El pasado 16 de octubre, una farmacéutica, Nieves Mijimolle, acudió a Oviedo a recibir junto con otros representantes de los sanitarios españoles el premio Princesa de Asturias de la Concordia. Se reconocía así la labor de los farmacéuticos durante la terrible primera ola de la pandemia. Junto a enfermeros, celadores, auxiliares, médicos y otros representantes del sector, el premio honraba la "abnegada" labor al servicio del ciudadano de los farmacéuticos, representados por la hija de Tomás Mijimolle y María del Carmen Cuadrado, dos farmacéuticos jubilados "de profesión y vocación" que volvieron a su farmacia de Leganés en los días más duros de la pandemia y fallecieron por coronavirus con unos días de diferencia. Mijimolle, que contó su historia hace unos días en La Noche de Dieter, destacó cómo farmacéuticos como sus padres contribuyeron esos días "a paliar el sufrimiento de miles de personas". Muchos farmacéuticos brindaron entonces atención telefónica y domiciliaria a ancianos, embarazadas y otro personal de riesgo y llegaron hasta donde otros sanitarios no podían. 21 farmacéuticos han muerto hasta ahora víctimas del virus.
Unos meses después, los farmacéuticos quieren seguir teniendo un papel importante en la gestión de la pandemia y piden poder hacer más. Desde el fin del anterior estado de alarma, los colegios farmacéuticos han planteado cuál podría ser su papel en la gestión de esta crisis: así lo hicieron en junio en la Comisión de Reconstrucción del Congreso de los Diputados, donde el Consejo General de Colegios Farmacéuticos planteó varias propuestas que incluían una mayor integración con el Sistema Nacional de Salud. Plantearon medidas como la continuidad de la asistencia a domicilio, la posibilidad de la vigilancia de pacientes crónicos o vulnerables y destacaron la fortaleza de la red de farmacias en toda España, con 22.102 establecimientos. Entre las ideas que pedían desarrollar, destacaban dos: incluir a las farmacias en programas de cribado y detección precoz e incluir a su personal en los planes de vacunación. Dos propuestas que meses después los farmacéuticos siguen lanzando con escaso éxito: que en las farmacias se pueda hacer test para detectar coronavirus y que sean también puntos de vacunación.
Con el repunte de la segunda ola, en septiembre, los farmacéuticos se dirigieron a las autoridades centrales y autonómicas para relanzar sus ideas y adoptarlas de forma "urgente", convirtiendo la red de farmacias "en un agente sanitario activo de primer orden" para las labores de rastreo, notificación de casos y realización de test rápidos. También hablaban de la futura vacuna o vacunas contra el coronavirus y de la inminente campaña de la gripe, con la propuesta de que la red de farmacias sirviera para aplicar las vacunas "con la adecuada formación y con los correspondientes protocolos de actuación definidos por las autoridades sanitarias". Y pedían que se garantizase que habría existencias suficientes de vacunas contra la gripe en los establecimientos (a día de hoy, no hay).
La excepción de Orense y la petición de Madrid y Andalucía
Pero por el momento, salvo una excepción, el proyecto piloto lanzado en las farmacias de Orense donde se han realizado test a varios miles de personas, las farmacias siguen sin participar activamente en el rastreo y vacunación de los ciudadanos. Y aunque en algunas autonomías algo comienza a moverse -la Comunidad de Madrid ha pedido a la Agencia Española del Medicamento que se permita hacer test en las farmacias y en las clínicas dentales, y el parlamento andaluz también ha lanzado una propuesta similar- , no hay una estrategia decidida a nivel nacional como piden los farmacéuticos para incorporarlos como un actor más en la cadena de detección y prevención de la covid-19.
Luis González, presidente del Colegio de Farmacéuticos de Madrid, apunta a LD que con su propuesta lo que quieren es "ayudar" y ponerse a disposición de las autoridades, como han hecho con iniciativas como el reparto de mascarillas gratuitas o la atención domiciliaria. "Pretendemos seguir ayudando" y por eso, afirma, ofrecen la realización de los test, para lo que, defiende, el personal farmacéutico tiene "la suficiente formación". Cree que la red de farmacias puede ayudar a evitar la saturación de los ambulatorios y también recuerda que muchos ciudadanos "no tienen la suerte de vivir" en grandes ciudades como Madrid: "Hay muchos en pueblos pequeños donde sólo hay una oficina de farmacia y tienen que contar con ella", defiende, para aspectos como la vacunación o el rastreo. "Esos ciudadanos estarían felices de no tener que salir de su municipio para hacerse un test", señala González.
Según el presidente del colegio madrileño, habilitar las farmacias para este fin en coordinación con las autoridades permitiría tanto la detección de positivos mediante test como la gestión de residuos. "A lo mejor llegamos tarde; mientras discutimos, el tiempo va corriendo, y va a llegar el momento de que cuando quieran contar con nosotros sea demasiado tarde", apunta González, que señala que su ofrecimiento también incluye la vacunación, que Sanidad, según los pronósticos de Illa, quiere comenzar a finales de año o comienzos del próximo.
"Como sanitarios que somos, ofrecemos los establecimientos sanitarios para todo aquello que las autoridades puedan solicitar", insiste González, que cree que se podrían tomar medidas ya a nivel autonómico como ha hecho Galicia a nivel muy local. Desde la Comunidad de Madrid, señalan a LD que prevén que la Agencia del Medicamento responda muy pronto a su petición.
Respecto a la vacunación, González destaca cómo la red de farmacias facilitaría la distribución de las dosis en el desafío que supondrá inmunizar en el menor tiempo posible a la población. Desde la propia Pfizer, señalaban las farmacias como posible punto de distribución de las dosis preguntados por LD sobre el traslado de las vacunas. "Por una cuestión política, el único perjudicado es el paciente", señala González insistiendo en que no entiende que "como sanitarios no se nos deje hacer una vacunación en la farmacia".
Además de indiferencia en buena parte de la clase política, la propuesta de los farmacéuticos se ha encontrado en estos meses con la oposición frontal de los representantes de los enfermeros: la Mesa de Enfermería ha rechazado de plano el ofrecimiento tanto de la realización de test como de las vacunas con el argumento de que las farmacias no tienen "en absoluto" las condiciones adecuadas de seguridad para hacer test y que se trata de negocios "privados". En su opinión, las farmacias no garantizarían ni la eliminación de residuos ni el traslado de resultados a la historia clínica de cada ciudadano. Tampoco reunirían los farmacéuticos, según este organismo, las condiciones necesarias para hacer test y su intervención en el cribado, alegan, supondría una "especulación" con los recursos destinados a la sanidad pública.
Desde el Colegio de Farmacéuticos lo niegan: señalan que sí tienen capacidad de gestionar residuos, como hacen con la recogida, por ejemplo, de medicamentos caducados, defienden su capacidad para hacer esos test y denuncian "el desconocimiento total" que desde dicho organismo tienen de lo que es "una oficina de farmacia". "Nosotros hemos trabajado duro en esta pandemia, hemos tenido compañeros que han fallecido", dice González, que lamenta que desde un sector "se ataque a otros profesionales" con descalificaciones. Destaca que sus establecimientos son privados, "pero de interés público", y lamentan que en cambio no arremetan de la misma manera contra un fenómeno que se está empezando a producir: el de los test que ya se están vendiendo por internet y cuyos resultados quedan al margen del sistema.
Mientras el debate en España continúa, en otros países sí se está recurriendo a las farmacias. Es el caso por ejemplo de Italia con la vacunación o de Francia con los test rápidos.