Álvaro Pascual-Leone (Valencia, 1961) es uno de los "pioneros en estimulación cerebral no invasiva", según Lancet Neurology, y dirige el centro estadounidense de investigación Berenson-Allen. A lo largo de su carrera se ha interesado por las neuronas motoras y visuales, que pertenecen a estructuras comunes en todos los seres humanos. Sus técnicas se emplean para rehabilitar a pacientes con lesiones medulares y para tratar depresiones.
Póngame un ejemplo de lo que ha conseguido con las técnicas de estimulación cerebral no invasiva.
Una persona tiene un accidente y sufre una lesión medular. El médico le hace una resonancia y observa el daño neuronal. Pasa el tiempo y a pesar de la fisioterapia ese paciente intenta mover la mano y no puede. Con nuestras técnicas podemos demostrar si aún quedan conexiones neuronales, de qué tipo son y cómo modificarlas. Si todavía quedan cables podemos entrenarlos para que esa persona recupere la función.
¿Y esa persona podrá mover la mano de nuevo, como si nada?
Tampoco somos milagreros. No es que recupere todo el movimiento, pero hay una diferencia muy grande entre mover un poquito los dedos para poder coger algo y no tener control ninguno. Por eso queremos encontrar marcadores fisiológicos en el diagnóstico, que luego también nos sirvan para guiar las intervenciones terapéuticas.
¿Qué tratamientos proponen?
Podemos usar técnicas de estimulación para fomentar la plasticidad. En nuestro centro, la investigadora vasca Mar Cortés ha demostrado cómo la acabas fomentando si estimulas una red neuronal desde distintos puntos. Eso se convierte en un beneficio terapéutico que antes no existía porque las carreteras neuronales eran demasiado pequeñas y no podías meter más tráfico.
¿Hay más utilidades?
El dolor neuropático es controlable. Hemos demostrado que el exceso de conectividad, por una plasticidad excesiva y mal adaptativa, se puede bloquear. Cuando la desconectas disminuyes un dolor que puede ser muy debilitante en gente con lesión medular. La revista Brain ha publicado los resultados de este estudio, liderado por Dolors Soler del Institut Guttmann (Barcelona).
Las técnicas de estimulación cerebral también han demostrado muy buenos resultados en el tratamiento de la depresión mayor.
La depresión es una patología más del sistema nervioso. Tradicionalmente, este tipo de enfermedades se había conceptualizado como alteraciones químicas del sistema. Luego nos dimos cuenta de que el cerebro era un vasto cableado y quizás deberíamos haber entendido la depresión como una alteración del circuito. Pero tampoco es algo tan simple. El cerebro es una red de circulación donde uno puede ir por muchas vías distintas y llegar al mismo sitio. La alteración de este circuito y la capacidad de encontrar vías alternativas y engarzar conexiones da lugar a los síntomas de estas enfermedades.
¿Qué diferencia hay entre los métodos invasivos y no invasivos?
El planteamiento es el mismo: utilizar la estimulación cerebral para cambiar ciertas conexiones como tratamiento a la depresión. La pregunta es si uno puede modificar esa red también de forma no invasiva y el año pasado ya publicamos las primeras evidencias en la revista Neuroimage, con el investigador Michael Fox. Por ahora, las técnicas no invasivas que utilizamos nosotros son el único tratamiento aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de los Estados Unidos. En cambio, los métodos invasivos como la estimulación cerebral profunda todavía está en estudio.
Uno de los efectos secundarios de las técnicas invasivas son las infecciones y las hemorragias cerebrales. ¿Qué efectos no deseados tienen las no invasivas?
La forma no invasiva parece más segura y menos arriesgada. Nos libramos de las infecciones y las hemorragias, pero corremos otros riesgos, como dolores de cabeza y crisis epilépticas por sobrestimulación de un área.
¿En qué lugar dejan estos avances a las terapias farmacológicas y psicológicas contra la depresión?
Creo que ninguna terapia es un milagro que resuelva todos los problemas. Estos logros nos dan un abanico de oportunidades para tratar la depresión, integrando las distintas herramientas de forma adecuada en beneficio del enfermo. No se trata de recetar o bien medicación, o bien psicoterapia o bien neuroestimulación; sino, qué y cuánta medicación; qué tipo de psicoterapia; qué tipo de estimulación, y dónde y cómo se aplica.
Algo más holístico…
Al contrario que los ratones, probablemente necesitemos todos estos aspectos. La forma tradicional de investigar en estos campos es intentar aislarlo todo y solo fijarse en algo concreto. Eso en humanos con frecuencia no funciona, porque cuando aíslas creas un efecto que a su vez tiene un impacto, que puede ser negativo. Si no tenemos en cuenta una aproximación más holística a los tratamientos nos arriesgamos a perder oportunidades.
¿De todo lo que se puede estudiar sobre el cerebro, a usted por qué le dio por estudiar las neuronas de los sistemas motor y visual?
A mí lo que me interesa es conocer los mecanismos invariables en más de un sistema, aquello que es común en todos. La subjetividad de cada individuo dificulta la investigación en humanos, pero los sistemas visual y motor son dos grandes mundos que puedes medir con gran precisión. De pequeño quería ser filósofo para saber por qué los humanos pensamos y sentimos, pero al final decidí buscar las mismas respuestas desde la neurociencia.
¿Cómo valora los proyectos de los EE UU y Europa para mapear el cerebro humano?
Los proyectos así de ambiciosos son muy importantes por muchas razones. Una de ellas es concienciar a la gente de que es importante hacerlo. Pero ver la foto del mapa de carreteras del cerebro no es suficiente, hay que observar la funcionalidad. Yo lo entiendo como uno de los móviles del escultor Alexander Calder. Este artista estadounidense argumentaba que para captar la belleza de su obra uno las tenía que ver en acción, en movimiento.
¿Y cree que es posible?
No sabemos ni cuándo ni dónde acaban las capacidades funcionales del cerebro. Sin embargo, yo creo que vamos a aprender un montón. Ahora bien, si me preguntas si vamos a entender el cerebro por completo, pues no; con lo cual tendremos diversión y retos durante mucho tiempo.