La farmacéutica AstraZeneca ha comunicado este lunes que su vacuna contra el coronavirus, desarrollada junto a la Universidad de Oxford, ha mostrado una eficacia media en el 70,4% de los casos. Se trata de un porcentaje notablemente inferior al obtenido por Pfizer o Moderna, cuya efectividad alcanzaría el 95%.
Sin embargo, la vacuna de AstraZeneca tiene una particularidad y es que, a falta de que la compañía ofrezca una explicación más detallada, otorgaría una mayor protección en aquellos pacientes a los que se les suministra una dosis más baja.
El profesor Andrew Pollard, investigador jefe del ensayo de vacunas de Oxford, ha explicado que su estudio ha empleado dos estrategias de dosificación. A un grupo de pacientes se les ha inoculado dos dosis completas con al menos un mes de diferencia, logrando una eficacia del 62%. A otro, se le ha suministrado media dosis inicial seguida de otra completa, consiguiendo elevar dicho porcentaje hasta el 90%. Es el análisis combinado de ambos regímenes de dosificación el que ha ofrecido como resultado esa eficacia media del 70% que se ha anunciado este lunes.
Los investigadores españoles, por su parte, llaman a la calma ante la avalancha de datos que hemos ido conociendo en las últimas semanas e insisten en la importancia de esperar a leer con detalle el documento científico que se elabora una vez finalizada cada fase.
¿Una estrategia de marketing?
Fuentes consultadas por Libertad Digital aseguran que es fundamental saber a qué se refieren los porcentajes comunicados por las distintas compañías, ya que la eficacia se puede medir en términos de individuos protegidos totalmente, parcialmente (reducción de la carga viral, síntomas, etc.) o incluso atendiendo a un único parámetro más específico: "Por ejemplo, una vacuna podría ser eficaz en sólo el 20% de los individuos, pero mostrar en ellos una gran protección. O en el otro extremo, una vacuna podría disminuir los síntomas y la carga viral en el 99% de los individuos, pero sólo levemente".
En este sentido, los investigadores muestran sus recelos ante unos datos que, hoy por hoy, son "incompletos" y que les llevan a preguntarse si lo que estamos viendo realmente es "una estrategia de marketing de esas empresas". No en vano, cabe recordar que el pasado 9 de noviembre Pfizer anunció una eficacia de su vacuna del 90% y, apenas unos días después, tras conocer que Moderna subía la apuesta y elevaba ese porcentaje al 95%, la compañía estadounidense aseguró que su antídoto igualaba esta marca. "Eso sí me parece raro —advierten las fuentes consultadas por este periódico—, pero como digo, es recomendable no sacar conclusiones precipitadas".
Sea como fuere, AstraZeneca cuenta con una ventaja frente a sus dos principales competidoras y es que su vacuna es más barata y más fácil de conservar. Se puede almacenar, transportar y manipular en condiciones normales de refrigeración (entre 2 y 8 grados centígrados) durante al menos seis meses y administrarse dentro de los entornos de atención médica existentes.
La vacuna española
Las vacunas que se están desarrollando en nuestro país también irían en esta línea, aunque su desarrollo va mucho más lento. Los tres proyectos más prometedores se desarrollan en estos momentos en el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y están liderados por Luis Enjuanes, Mariano Esteban y Vicente Larraga.
El primero de ellos lleva 35 años trabajando con otros coronavirus. Su vacuna, derivada del propio virus, "es un poquito más compleja" que la que han hecho Pzifer, Moderna o AstraZeneca. Por eso va más despacio, pero, si todo va bien, la espera tendrá su recompensa.
El propio Enjuanes aseguró en una entrevista con Libertad Digital que está convencido de que la suya será "una vacuna muy potente", que "posiblemente" tendrá una eficacia superior al 95% e "inducirá inmunidad de más larga duración". Para ello, eso sí, habrá que esperar hasta finales de 2021.