Tres de las nuevas variantes del coronavirus están aumentando su presencia en España, al tiempo que se extienden rápidamente por otros países repartidos por todo el mundo: la de Reino Unido, la de Sudáfrica y la de Brasil. Sobre todo las dos primeras, se caracterizan por tener una mayor facilidad para transmitirse, en comparación con la de Wuhan.
Según los datos de los que disponemos hasta el momento, la británica está presente en más de 110 países y la sudafricana en cerca de 60. Pero nos son las únicas de las que tenemos que ocuparnos, las autoridades sanitarias internacionales siguen la evolución de otra decena de nuevas variantes. "Y las que aparecerán", exclama el virólogo Iñaki Comas, investigador del del Instituto de Biomedicina de Valencia (IIBB-CSIC) y coordinador del consorcio SeqCovid (encargado de la secuenciación de miles de genomas del SARS-CoV-2). Por eso, su equipo está "trabajando en identificar e intentar entender el impacto, la frecuencia de las nuevas variantes que se han ido descubriendo desde el otoño", con el objetivo de "intentar ayudar al sistema de salud a controlarlas mejor".
La variante californiana: ¿el diablo?
El Ministerio de Sanidad ha detectado los primeros casos de la variante californiana (B.1.429) en España, según se recoge en el Informe sobre la situación epidemiológica de la variante B.1.1.7 de SARS-CoV-2 a 22 de febrero: 6 infectados en la isla de Ibiza.
Esta nueva cepa, bautizada por científicos estadounidenses como el demonio, es muy contagiosa, pero —de momento— no se ha confirmado si también se le puede atribuir una mayor virulencia del virus. Iñaki Comas, prefiere ser cauto con este aspecto.
El experto consultado por LD explica que la importancia de esta variante —además de que ha crecido muy rápidamente— es que "tiene una serie de mutaciones que son relevantes porque pueden impedir al sistema inmune el control de la infección". No obstante, advierte de que es pronto para sacar conclusiones. "Los datos que se han dado todavía son muy limitados". Por tanto, podría estar asociada a consecuencias más graves durante la infección, pero en realidad "no tienen unos datos tan robustos como, por ejemplo, sí se tienen sobre la variante que se identificó en el Reino Unido". Él considera que "nos debe preocupar y la debemos seguir", pero —de momento— poco más.
La recombinación de cepas
Se trata de estar vigilantes. Algunas informaciones de las que nos llegan respecto a las nuevas variantes, pueden resultar alarmantes. Pero hay que ver la evolución de cada cepa. Recientemente, un equipo de científicos estadounidenses informaba del descubrimiento de una nueva que sería el resultado de una recombinación de cepas de Sars-Cov-2. Una versión híbrida del virus que causa la covid a la que algunos expertos harían responsable de la ola de contagios de Los Ángeles, ya que sería más resistente e infecciosa, según se recoge en el informe publicado en New Scientist. La explicación: habría surgido de la unión de la variante de Reino Unido (con mayor capacidad de transmisión) y la de California (que ofrece una mayor resistencia a los anticuerpos).
"Se trata de la primera variante en la que se ha sugerido que venga por un evento de recombinación", explica Comas, así que "no parece que el Sars-Cov-2 sea un virus que recombine mucho". Y eso que los coronavirus en general son conocidos por ello.
La recombinación es algo frecuente. "Hacen que un virus, como es el caso de la gripe, termine encontrando maneras de escapar a la efectividad de la vacuna. Por eso hay que cambiarla todos los años", asevera. Pero, en este caso, todavía no está claro que lo sea.
Una amenaza real, la británica
De momento, la variante californiana no se ha identificado en muchos sitios. Y su posible recombinación con la británica tampoco está clara. Así que el virólogo Iñaki Comas considera que debemos preocuparnos de las amenazas que ya tenemos aquí. Y la mayor, ahora mismo, es la británica.
La cepa detectada en Reino Unido "está creciendo muy rápidamente y parece que está desplazando a otras variantes que ya estaban circulando allí en un contexto de muy alta transmisión. Es decir, no como en verano, cuando una variante pudo triunfar porque realmente no había mucha transmisión y no había muchas variantes". En este caso, "triunfa en un contexto de competición" y eso es lo que hace que "rápidamente se generen una serie de informes por parte de los equipos técnicos sobre el gran impacto que esta variante está teniendo en la transmisión de virus". De ahí la importancia de seguir las nuevas cepas. Es lo que permite "conocer la situación y aplicar distintas políticas. Fue determinante en el confinamiento que se impuso en el Reino Unido más o menos a finales de noviembre".
Seguirán surgiendo nuevas variantes, y "lo difícil es saber cuál es su papel real en la epidemia", advierte Comas. En su opinión, Reino Unido ha hecho muy buen trabajo.
Aquí hemos asumido que la tercera ola pudo estar asociada a la variante inglesa. Pero, en realidad, llegó a España un poco más tarde, según explica el coordinador del consorcio SeqCovid. Lo que pasó es que "se amplificaron las variantes que estaban ya circulando". Así que "será en la cuarta ola cuando la británica tenga un papel más relevante".
La vacunación ha de ser global
Tenemos un nuevo peligro en el horizonte, porque la vacunación es la solución y al mismo tiempo puede convertirse en una trampa.
Los expertos tienen claro que es "lo que va a permitir lidiar con las variantes y controlar la epidemia mucho mejor". Así que "cuanto antes vacunemos, sobre todo a los grupos de riesgo, podremos abrir un poquito más la mano" porque nos permitirá "aguantar un poco más de transmisión sin que se nos muera tanta gente".
Pero "cuando empiece a estar toda la población vacunada, el virus se va a encontrar con una presión que no había encontrado antes. Mucha gente ya sabe cómo responderle muy rápidamente". Entonces, pueden aparecer "nuevas variantes que respondan a esa presión de selección, que intentan escapar de la vacunación". Por eso es muy importante que el proceso sea muy rápido, "para no darle hueco al virus a encontrar soluciones", y global, "en todos los estratos poblacionales y en todas las poblaciones del mundo, no solo en las nuestras".
Mientras tanto, tenemos que ser capaces de mantener unos niveles de transmisión muy bajos. Las nuevas cepas "aparecen allí donde el virus se va replicando, donde tiene más posibilidades". Y aquí entra en juego cómo nos protegemos del virus. "Por muy transmisible que sea una variante, si me infecta a mí y yo no veo a nadie, porque estoy en aislamiento, pues no va a seguir transmitiéndose", explica Comas.
Podemos hacer mas por controlar la transmisión. "No es inexorable que unas variantes vayan a generar olas o no", insiste. "Cuanto más transmisión haya, más probabilidad hay de que terminen apareciendo variantes como mutaciones de preocupación, como estas de las que hemos estado hablando". Hay que "ganar la carrera" y no hay otra manera de hacerlo. El plan: "Mantener un nivel de transmisión bajo hasta la llegada de un porcentaje de vacunación importante en nuestro país, y después en el mundo entero".