Noticia 'dramática' para los fans del acetaminofeno (paracetamol), uno de los analgésicos más populares de nuestra sociedad. Habrás oído en múltiples ocasiones alabar las virtudes de este medicamento. Tan inocente e inofensivo parecía a ojos de todos, que los médicos se lo prescriben a las embarazadas sin la menor preocupación. Incluso aquellos que evitan tomar cualquier clase de fármaco reconocen abiertamente haber sucumbido a sus encantos de vez en cuando.
El caso es que, tras 50 años de liderazgo, los días de buena reputación y fama parecen estar llegando a su fin para el analgésico estrella de nuestros botiquines. Lo que es indiscutible es que nadie puede dudar de su eficacia, pero no precisamente en el sentido de analgésico que todos conocemos. Según parece se excede en su función: no solo hace desaparecer tu dolor de cabeza, sino que también te impide sentir el ajeno. "El paracetamol puede disminuir nuestra empatía". Al menos eso es lo que afirma una nueva investigación publicada en la revista especializada Social Cognitive and Affective Neuroscience.
Los investigadores de la Universidad de Ohio llegaron a esta conclusión tras evaluar a un grupo de 80 estudiantes universitarios que se ofrecieron voluntarios, posiblemente porque no tenían ni idea del mal trago que les iban a hacer pasar. Y nunca mejor dicho. Como cóctel de bienvenida les dieron un líquido misterioso. No fue tan poético como con Neo en Matrix, a quien al menos le dieron a elegir entre la pastilla roja o la azul. O como con Alicia, que al entrar en El País de las Maravillas le ofrecieron un pack de mini botellas. En su caso, les dividieron en dos grupos y les hicieron beber cosas distintas. El primer grupo degustó agua fresquita con unos toques algo artificiales en su cata aportados por el chute de 1.000 mg de paracetamol que le habían incluido. El grupo de los otros cuarenta voluntarios solo tomaron agua del grifo. Con un placebo diluido, eso sí.
Tras esto, les facilitaron lectura. "¡Qué grato!", dirás "¡un rato de relax!". Pues no. Las historias que debían leer versaban sobre personas que habían padecido graves dolores físicos, como puede ser el corte profundo con un cuchillo o el impacto de un rostro contra el volante en un accidente de coche. Tampoco faltaron los hechos que versaban sobre gente con problemas psicológicos o dramas en los que una familia se tenía que enfrentar a la pérdida de un ser querido. Para avivar más la llama del drama, los investigadores les advirtieron de que las historias estaban basadas en hechos reales.
Ahora tocaba el turno de valorar qué diferencias emotivas había entre los sujetos que habían tomado el brebaje adulterado con los que tomaron solo agua. Cuando había pasado una hora de su ingesta, los científicos pidieron a los voluntarios que evaluasen la gravedad de cada uno de los dolores que habían leído con notas desde el 1 (leve) a 5 (muy grave). Cuando vieron las calificaciones que habían otorgado los participantes a cada historia, los investigadores se percataron de que había un patrón alarmantemente constante: aquellos que tomaron el paracetamol habían clasificado el dolor de las personas en los distintos escenarios con menos gravedad que los que habían tomado el placebo.
Pero no te vayas todavía, que aún hay más
Sorprendidos, preocupados y con muchos interrogantes en su cabeza, los investigadores emprendieron un segundo experimento. Para ello, reclutaron en esta ocasión a 114 estudiantes universitarios y repitieron la primera parte que ya todos sabemos: vasito de agua con paracetamol o placebo.
La novedad vino después. No les hicieron leer dramones que harían llorar al mismísimo Van Damme, pero no sabemos si el escenario fue más grato para los voluntarios, quienes se vieron en una pequeña sala literalmente bombardeados. Por los altavoces del laboratorio sonaban explosiones de dos segundos de ruido blanco que fue variando desde los 75 a los 105 decibelios. Suficiente para lograr un dolor de cabeza de campeonato.
Tras la 'tortura' sonora los investigadores pidieron a los estudiantes que calificarán las explosiones en una escala de 1 (fácilmente soportable) a 10 (muy desagradable). Y esta vez no se quedaron solo ahí. También les pidieron que imaginasen y valorasen cuánta molestia podrían haber sentido sus compañeros al escuchar los mismos ruidos. Los resultados pusieron en evidencia que los participantes que habían ingerido el paracetamol una hora antes habían clasificado las explosiones de ruido como menos desagradables no solo para sus compañeros, sino también para ellos mismos. "En este caso el paracetamol redujo el dolor o las molestias que podían sentir. Como es natural, imaginaron que los demás las sentían de la misma forma que ellos", explica Dominik Mischkowski, coautor del estudio.
La conclusión es algo que ya sabíamos todos: estar "dopado" te hace ver las cosas de manera más positiva. Incluso si se trata de molestas explosiones en tu oído.
¿Por qué el paracetamol disminuye la empatía?
Nos encantaría responderte a esta pregunta, pero lo cierto es que los investigadores tampoco tienen ni idea. Según reconoce Baldwin Way, el otro autor de la estudio: "no sabemos por qué el paracetamol está teniendo estos efectos, pero es preocupante". Y lo cierto es que razón no le falta.
Según el último informe del Sistema Nacional de Salud el paracetamol es el segundo fármaco más vendido en España: nada menos que 32 millones de ventas anuales. Su reputación de económico, seguro y eficaz le ha otorgado un liderazgo indiscutible entre los analgésicos y un sitio reservado en nuestro botiquín. Pero, tras varias investigaciones que advierten que 'no es oro todo lo que reluce' es normal empezar a plantearse si ha llegado el momento de despedirse de él.
Los otros efectos adversos
En 2013, la FDA advirtió que, aunque con una baja probabilidad, el consumo de paracetamol puede causar el síndrome de Stevens-Johnson, una variante severa del eritema multiforme que provoca una grave necrosis epidérmica al paciente que puede llegar a causarle la muerte.
Otra investigación que le deja a uno con cara de póker ha sido publicada recientemente en la revista especializada Annals of the Rheumatic Diseases. Tras un exhaustivo análisis, los investigadores descubrieron que los pacientes que toman acetaminofeno de forma regular elevan en un 63% sus posibilidades de morir de forma inesperada, un 68% las de padecer un infarto o un ictus y hasta un 50% los riesgos de sufrir una úlcera o un sangrado estomacal.
Pero no pongáis cara de sorpresa, que las sospechas vienen de hace tiempo. Hace una década, un grupo de investigadores de Colaboración Cochrane, una conocida ONG de investigadores sanitarios, hicieron una completa revisión de siete estudios que analizaban la eficacia del paracetamol comparándole con un placebo. El resultado fue bastante triste: dos de ellos afirmaban que no hacía ningún efecto y a los otros cinco no les fue mejor, ya que descubrieron que el acetaminofeno solo aliviaba el dolor un 5% más que el placebo.
En países como Reino Unido han dejado de prescribirse para la osteoporosis, ya que según el National Institute for Health and Care Excellence, los beneficios que se pueden obtener de su regular administración son notablemente inferiores a los riesgos y efectos adversos que puede llegar a ocasionar.
¿'Víctimas' del paracetamol?
Lo cierto es que el hecho de que un medicamento sea capaz de 'apagar' o disminuir la empatía de una persona es un hecho preocupante. "La empatía es muy importante", reconoce Way. "Imagina que estás manteniendo una discusión con tu pareja tras haberte tomado una dosis de acetaminofeno. Lo que esta investigación sugiere es que la comprensión que dedicas a tu compañero sentimental podría ser inferior que en otras ocasiones similares." Quién sabe, quizás esté hecho también expliqué porque los españoles tenemos tanta mala suerte con nuestros políticos, una profesión que debe ocasionar fuertes dolores de cabeza y aumentar de forma considerable el consumo de este fármaco.
Otra investigación realizada anteriormente por Way y sus colegas concluyó que el paracetamol también embota emociones positivas como la alegría. Y no solo eso, también influye negativamente a la hora de tomar decisiones difíciles. Así que la próxima vez que quieras resolver una negativa con una pastillita porque tu compañero emocional tiene "dolor de cabeza", piensa seriamente en darle un ibuprofeno si esperas lograr un final feliz. De lo contrario, los efectos podrían ser completamente desconocidos.