El doctor Germán Ramírez, de Medicina Interna del Hospital de La Paz, ha explicado hoy que la auxiliar de enfermería contagiada por ébola pudo adquirir la enfermedad al tocarse la cara cuando se retiraba el traje protector después de atender al religioso Manuel García Viejo, fallecido a causa del virus.
El doctor señaló que había hablado con la enfermera y "eso es lo que ella ha recordado y lo que ella me ha dicho". Ramírez admitió haber estado hablando con la paciente durante esta mañana. "Esta mañana he revisado con ella toda la cadena de puesta del traje y su actividad dentro de la habitación", ha explicado el doctor, quien ha señalado que en uno de los momentos le ha transmitido "esta posibilidad" de contacto con la cara. Aunque al principio la enfermera negaba que hubiera podido cometer algún error con el protocolo, ahora dice que está "confusa con tanta llamada" y es "posible" que haya tenido ese contacto, ha asegurado el médico.
No avisó del contacto con los misioneros
La auxiliar de enfermería también ha hablado con los medios de comunicación. En una entrevista en Las Mañanas de Cuatro, ha dicho que el día que comenzó a tener fiebre "fui a ver a mi doctora de cabecera pero yo no le dije que había estado en contacto con los dos misioneros. Tampoco pensé que era ébola, hasta el momento nunca lo piensas", por lo que el médico de cabecera la mandó a casa pensando que era gripe, ya que los síntomas iniciales son muy parecidos.
Explicó que cuando empezó a sentirse aún peor llamó al 061 y "vinieron a casa a buscarme en ambulancia" unos sanitarios que acudieron a su domicilio vestidos normales, sin protección especial, recuerda la auxiliar de enfermería, que ha señalado este martes estaba "bastante mejor" que los días anteriores.
"Al principio los médicos venían a verme cada hora, luego se fue espaciando el tiempo entre visita y visita y más tarde comencé a escuchar por detrás de la puerta cosas. La siguiente vez entraron con traje. Yo pregunté si tenía ébola y no me lo dijeron. Lo siguiente que hicieron fue meterme en una capsula por lo que ya no tuve que preguntar más", ha añadido.
"Los observadores deberían haberlo visto"
Ante las informaciones publicadas, la secretaria de Organización del Sindicato de Auxiliares de Enfermería (SAE), Isabel Lozano, ha defendido el buen hacer de la enfermera Teresa Romero y ha añadido que si realmente se hubiera tocado la cara con parte del traje de protección, "los observadores deberían haberlo visto".
En su opinión, es "un poco raro, hasta sospechoso" que se ponga en duda la profesionalidad de Teresa --con catorce años de experiencia y que trabajó con enfermedades infecciosas tropicales en el Hospital Carlos III--, cuando los responsables de la Administración han asegurado que "en el momento en el que se ponían los trajes siempre había observadores".
"¿No lo vieron?", se pregunta Isabel Lozano, que ha apostillado que la Consejería de Sanidad les aseguró ayer que el contagio no podía deberse a un fallo en el protocolo. "¿Para qué estaban los observadores? Al final el muerto se lo van a endosar a ella", ha declarado la representante de SAE.
Por su parte, el presidente del Consejo General de Enfermería, Máximo González Jurado, ha pedido este miércoles que no se "crucifique" a la enfermera y que no se le achaque el contagio asegurando que se ha tratado de "un error humano".
"Si Sanidad tiene evidencia científica de que efectivamente se ha producido tal error que lo demuestren y hagan públicas las pruebas a la mayor brevedad posible, pero si no es así --pide--, que hagan un ejercicio de responsabilidad y coherencia y no "crucifiquen" a un profesional que en estos momentos está luchando por sobrevivir a una letal infección, un riesgo que ha asumido por cumplir con su deber y vocación de atender a un enfermo que necesitaba sus cuidados".
Por ello, asegura que desde el Consejo General de Enfermería no permitirán que se criminalice a los profesionales. "Hay que recordar que esta compañera está en el peor trance posible como consecuencia de haberse jugado la vida para cuidar de un paciente", apostilló.