Las medidas puestas en marcha para tratar de parar la propagación del nuevo coronavirus, un virus para el que, por el momento, no hay cura, han disparado las alarmas entre la población: en Italia, que está sufriendo un agresivo brote, las mascarillas se agotan mientras los ciudadanos acumulan provisiones en casa ante posibles cuarentenas.
Lo cierto es que medidas de este tipo buscan fundamentalmente detener el avance de una enfermedad que se contagia rápidamente porque aún no sabemos defendernos de ella. ¿Pero hay motivos reales para la alarma? ¿Son ciertas todas las afirmaciones que se oyen sobre el virus? Estas son algunas certezas sobre lo que se sabe y lo que no, hasta ahora, de un virus que continúa en estudio.
El origen del coronavirus: Wuhan
El nuevo coronavirus, bautizado como COVID-19, se originó en Wuhan. El foco se estableció en un mercado de animales vivos de la ciudad y se especuló con la posibilidad de que el virus hubiera pasado del pangolín al hombre, aunque es una posibilidad que aún no está clara. El régimen comunista informó al mundo de los primeros casos el 31 de diciembre: un grupo de 27 personas con síntomas de neumonía vinculados a dicho mercado.
El contagio: secreciones del enfermo
Al tratarse de un nuevo coronavirus sigue en estudio, pero por el momento las autoridades sanitarias dan por hecho que se comporta de forma similar a otros virus de la misma familia, como los responsables del SARS o el MERS: el contagio se produce a través de gotas respiratorias de más de cinco micras y por contacto con secreciones de personas infectadas.
A quién afecta más: ancianos y personas con patologías graves
El nuevo coronavirus tiene síntomas parecidos a la gripe, como tos, fiebre y dolor de garganta y puede derivar en dificultades respiratorias, fallos renales y neumonía. Los pacientes que pueden desarrollar los síntomas más graves y entre los que de forma mayoritaria se producen los fallecimientos son ancianos y personas inmunodeprimidas y con patologías previas.
En China, la mayor parte de afectados son mayores de 30 años; de hecho, al contrario que con la gripe, la población infantil no parece resultar especialmente afectada por el virus: según los últimos estudios, los enfermos de coronavirus menores de diez años son escasos y han presentado síntomas leves.
El tratamiento del coronavirus
No hay ningún tratamiento de momento para el coronavirus al tratarse de un virus absolutamente nuevo: el remedio sería una vacuna para la que ya se trabaja. En casos específicos, sin embargo, se han empleado antivirales de forma experimental. Es el caso, por ejemplo, del considerado paciente 1 en Italia: un hombre de 38 años ingresado en el hospital. Según ha explicado en el Corriere della Sera el médico que le trata, se le han aplicado antivirales contra el VIH que estarían resultando eficaces por el momento.
La mortalidad: en torno al 2%
Los datos preliminares, basados en las cifras proporcionadas por China, apuntan a una letalidad (la proporción entre infectados y fallecidos en un lugar determinado) de entre el 2% y el 3%. El 80% de los casos detectados en China habrían presentado síntomas leves. Se trata en todo caso de datos provisionales, a la espera de estudios sobre la mortalidad en otros puntos del mundo con brotes importantes.
El contagio: cuando hay síntomas
Se cree que el periodo de incubación oscila entre los dos y los catorce días pero aún está en estudio. También se apunta que es contagioso cuando se manifiestan los síntomas, aunque sean muy leves, aunque están en estudio casos que apuntan a un contagio anterior a los síntomas y posterior.
La prevención del coronavirus: lavarse las manos
La forma básica de prevenir es la más sencilla: lavado de manos frecuente, durante al menos 20 segundos, con agua y jabón, y en su defecto, con un desinfectante con alcohol. También recomiendan taparse con el brazo la nariz y la boca al estornudar y toser y mantener una distancia de, al menos, un metro con personas con síntomas.
En cuanto a la fiebre por las mascarillas, las autoridades sanitarias recuerdan que no evitan por sí mismas el contagio -es fundamental la higiene de manos- y si se utiliza, hay que hacerlo bien: hay que colocársela con las manos limpias y evitar tocarla durante su uso; hay que quitarla por detrás y debe ser cambiada si está húmeda.
La duración de la enfermedad: dos semanas
La OMS estima que el tiempo de recuperación es de unas dos semanas en casos leves y de tres a seis semanas en los casos más graves.
Los bulos del coronavirus
No se propaga por el aire a grandes distancias: la OMS ha negado los rumores de que el virus podría sobrevivir en el aire y propagarse a grandes distancias. Se propaga, insiste, a través de las gotas que se generan cuando una persona infectada tose y estornuda, demasiado pesadas para propagarse lejos. Se estima que, como máximo, alcanzan un metro de distancia.
No es peligroso recibir paquetes con origen chino: el nuevo coronavirus sólo podría sobrevivir durante unas horas en una superficie, según la OMS, que insiste en la importancia de lavarse las manos para evitar la propagación del virus al tocar objetos. No obstante, insiste en que el riesgo por tocar elementos como billetes, monedas o tarjetas de crédito es bajísimo, por el mismo motivo: la escasa capacidad del virus de sobrevivir en el exterior.
No se transmite a través de picaduras de mosquito: por el momento no se han encontrado evidencias de que se transmita a través de picaduras de mosquitos o por contacto con mascotas, o incluso que éstas puedan propagarlo.
No hay remedios milagrosos para prevenir el coronavirus: se han difundido bulos como que la cocaína, la nieve, los secadores de manos, el cloro o incluso la orina protegen frente al coronavirus. Ante la posibilidad de que alguien se lo crea, la OMS ha publicado el desmentido a bulos como estos, insistiendo en que lo más eficaz para evitar contagios es lavarse los manos y no acercarse a menos de un metro de un enfermo o sospechoso de serlo.