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Así es la terapia israelí que podría curar la covid-19 en sólo unos días y sin tener que ir al hospital

En cinco días, sin ir al hospital y con efecto casi inmediato, una terapia israelí ya testada en humanos puede cambiar los tratamientos de la covid.

En cinco días, sin ir al hospital y con efecto casi inmediato, una terapia israelí ya testada en humanos puede cambiar los tratamientos de la covid.
La doctora Shapira y el profesor Arber del centro médico Sourasky de Tel Aviv. | LD

En una conferencia virtual con periodistas y expertos de todo el mundo el profesor Nadir Arber, del Centro Médico Sourasky de Tel Aviv y su jefa de laboratorio, la doctora Shiran Shapira, explicaron los sorprendentes resultados —si bien aún muy preliminares— que están obteniendo con un tratamiento para la covid19 que se basa en los exosomas y en los anticuerpos CD24.

Los exosomas son pequeñas burbujas que pueden ser secretadas por la mayoría de las células y que guardan en su interior proteínas, ARN mensajero —como el usado en varias de las vacunas contra el coronavirus— y microARN. Se trata de elementos conocidos desde hace décadas, pero sólo en los últimos años han empezado a recibir más atención de los investigadores.

El propio profesor Arber explicó que llevan una veintena de años trabajando con los anticuerpos CD24 y también un cierto tiempo con los exosomas, pero sólo "en los últimos seis meses" han desarrollado la medicación que ya ha dado a unos pocos pacientes.

La "doble cara" de la covid

El profesor explicó en la presentación que la covid19 es una enfermedad con "dos caras": por un lado para la mayoría de la población se desarrolla como una gripe o un resfriado normales, pero "para aproximadamente el 5% o 6% de la población, especialmente los mayores, pero no sólo ellos" se produce una "reacción descontrolada del sistema inmune, lo que se denomina una tormenta de citoquinas, que se da en los pulmones".

Es precisamente esa tormenta de citoquinas "lo que previene nuestro tratamiento", aseguró el científico. Según el profesor Arber su terapia no se enfrenta directamente al virus, pero sí "establece una plataforma para tratar el síndrome de dificultad respiratoria aguda que es el resultado de la propia infección y de la reacción del sistema inmune".

Según sus descubridores se trata de un "enfoque completamente nuevo" que presentaría una serie importante de ventajas además de, obviamente, su eficacia en el tratamiento de la enfermedad: es barato y fácil de producir con rapidez y en grandes cantidades –"en unos pocos meses podríamos suministrar lo suficiente como para satisfacer las necesidades del mundo entero", aseguró el científico–, se administra en una concentración menor que si se hiciese por vía intravenosa y, por el momento, no se han descrito efectos secundarios, algo sobre lo que el profesor Arber se muestra "confiado" que demuestren definitivamente los próximos ensayos.

Así funciona

Aunque los términos científicos no son fáciles de entender para los profanos, los creadores del tratamiento trataron de explicar las razones técnicas tras el éxito que parece estar teniendo el fármaco.

El secreto de su eficacia es "la asociación de las propiedades del CD24 y de los exosomas" -una combinación que ya se estaba barajando en ensayos médicos, incluso alrededor de la covid-19, gracias a las cuales se puede atacar la enfermedad desde "un mecanismo dual de acción", tal y como explicaba la doctora Shapira: "Por un lado el CD24 actúa contra los DAMP", que son lo que en la literatura científica se denomina patrones moleculares asociados al daño (se les denomina DAMP por sus siglas en inglés), biomoléculas del propio paciente que pueden iniciar y mantener una respuesta inflamatoria no infecciosa, y así frenar la inflamación del tejido pulmonar que causa los problemas respiratorios de los pacientes graves de covid.

Además, "el CD24 interactúa también con el SIGLEC10 –una proteína que juega un papel clave en la regulación de la respuesta inmune de las células– con lo que también regulamos la respuesta inmune a los daños en el tejido".

Los diversos ensayos

El profesor Arber y la doctora Shapira describieron como el tratamiento se probó siguiendo, lógicamente, las pautas habituales: los primeros resultados in vitro fueron muy prometedores y aún más los ensayos en ratones, especialmente por la ausencia de efectos secundarios: "No se advirtió nada extraño en los animales, ni en su aspecto, su comportamiento, su consumo de comida o sus heces". Del mismo modo, las autopsias practicadas posteriormente no encontraron nada anormal o lesiones de ningún tipo ni signos o cambios en los órganos de los roedores.

Finalmente, se llego al momento de experimentarlo en humanos, lo que pudo hacerse bajo las medidas de seguridad "muy severas" que impuso el Ministerio de Sanidad de Israel.

Se establecieron cuatro grupos, tres de ellos con cinco pacientes y uno con 20, que recibió una "dosis alta" del compuesto. Los otros tres recibieron dosis bajas, medias y aún más altas respectivamente. El experimento empezó con los pacientes sometidos a dosis menores y se iban sumando los restantes grupos y aumentando las cantidades de medicamento en plazos de dos semanas, para poder comprobar que no se desarrollaban efectos secundarios.

El profesor Arber explicó que todos los pacientes mejoraron con rapidez su capacidad para respirar, aunque por lo pronto los ensayos no han permitido comparar con grupos similares a los que se haya dado un placebo, por lo que la información no es completa. En cualquier caso, de lo que sí que no hubo ninguna duda es que no se produjo ninguna clase de efecto secundario –"fue completamente seguro"– y el científico mostró su satisfacción cuando "los pacientes, después de un par de días, nos decían que podían respirar otra vez".

Pero, además de la mejora "en todos los síntomas subjetivos" también se produjo una mejora "en los parámetros clínicos: la frecuencia de respiración cayó, la saturación de oxígeno subió...". El último grupo, que recibió una dosis muy alta, se puso en marcha ante los buenos resultados anteriores y la repuesta fue también excelente, incluso entre los casos críticos: "Todos están ya en casa".

Los 36 participantes en los ensayos –ha habido uno más "fuera de protocolo"– tenían entre 37 y 77 años de edad –con una media de 58– y todos sufrían un cuadro grave de la enfermedad, varios de ellos muy graves.

Tratamiento sin necesidad de ir al hospital

Por supuesto, en ningún caso se han descrito efectos secundarios después de un tratamiento que dura cinco días y que, tal y como explicaba el profesor Arber dándole singular importancia a la cuestión, es muy sencillo de administrar.

El medicamento se toma nebulizado, inhalándolo directamente a los pulmones con un dispositivo que mostraron durante la presentación y que a muchos padres les recordará a los que se usan para administrar aerosoles a los niños con bronquiolitis.

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El profesor muestra el dispositivo para administrar la medicación.

Esto ofrece una ventaja muy importante, desde el punto de vista de los creadores del tratamiento: "En el futuro, cuando un paciente que sabe que tiene covid-19 esté en casa y se dé cuenta de que empieza a costarle un poco más respirar podrá ir a un centro de salud y recibir allí el tratamiento, no será necesario ir a un hospital, y eso permitirá descargar el sistema sanitario". Hospitales que, además, recibirán muchos menos enfermos graves si por fin hay un tratamiento eficaz de verdad.

Para más enfermedades

Durante toda la presentación el profesor Arber evitó por todos los medios dar un mensaje triunfalista y recalcó en varias ocasiones que aún queda mucha experimentación por hacer para estar seguros de que este tratamiento realmente funciona. Una experimentación, por cierto, para la que el Centro Médico Souransky de Tel Aviv ha recibido ya propuestas de todo el mundo.

Eso sí, mientras transmiten prudencia y humildad, los investigadores israelíes también se muestran convencidos de que esta misma terapia podría aplicarse a otras enfermedades que afectan a los pulmones: asma, síndrome de dificultad respiratoria aguda o la enfermedad pulmonar instersticial, por ejemplo.

Son patologías que en la actualidad no tienen tratamientos realmente eficaces o suponen la toma habitual de medicamentos que, si finalmente se confirman las virtudes del CD24 y los exosomas, podrían sustituirse por un producto más barato y sin efectos secundarios. Sólo nos queda cruzar los dedos.

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