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Kits de Lego y helados gratis para convencer a los chinos de las bondades de sus vacunas

En medio de las dudas sobre su eficacia, China ve peligrar la campaña de vacunación en su propio país: sólo un 2% de la población está inmunizada.

En medio de las dudas sobre su eficacia, China ve peligrar la campaña de vacunación en su propio país: sólo un 2% de la población está inmunizada.
Imágenes de una calle de Hong Kong | Cordon Press

A las dudas sobre la baja eficacia que estarían demostrando las vacunas chinas, se suma una realidad incuestionable: la escasa aceptación que la campaña de vacunación está teniendo en el país asiático. Según los últimos datos disponibles, China habría inoculado hasta el comienzo de esta semana cerca de 170 millones de dosis. Aunque a priori pueden parecer muchas, no hay que olvidar que estamos hablando de un país con la friolera de 1.400 millones de habitantes, según las autoridades chinas.

El alcance de estos datos se entiende con una simple comparación: Estados Unidos, con una población cuatro veces menor, ya ha administrado cerca de 190 millones. Además, mientras que en China sólo el 2,2% de la población acredita la pauta completa de vacunación, en EEUU ya lo hace el 21%. Incluso en España, a pesar de la lentitud, el porcentaje ronda el 7%, casi cinco puntos más que en el país asiático.

¿Un objetivo inalcanzable?

La incontestable realidad contrasta con los planes de China, cuyo objetivo es llegar a mediados del verano con más de 560 millones de personas inmunizadas, en torno al 40% de su población. Conscientes de que, si las cosas siguen como hasta ahora, no va a ser fácil, las autoridades ya están conjugando incentivos y amenazas para que los ciudadanos se animen a vacunarse.

Desde hace días, la popular calle Wangfujing de Beijin está plagada de ofertas y reclamos: helados gratis, descuentos del 10% en los puestos de té e incluso ofertas en fotografías de bodas. Hasta la popular tienda de Lego anuncia kits gratis para aquellos que accedan a recibir una de las vacunas que se han desarrollado en el país.

El plan de B de algunas ciudades, sin embargo, consiste en pasar directamente a las amenazas. Según recoge el New York Times, en la ciudad sureña de Wancheng, los funcionaron advierten a los padres de que, si se niegan a vacunarse, la educación de sus hijos y su futuro empleo y vivienda podrían correr peligro. Por las buenas o por las malas, China no está dispuesta a seguir ofreciendo al mundo esa imagen de desconfianza.

Dudas sobre su eficacia

Según los analistas, aunque es muy difícil establecer las causas precisas del recelo de la población china a sus vacunas, éste puede deberse fundamentalmente a dos factores. El primero de ellos es la escasa eficacia que han demostrado los ensayos que se están desarrollando en muchos países iberoamericanos.

En Perú, la Universidad Cayetano Heredia ha constatado que el antídoto de Sinopharm, uno de los cuatro que se han desarrollado en China, confiere una protección de entre el 11% y el 33%, muy por debajo de los estándares que exige la Organización Mundial de la Salud.

Sus máximos responsables aseguran, no obstante, que este porcentaje se eleva considerablemente cuando se trata de prevenir los cuadros más graves de la enfermedad e incluso la muerte. Sin embargo, estaríamos hablando de una eficacia muy alejada de las vacunas occidentales.

En Brasil, los estudios de CoronaVac —la vacuna desarrollada por la china Sinovac— parecen arrojar una eficacia del 50%. En Chile confirman un porcentaje similar e incluso ligeramente superior: un 56%. Sin embargo, llama la atención que, tras la primera dosis, la universidad del país andino únicamente haya podido constatar una protección del 3%.

¿Un país seguro?

Con estos datos sobre la mesa -y teniendo en cuenta que China siempre ha evitado desglosarlos y publicarlos para que puedan ser sometidos al escrutinio de la comunidad científica- es fácil comprender el recelo. En cualquier caso, ésta no sería la única razón que explicaría el escaso interés de los chinos en vacunarse.

Los analistas también apuntan a la sensación de seguridad de una población que ha estado sometida a estrictas restricciones en el último año y que se ha cerrado al mundo. Los chinos no tienen esa percepción de necesidad que se puede tener en otros lugares. Sin ir más lejos -y a pesar de de que son muchas las dudas que se ciernen sobre las cifras que facilitan las autoridades del país-, China únicamente ha notificado este jueves 25 contagios, frente a los miles que se registran día tras día en cualquier país de Europa.

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