buscando el fin que que se pretendía", argumenta. Tanto fue así que el doctor Wakefield fue expulsado del Colegio de Médicos de Reino Unido, y la revista se tuvo que retractar por haber publicado el artículo. Se fue a Estados Unidos y "tuvo cierto predicamento en varios foros", a pesar de haber quedado acreditado el fraude y "haberse puesto de manifiesto que había sido fruto de unos intereses económicos". A día de hoy, el bulo "todavía sigue desgraciadamente en algunos sectores", lamenta Amos.

No obstante, el epidemiólogo y vacunólogo Amos García entiende que "algunos padres y madres tengan dudas, dudas razonables" sobre la idoneidad de -por ejemplo- "administrar a sus hijos un producto frente a una enfermedad que ya no vemos". Pero hay que hacerles ver, explica, que "en un contexto globalizado, si bajamos la Guardia lo vamos a ver de manera inmediata, como ha pasado con el sarampión".

La vacuna del sarampión ha salvado la vida de 20 millones de niños, desde el año 2000.

Otros progenitores "tienen la percepción equivocada de que lo bueno es lo natural". Pero entonces "habría que tomar la leche cruda, sin pasteurizar" o "beber agua de lluvia y no agua tratada", argumenta Amos García.

En su opinión, "el conocimiento científico demuestra de manera tangible, es que las vacunas tienen un papel importantísimo en la modificación de las formas de enfermar". Evitan enfermedades, por eso "lo natural es contribuir a que tu hijo no sufra por una enfermedad que le puedes evitar". García considera que "lo antinatural es rechazar las vacunas". Para él, "no hay debate entre ‘vacunas sí’ y ‘vacunas no’, el debate es el de ciencia frente a creencias".

La nula relación con el autismo

El supuesto vínculo entre la citada vacuna y el autismo ha sido investigado y desmontado varias veces desde entonces, con estudios como el de realizado por investigadores del Statens Serum Institut de Copenhague, en 2019. La conclusión, tras analizar los datos de más de 650.000 niños daneses, es clara: la vacuna triple vírica no desencadena autismo, ni aumenta el riesgo de padecerlo. Y así se recoge en la revista Annals of Internal Medicine.

Los científicos daneses incluyeron en su análisis a 657.461 niños nacidos entre el 1 de enero de 1999 y el 31 de diciembre del 2010, a los que hicieron seguimiento desde su primer año de vida y hasta el 31 de agosto del 2013. De los pequeños observados, un total de 6.517 fueron diagnosticados de TEA. Una cifra muy similar a la que obtuvieron al comparar los resultados con los de los niños que no recibieron la vacuna. El riesgo de autismo ni siquiera creció en el caso de los niños que tenían factores de riesgo, como un hermano con este trastorno.

Como explican desde Autismo España y AETAPI, la evidencia científica demuestra sobradamente el origen neurobiológico de los TEA, rechazando reflexiones como las de Luc Montagnier, Premio Nobel de Medicina y científico de referencia para los antivacunas, que en 2016 llegó a recomendar antibióticos para tratar a los niños con este trastorno, que relacionó a su vez "con la actitud de la madre hacia el hijo".

¿Utilizan a Montagnier para su causa?

El virólogo francés Luc Montagnier recibió el Premio Nobel de Medicina en 2008, por descubrir el virus del sida (VIH). Eso es cierto. Pero su trayectoria desde entonces ha sido cuestionada por buena parte de la comunidad científica. Algunos le acusan de haberse pasado de la ciencia a la pseudociencia. De hecho, él mismo reconoció en una entrevista publicada en la revista Science el 24 de diciembre de 2010, que su nuevo trabajo tenía importantes y significativas implicaciones para la homeopatía, a la que ha apoyado con firmeza.

Sus investigaciones irían dirigidas a la observación de las ondas electromagnéticas que, según él, emanan del ADN altamente diluido de varios patógenos. Según explica, han encontrado que "el ADN produce cambios estructurales en el agua, que persisten en diluciones muy altas y que conducen a señales electromagnéticas resonantes que podemos medir". Eso sí, esas señales las produciría sólo el ADN "bacteriano y viral".

Montagnier afirma que estas nuevas observaciones conducirán a nuevos tratamientos para muchas enfermedades crónicas comunes, que incluyen, entre otras, el autismo, el Alzheimer, el Parkinson o la esclerosis múltiple. Unas declaraciones que levantaron polémica en su momento, pero no han sido las únicas que han armado revuelo del científico francés.

Tanto es así que, el 17 de abril de 2020, el periódico francés Le Figaro publicaba un artículo bajo el título El lento hundimiento del científico Luc Montagnier, haciéndose eco de afirmaciones como las que hizo en 2009 sobre el sida: "Podemos estar expuestos al VIH muchas veces sin tener una infección crónica. Nuestro sistema inmunológico se deshará del virus en unas pocas semanas, si tiene un buen sistema inmunológico", dijo.

En 2017, se produjo lo que podríamos denominar un "alzamiento" de la comunidad médica y científica contra sus teorías. Más de un centenar de sus colegas académicos se levantaron en repulsa a algunas de las afirmaciones que el Premio Nobel ha hecho sobre las vacunas.

Se le acusa de estar relacionado con movimientos contrarios a la inmunización, o -al menos- de encontrarse cercano a los mismos. Algo que sus líderes han acogido con agrado y no han dudado en utilizar, haciendo virales declaraciones supuestamente realizadas por el científico francés a favor de sus teorías. Aunque lo cierto es que realmente difícil confirmar que es así, en mucho casos. Los videos que difunden en las redes, aparecen sesgados, editados e incluso terminan siendo eliminados por las plataformas en las que los alojan, al entender que su contenido no es apropiado y que -en lo relacionado con la pandemia- puede causar daño a la salud pública.

Hace apenas un par de meses, el rotativo galo France Soir, publicaba una información acerca de la carta del Premio Nobel Luc Montagnier a la Corte Suprema del Estado de Israel, solicitando que se suspendiera la vacunación contra la covid. En la misiva, fechada el 21 de marzo de 2021 y publicada en el sitio Nakim.org, el profesor apoya (si es que de verdad ha sido escrita por él) la propuesta del Dr. Seligmann y el ingeniero Haim Yativ de suspender la inmunización contra el Sars-Cov-2, ante los efectos secundarios "potencialmente mortales" de los fármacos basados en ARN mensajero, que -asegura el texto- modifican el genoma humano y podrían inducir la propia enfermedad. Algunos de los bulos más difundidos en redes sociales por los antivacunas.

Por otra parte, recientemente se han hecho virales unas imágenes en las que Montagnier culpa a la vacuna contra la covid de causar las nuevas variantes del Sars-Cov-2. Se trata de un extracto, bastante editado, de la entrevista concedida a la RAIR Foundation From the United States, donde el profesor afirmaría que la vacunación es "Es un error fatal, un error científico y también un error médico. Es un error inaceptable". Y advirtió de que "la curva de vacunación va seguida de la curva de mortalidad".

Sea como sea, la veracidad de sus declaraciones, si es eso exactamente lo que ha dicho el científico Montagnier o si se han manipulado sus palabras a favor de los postulados de los antivacunas, pasa a un segundo plano. Una buena parte de los medios de todo el mundo han replicado la noticia, y el servicio a la causa (de los antivacunas) ya está hecho.

Nosotros intentaremos hacer lo contrario, quitar la paja e ir a lo importante: el mensaje. Esos bulos a los que se sigue dando alas y que desmontaremos en LD, a través de este reportaje y los que vendrán.

La vacuna no origina variantes

El fármaco contra la covid no es el causante de las nuevas variantes del Sars-Cov-2. "Es justo lo contrario", exclama el epidemiólogo y vacunólogo Amos García. "Es precisamente la existencia de espacio geográfico sin vacunar lo que posibilita el surgimiento de nuevas cepas", añade.

Desde que comenzaron las campañas de vacunación en los distintos países, los expertos alertan de la necesidad de la inmunización sea global, porque el virus muta a medida que se replica y, si tiene la posibilidad de infectar a más personas, también la tiene de que se produzcan nuevas formas del virus, que puedan ser causar la enfermedad de forma más grave o presenten mejor transmisibilidad.

India ha notificado más de 27,5 millones de casos y cerca de 319.000 muertos.

Como ha explicado para LD el biólogo Iñaki Comas, investigador del CSIC y experto en secuenciación (identificación de virus y variantes), "es como una lotería". De manera que "cada vez que el virus se transmite, compra un billete. Por tanto, la probabilidad de ganar el premio es mucho mayor". No es casualidad, comenta, que "en los sitios donde hay mucha transmisión sea donde están apareciendo las nuevas variantes".

En ningún caso, es la propia vacuna sería la causante de las mutaciones del virus. Prueba de ello es que "muchas de las variantes de preocupación vienen de poblaciones que no han estado vacunadas, o incluso han surgido antes de que las vacunas fuesen aprobadas por las agencias reguladoras". Este último caso es el de algunas de las variantes más conocidas, "como la británica, la brasileña o la sudafricana". Las tres "aparecieron antes de que se empezaran a usar las vacunas".

Brasil es el tercer país más afectado del mundo, con 16,3 millones de infecciones y cerca de medio millón de muertes.

No hay magnetismo posible

La supuesta peligrosidad de los componentes de las vacunas es uno de los argumentos más usados históricamente por los movimientos contrarios a la inmunización, para convencer a los indecisos de que no se inoculen estos fármacos. Con la llegada del suero contra la covid, y con la ayuda inestimable de las redes sociales, han llevado este mito a su máximo nivel, haciendo circular por Internet videos de auténticos "brazos magnéticos" de personas a las que se le habrían administrado vacunas de ARN mensajero.

Multitud de expertos nacionales e internacionales han desmentido la posibilidad de que la vacuna confiera propiedades magnéticas a la zona del pinchazo y que un imán pudiera quedarse pegado a la piel sin usar ningún material que lo adhiera.

El profesor del Centro de Investigación de Virus de la Universidad de Glasgow en Escocia, Edward Hutchinson, por ejemplo, asegura que sería necesario "introducir un gran trozo de material magnético debajo de la piel para provocar lo que los videos dicen mostrar".

En la misma línea, se han manifestado varios investigadores del proyecto #VacúnaTE (de Maldita.es y Servimedia). El físico Alberto Nájera, profesor de Radiología y Medicina Física de la Universidad de Castilla-La Mancha, explica además que -en el caso hipotético de que el fármaco contra la covid contuviese materiales magnéticos- "serían distribuidos por el cuerpo y no se quedarían concentrados en la zona del pinchazo". Además, advierte, "la vacuna no podría ser transparente".

Una de las "doctoras" que han contribuido a difundir esta teoría del "brazo magnético" es la argentina Chinda Brandolino, quien asegura que las vacunas contra la covid contienen una "solución metálica" que magnetiza la zona en la que se recibe la inyección.

Pero Brandolino, que se hace llamar "La mujer de la ola celeste", va más allá. Ha llegado a afirmar que el ARN mensajero del suero actuaría sobre "todas las células" del cuerpo, generando enfermedades autoinmunes y modificando el genoma humano. Algo que el investigador del CSIC Iñaki Comas califica de "altamente improbable, por no decir prácticamente nulo". Los motivos:

Por su parte, el epidemiólogo y vacunólogo Amos García, prefiere plantear una reflexión más que esgrimir una argumentación científica, porque -señala- ya se han dado todas. Algunos ejemplos, son reveladores... "Mira mi mano izquierda, estoy sosteniendo 3 millones de muertos, casi 80.000 en nuestro país. Son muertos producidos por una enfermedad, la covid, producida por el Sars-Cov-2... En mi mano derecha, algunos efectos secundarios. Escasos y generalmente leves, producido por las vacunas. ¿Con qué mano te prefieres quedar?".

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