Una variante genética que surgió en las poblaciones árticas -como los esquimales de Siberia, los chukchi y los inuits norteamericanos- en un periodo de entre 6.000 y 18.000 años atrás permitió a estos grupos humanos sobrevivir en entornos tan hostiles como esos mares de hielo, donde la agricultura es inviable, con temperaturas de 70 grados bajo cero.
La mutación, conocida como CPT1A, codifica una enzima que permite asimilar los ácidos grasos de una dieta basada en el consumo de carne de mamíferos marinos con muy baja presencia de hidratos de carbono. Sin duda, esta variación genética supuso una ventaja adaptativa en el pasado y que estas poblaciones estuvieran razonablemente bien alimentadas con una dieta tan particular. Sin embargo, los descendientes de aquellos paleoesquimales presentan hoy unas condiciones de vida no tan extremas, pero muchos siguen portando el gen CPT1A. Paradójicamente, esa variación genética que supuso un beneficio en la adaptación a un medio hostil en el pasado deteriora en nuestros días la salud de estas poblaciones, que ven incrementado su riesgo de sufrir hipoglucemia, así como la mortalidad infantil. Así lo expone un grupo de investigadores de la Universidad de Cambridge (Reino Unido), en un artículo publicado en el último número de la revista American Journal of Human Genetics.
"Esta mutación demuestra cómo la misma variación selectiva que proporcionó ventajas en el pasado puede ser perjudicial en las circunstancias actuales de esas mismas poblaciones. Se trata de una inusualmente fuerte evidencia de selección en las poblaciones siberianas. La mutación alcanzó a más del 80 por ciento de esquimales (siberianos, chukchi o inuits). Es muy infrecuente que una nueva mutación alcance tanta prevalencia en un periodo de tiempo tan corto (seguro de 6.000 a 23.000 años atrás, pero probablemente fue de 6.000 a 18.000 años). Esta selección es comparable a otras tan representativas como el alelo EDAR, que provoca que los asiáticos tengan el pelo liso y fino; o el gen LCT de los europeos, que les proporciona tolerancia a la leche de vaca", asegura a EFE Futuro el autor principal de la investigación, Toomas Kivisild, de la Universidad de Cambridge.
La variante genética CPT1A está hoy presente en el 68 por ciento de los individuos de las poblaciones árticas y es prácticamente inexistente en cualquier otro grupo humano del mundo. Estudios anteriores habían constatado los casos de hipoglucemia y elevada mortalidad infantil en las poblaciones de inuits canadienses y ahora llega una explicación que, según Florian Clemente, otro de los autores del artículo, "ilustra la importancia de comprender los cambios evolutivos en el pasado porque el impacto en la salud de las personas puede ser más importante de lo que se pensaba".
En cualquier caso, ¿no se supone que los cambios genéticos se orientan a mejorar la especie, en lugar de a empeorarla? Para Tomas Kivisild, "esto no funciona así. El éxito evolutivo no se mide en términos de mejora de la salud general, sino en términos de capacidad reproductiva".