Cuando irrumpió el coronavirus, los síntomas asociados a la enfermedad eran los de otros virus de tipo respiratorio: tos, fiebre, dificultad para respirar, dolor torácico y en los casos más graves, neumonía. Poco a poco, se fueron revelando más síntomas asociados a otros órganos y quedó probado que el virus tenía la capacidad para atacar prácticamente cualquier tejido humano. Después, llegó la evidencia de que algunos pacientes nunca se llegaban a curar: se habló primero de secuelas de la enfermedad, que aparecían en pacientes que no necesariamente habían estado graves. Después se adoptó otro término, el de "covid persistente" (long covid): personas que por alguna razón seguían y siguen sufriendo la enfermedad meses después de entrar en contacto con el virus, con síntomas de distinta intensidad y que generalmente afectan a más de un órgano.
Médicos y científicos hablan de otra ola, cuyas cifras no se actualizan a diario pero que no cesa, de pacientes que nunca se recuperaron del coronavirus o que, pese a pasar la enfermedad de forma leve, presentan ahora síntomas que les hacen imposible hacer una vida normal. De las secuelas de la covid 19, como de tantos aspectos en torno al nuevo coronavirus, apenas se sabe nada y los médicos van a ciegas, aprendiendo a través de las vivencias de sus pacientes. En varios países se están haciendo estudios acumulando las experiencias de los enfermos que lo sufren: en España, la Sociedad Española de Médicos Generalistas y de Familia publicó hace unos días los resultados de una encuesta a más de 2.000 afectados, realizada entre junio y octubre de este año, que permitió conocer el perfil medio de quienes sufren covid persistente: mujer, de 43 años y que lleva una media de 185 días sufriendo síntomas. La encuesta también reveló cuáles son los síntomas más frecuentes, con resultados similares a los estudios que se están elaborando en otras partes del mundo:
- Cansancio/astenia (95,91%)
- Malestar general (95,47%)
- Dolores de cabeza (86,53%)
- Bajo estado de ánimo (86,2%)
- Dolores musculares o mialgias (82,77%)
- Falta de aire (79,2%)
- Dolores articulares (79%)
- Falta de concentración o déficit de atención (78,2%)
- Dolor de espalda (77,7%)
- Presión en el pecho (76,83%)
- Ansiedad (75,4%)
- Febrícula (75%)
- Tos (73,2%)
- Fallos de memoria (72,6%)
- Dolor en el cuello (71,3%)
- Diarrea (70,8%)
- Dolor torácico (70%)
- Palpitaciones (69%)
- Mareos (69%)
- Hormigueo en las extremidades (67%)
En la encuesta se registraron 200 síntomas distintos; los pacientes sufrían una medida de 36, que afectaban hasta siete áreas diferentes. A más del 70% le seguía suponiendo un esfuerzo ir al trabajo o atender sus obligaciones familiares o sociales. Parte de ellos estuvieron enfermos de gravedad cuando contrajeron el virus. Pero muchos de los que ahora sufren el covid persistente apenas tuvieron síntomas al infectarse o fueron muy leves, como explica a LD Javier de Miguel, neumólogo y coordinador de la atención post covid en el hospital Gregorio Marañón: "El perfil es muy variado", cuenta, "hay pacientes más vulnerables o con enfermedades crónicas en los que es más probable que esas enfermedades previas se descompensen" pero también están viendo a "deportistas que de repente no pueden mantener el mismo nivel de actividad": "Les hacemos radiografias y no encontramos alteraciones". Se estima que uno de cada diez pacientes tiene síntomas persistentes a las tres o cuatro semanas de la infección. El porcentaje se dispara hasta más del 50% en quienes necesitaron de un ingreso hospitalario.
Al principio, explica, "nos fijábamos en el perfil de pacientes más graves y ahora estamos viendo que cualquier gravedad de la enfermedad puede dejar secuelas", cuenta De Miguel. Algunos pacientes incluso no se dieron cuenta en su día de que estaban infectados y relata cómo eso ha ocurrido con algunos compañeros de hospital, un sector que parece especialmente afectado por el covid persistente. "Hemos visto a compañeros con anosmia que no lo achacaron al coronavirus" y han "tardado mucho tiempo en recuperarse".
El neumólogo confirma cómo en su unidad están viendo síntomas de todo tipo: cardiológicas, como inflamaciones o arritmias; neurológicas, como cefaleas o anosmia; cutáneas, como urticaria o reactividad excesiva ante roces mínimos de la piel; caída de pelo; daños vasculares, cansancio… En general, lo más frecuente son pacientes que relatan que "no se encuentran bien del todo" con síntomas "inespecíficos". En su área, hay enfermos con dificultad respiratoria persistente, que va desde personas que pueden llevar "una vida normal aunque con molestias" a otros que necesitan oxígeno domiciliario. Pero los síntomas que se están revelando como más frecuentes e incapacitantes son de otro tipo: los neurológicos. Pacientes que ahora son incapaces de concentrarse, hasta el punto de no poder leer un libro; que sufren desorientación; que no dan con la palabra adecuada al hablar, que sufren lagunas de memoria —un paciente estadounidense relata que es incapaz de recordar nada de un viaje a París con su pareja antes de la infección—; que pueden quedarse en blanco en cualquier lugar o que olvidan de repente tareas mecánicas y rutinarias relacionadas con su trabajo. Una variedad de síntomas que se sufren en mayor o menor intensidad y a los que se está aludiendo con el nombre genérico de "niebla mental".
Un virus neurotóxico
El doctor Tomás Segura, jefe de Neurología del Hospital Universitario de Albacete, es uno de los neurólogos que más ha estudiado en nuestro país los efectos del virus en el cerebro y el sistema nervioso. Autor de varios estudios sobre los efectos neurológicos del coronavirus (Registro ALBACOVID, publicado en Neurology) y experiencia en enfermedades cerebrovasculares ligadas a la covid-19 (Cerebrovascular disease in patients with COVID-19: neuroimaging, histological and clinical description), Segura defiende en una entrevista con LD que, aunque al principio se pensara que este era un virus casi exclusivamente respiratorio, el coronavirus es además un virus neurotóxico porque "el sistema nervioso es el que, tras el respiratorio, con más frecuencia resulta afectado durante la fase aguda". En su hospital, comprobaron en mayo tras estudiar más de 800 casos que un 57% presentaban síntomas neurológicos en el momento de la infección, "desde la más banal, dolor de cabeza, hasta las más graves, como el estupor", los enfermos podían desarrollar encefalopatías que se manifestaban como aturdimiento y que a veces progresaban hasta el coma. El Dr. Segura lo atribuye a la ruptura de la barrera hematoencefálica, el tejido que protege al cerebro, durante la infección, lo que habría facilitado la entrada de sustancias tóxicas en este auténtico santuario biológico "desde las del propio cuerpo" provocadas por la respuesta al virus, como las procedentes de los medicamentos.
En torno a la etapa posterior, la de los pacientes con síntomas persistentes, aún falta todo por saber. Segura destaca cómo por el momento no hay publicaciones de enjundia, pero de nuevo se está viendo que lo que domina el cuadro clínico son los problemas neurológicos, y cita al respecto el reciente estudio de los médicos de familia. "Ahí se aprecia cómo la inmensa mayoría de los síntomas de los que se quejan los pacientes son neurológicos", como la sensación de fatiga, la cefalea, el bajo estado de ánimo, la ansiedad o el hormigueo. "Lo que domina es la sintomatología del ámbito del sistema nervioso" aunque, subraya Segura, no han encontrado "anomalías morfológicas en el cerebro de estos pacientes" en las pruebas realizadas a pacientes post covid. El neurólogo cuenta que están viendo a pacientes que se quejan de que pasaron el coronavirus hace meses, "incluso de forma banal" y ahora sufren "una enorme variedad de síntomas, desde una cefalea continua a sensación de "niebla de pensamiento" o "fatiga crónica" . Sin embargo en estos pacientes resonancias, electroencefalogramas o análisis del líquido cefalorraquídeo arrojan resultados "normales".
Esta falta de resultados provocó una inicial incredulidad de los neurólogos frente a los primeros pacientes de covid persistente, aunque ahora los médicos consideran que muy probablemente sí hay una causa orgánica detrás de esos síntomas a veces inespecíficos. Segura destaca que muchas veces los pacientes son compañeros, "trabajadores sanitarios que conocemos bien, que sabemos que su entorno laboral y social no les condiciona", y que son la prueba de que "existe algo de verdad" por detrás de los síntomas emocionales y la fatiga, "un problema médico, sutil" del que aún se desconoce a qué es debido.
Segura y sus compañeros creen que esas secuelas pueden deberse "a un estado de microinflamación persistente en el cerebro" inapreciable en las resonancias y sobre el que ahora investigan . Algunos científicos han apuntado a la posibilidad de que el virus pueda "esconderse" en ciertos puntos del cuerpo, como el sistema nervioso, y que actúe, como otros virus, el de la varicela por ejemplo, "capaces de acantonarse" en nuestro organismo y permanecer allí toda la vida. "Nosotros pensamos que es difícil que el coronavirus sea capaz de tener este neurotropismo directo, aunque no podemos descartarlo por completo", contesta Segura, que apunta a otra posibilidad: que la barrera hematoencefálica "quede abierta" tras la fase aguda de la enfermedad y como ya no es hermética, provoque en los pacientes esa "sensación de fatiga continua" y "niebla cerebral". "La medicina aún tiene que averiguarlo", explica el neurólogo.
¿Por qué algunos sufren daños y otros no?
Además de la variedad de los síntomas y el enigma de su razón de ser, hay otras preguntas sin respuesta en torno al covid persistente, como la de por qué hay personas que sufren una forma leve de la enfermedad y padecen estas secuelas meses después, y otras -por fortuna la mayoría- lo superan en pocos días. Segura destaca cómo en el desarrollo de cualquier enfermedad se unen dos circunstancias: el desencadenante y la genética. De esta última dependería que unas personas desarrollen graves secuelas o una versión más grave de la enfermedad y otras no, o que los pacientes respondan de forma distinta a los fármacos. "Está claro que hay quien se infecta por el coronavirus y no tiene clínica aparente", y sin embargo otros pacientes enferman de gravedad, y "está claro que debe haber un condicionante que tiene que ver con su genética", explica.
Mientras continúan estudiándose los síntomas del covid persistente, los afectados han empezado a asociarse, primero a nivel local y luego a nivel nacional, buscando una atención especial de las autoridades, mientras el sistema sanitario busca la vía más idónea para tratar a estos pacientes de síntomas muy variados y para los que apenas hay respuestas. En Madrid, explica el doctor De Miguel, se ha optado por la atención primaria y la derivación al especialista en caso de síntomas graves: en su hospital, cada especialidad ha creado "consultas específicas" dedicadas a pacientes de covid persistente.