Un año después de que China reconociera la existencia de un nuevo coronavirus que estaba expandiéndose persona a persona sin control (aún queda saber desde cuándo y cómo pasó al hombre), la Organización Mundial de la Salud se ha sumado en parte a las voces que asumen que el coronavirus se transmite por el aire y que los aerosoles, las partículas que exhalamos al respirar o hablar, tienen un importante papel en la propagación del virus.
La jefa del grupo anticovid de la OMS, la epidemiología María Van Kerkhove, dijo esta semana en un encuentro ante los medios a preguntas sobre las nuevas cepas que el coronavirus se transmite "por el aire" a través de "gotículas, aerosoles", de distinto tamaño. Sus palabras han circulado por las redes sociales como la prueba de que meses después de que surgiera el virus la Organización Mundial de la Salud ha reconocido los aerosoles como vía de contagio.
@mvankerkhove @WHO
SARS-CoV-2 transmission (38:15)"IT GOES THROUGH THE AIR. There are droplets, there are aerosols; so these are particles of different sizes."@microlabdoc @NjbBari3 @YouAreLobbyLud @FreshAirNHS #COVIDisAirborne pic.twitter.com/y5rBOZFHb3
— David R Tomlinson 💙 (@DRTomlinsonEP) February 3, 2021
Lo cierto es que de momento es un reconocimiento parcial: en su web, la organización insiste en que el virus se propaga "principalmente de persona a persona a través de las gotículas" que salen despedidas al toser, estornudar y hablar y que se trata de gotas que "no llegan muy lejos y caen rápidamente al suelo". La gran mayoría de virólogos sostiene, en cambio, que tienen un enorme peso en la transmisión los aerosoles, partículas mucho más pequeñas que sí pueden quedar flotando en el aire y que hacen necesario ventilar de forma continuada los espacios cerrados.
Hace unas semanas, el experto en aerosoles José Luis Jiménez de la Universidad de Colorado explicaba a LD los motivos que podían estar detrás de las reticencias de la OMS, a la que él y otros científicos llevan meses presionando para que transmita a la población la importancia de los aerosoles como vía de contagio. Aludía a "prejuicios" y "razones históricas" por las que tradicionalmente se afirma que las enfermedades respiratorias sólo se transmiten por gotículas y recordaba el caso del sarampión, mucho más contagioso que el coronavirus y cómo se tardó años en reconocer que se contagiaba por el aire. "Lo van a tener que aceptar", auguraba Jiménez, que lleva desde marzo alertando de los aerosoles y que también emprendió una campaña para que España aceptara esta vía de contagio. En el caso de nuestro país, Sanidad optó por hacer suyas las afirmaciones de la OMS y en otoño Simón seguía minimizando esta forma de transmisión, aunque ya hay informes dependientes del Ministerio que admiten la importancia de los aerosoles.
Mientras la OMS se resiste a admitir la vía de los aerosoles, como en su día se resistió a recomendar las mascarillas, aspecto en el que también le siguió Simón, nuevos artículos enfatizan cómo es necesario que la población asuma precauciones frente al contagio por el aire. En octubre, Science avisó de las "abrumadoras" pruebas sobre los aerosoles. Esta semana, la revista Nature también lo hacía en un artículo en el que pedía centrar los esfuerzos en el contagio por el aire y no sólo en la desinfección rutinaria de superficies.
La revista recordaba los artículos científicos que se han escrito sobre ello y las evidencias encontradas de que ésta no es la principal vía de contagio. "Pero es más fácil limpiar superficies que mejorar la ventilación, en especial en verano", afirma la revista, lamentando que gobiernos, empresas y ciudadanos vayan a continuar dedicando grandes cantidades de tiempo y dinero que en realidad deberían destinar a evitar los riegos de los aerosoles. Ponían un ejemplo: los 484 millones de dólares gastados por el metro de Nueva York en desinfección.
Sobre las evidencias científicas, Nature afirma que de los miles de artículos publicados sobre formas de transmisión sólo uno ha encontrado evidencia de contagio por contacto: el de un ciudadano chino que se infectó tras pulsar el botón de un ascensor que instantes antes había tocado un infectado tras sonarse la nariz. Y respecto a los artículos sobre virus detectados en superficies, recoge la opinión de un investigador que señala que en su mayoría son restos de ARN, "cadáveres" sin capacidad infectiva real en circunstancias normales, no de laboratorio.
¿Significa esto que hay que abandonar prácticas como el lavado sistemático de manos? No: Nature enfatiza que sigue siendo esencial para evitar la propagación del virus y que aunque no sea la vía más importante, las gotículas en superficies siguen considerándose una forma de propagación de la enfermedad que no puede descartarse. Lo que la revista destaca es que los esfuerzos de gobiernos y ciudadanos deberían centrarse más en los aerosoles y medidas como la ventilación, el fomento de las actividades al aire libre y el ajuste correcto de la mascarilla. Es decir: de nada sirve lavar por sistema la compra después del supermercado si luego nos quitamos la mascarilla en reuniones familiares. "Es la gente, y no las superficies, donde hay que centrarse", dice el artículo recordándose como el virus utiliza para expandirse los denominados eventos superpropagadores: espacios mal ventilados y concurridos donde una sola persona puede contagiar a decenas.
Científicos como Jiménez destacan cómo es esencial hacerle llegar el mensaje a la población de cómo debe protegerse mejor, por ejemplo utilizando siempre mascarilla en lugares cerrados con no convivientes y ajustándola correctamente sin dejar huecos. Sin esperar a una rectificación de la OMS que sigue sin llegar del todo.