Muchos recordamos todavía aquellos tiempos en los que prácticamente no faltaba en ninguna casa la correspondiente enciclopedia de la salud. Comprábamos los fascículos en el quiosco, o a veces procedían de coleccionables de revistas, fichas del suplemento dominical, o promociones por correo de alguna editorial.
Se trataba de obras generales, llenas de profusos dibujos de anatomía y algunas fotos ilustrativas. Causaban una sensación agradable al tacto y se miraban con aire docto, como intelectual. Pero es cierto que no se usaban demasiado.
Las cosas hoy, para bien o para mal, han cambiado. Y, centrándonos en la parte positiva, me atrevería a decir que nos han puesto en bandeja de plata las herramientas para solucionar algunos problemas de salud que de toda la vida han resultado un tanto peliagudos. Exacto, me refiero a las cuestiones sexuales.
Información para consultar en privado
Cuando sufrimos un problema o enfermedad de índole sexual, si se trata de una dolencia llevadera, como los problemas de erección o la sequedad vaginal, se suelen sufrir en silencio. Y he aquí un buen signo de estos tiempos: lo que antes resultaba algo complicado, ahora es fácil. Consultar la información para resolver nuestro problema ya no pasa por una incómoda visita al médico o especialista o que nos pillen en la biblioteca consultando ciertos libros.
Ahora existe una gran cantidad de información disponible en Internet, esa autopista de la información que ya casi parece más bien un océano. Y, aunque el médico siempre tiene la última palabra, nunca vienen mal algunos consejos, trucos y explicaciones, sobre un proceso fisiológico o malestar que nos trae por la calle de la amargura.
Por poner un ejemplo: el asunto de la erección masculina es bien conocido por ser un problema que se trata de esconder por la vergüenza que provoca en el que lo sufre. Se ha unido tanto la potencia sexual masculina a la hombría que se consigue llevar la magnitud del mismo a niveles estratosféricos sin necesidad.
Mucha información, pero hay que seleccionar
Así que, frente al ejemplo anterior, podemos acercarnos a Internet y buscar las soluciones propuestas.
Me pongo manos a la obra y entro en Google. De entre la miríada de blogs, páginas web, vídeos… veo uno llamado Tenga Salud, donde publican opiniones diferentes sobre productos, además de artículos muy sencillos explicando temas de salud, bienestar, belleza, embarazo… Un blog bien estructurado, de información bastante clara y precisa, donde he encontrado una de las muchas respuestas para los problemas de erección masculina.
Me fijo que no tratan de sustituir a tu médico, que son prudentes en sus consejos, y que no tratan de vender milagros ni medicinas alternativas folclóricas o extraterrestres. Bueno, pues vamos bien.
Al final, encontré un análisis de un producto que favorece la circulación sanguínea del miembro viril y que tiene efectos positivos según nos indican. Se llama Titan Gel, y realmente, parece un producto que lleva tiempo en el mercado y es conocido.
Me doy una vuelta por el resto de la web. Es joven y muy acorde con los tiempos que corren. Desde luego, siento que es el sustituto de aquellas secciones de consejos de salud de las revistas que solían acompañarnos en las salas de espera del dentista o del médico.
Algunos consejos para navegantes de la salud
Debido a la saturación de información que puebla el vasto imperio del mundo digital, quiero dar algunos consejos para que podamos intuir con mayor acierto aquellas páginas útiles y fiables:
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Las páginas web de calidad nunca tratan de sustituir a tu médico.
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Los remedios o terapias serán siempre conservadores, naturales, y siempre avisarán de sus efectos negativos si los hubiera.
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No fomentan o se basan en los milagros o soluciones mágicas.
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La redacción de los artículos es profesional y amena, sin extrañas traducciones del inglés que no se entienden o frases que parecen escritas por alguien que no aprobó nunca lengua y literatura.