Mucha gente sueña con que algún día exista una píldora que permita mantenerse en forma sin tener que hacer el esfuerzo de ir a entrenar al gimnasio. Y ese sueño puede estar más cerca. En el laboratorio Salk Institute for Biological Studies, en California, están trabajando en ello. Aunque su propósito no es de satisfacer el anhelo de un grupo de perezosos, sino el de ayudar a aquellas personas que por diversos motivos (parálisis, enfermedades degenerativas, obesidad mórbida) no pueden hacer ejercicio físico, lo que se traduce en un deterioro de su organismo.
Las investigaciones comenzaron a principios de este siglo. Consiguieron que ratones que seguían una misma dieta rica en azúcares no sufriesen las mismas consecuencias físicas. Algunos se volvían obesos, pero otros seguían manteniendo su forma física habitual. Y todo fue gracias al llamado compuesto químico 516, que estimulaba los circuitos orgánicos que producían los mismos efectos del ejercicio físico.
Desarrollar un fármaco a partir de ahí parecía algo sencillo. El problema es que pruebas posteriores revelaron que dicho compuesto tenía un terrible efecto secundario: elevaba el riesgo de padecer cáncer. Pero, ahora, los mismos investigadores han conseguido desarrollar otra sustancia, el compuesto 14, que no muestra ese efecto secundario y que consigue efectos similares.
De todas formas, pasará aún mucho tiempo antes de que veamos comercializado dicho producto. Para ello las autoridades sanitarias tienen que considerar primero la imposibilidad de hacer ejercicio como una enfermedad en si misma que necesita tratamiento farmacológico.