Según la literatura médica, quienes se someten a terapias farmacológicas para dejar de fumar engordan algo menos que los que lo consiguen a fuerza de voluntad, pero engordan. De media, los exfumadores cogen de tres a cinco kilos en el primer año sin tabaco, la mayor parte durante los tres primeros meses, según un metanálisis publicado el año pasado en el British Medical Journal que reunió y cruzó los datos de 62 estudios clínicos anteriores.
En aquel análisis no se detectaron diferencias entre quienes utilizaban distintas farmacoterapias para dejar de fumar (parches de nicotina, bupropión y vareniclina), ni tampoco entre las personas pendientes de su figura y las despreocupadas. Los investigadores concluían insistiendo en la necesidad de más estudios para "identificar los subgrupos que tienen mayor riesgo de aumentar de peso al dejar de fumar", con vistas a prevenirlo.
Ahora, el equipo de investigación de Koji Hasegawa y su equipo del Centro Médico de Kyoto, en Japón, ha estudiado los factores que influyen en este aumento de peso sobre una muestra de 186 pacientes (132 varones y 54 mujeres) que habían acudido a una clínica para dejar de fumar, con éxito. El resultado más llamativo del análisis es que los más enganchados a la nicotina engordaban más. Dicho de manera técnica, altas puntuaciones en la prueba de Fagerström de Dependencia de la Nicotina (FTND) –que evalúa el nivel de adicción a esta sustancia–, estaban fuertemente correlacionadas con mayores ganancias de peso en sus dueños.
"Los valores medios del índice de masa corporal (IMC) aumentaron de 23.5 kg/m2 al inicio de la terapia a 23.9 kg/m2 tres meses después", indican los autores en el artículo. No hubo diferencias significativas entre los que se medicaron con parches de nicotina y con vareniclina, las dos terapias administradas a los pacientes del estudio.
Según los resultados, otros factores que se relacionan con el aumento de peso son los triglicéridos, los niveles de colesterol HDL (cuanto más bajos, más kilos) y el consumo de cigarrillos diario antes de las terapias. Los triglicéridos y la dependencia a la nicotina son determinantes, pero de todos, con diferencia, el factor más fuerte es este último. "Los fumadores muy dependientes tienen mayor probabilidad de engordar durante la terapia para dejar de fumar –dicen los autores–, y pueden requerir intervenciones contra el aumento de peso".
Dejar el cigarro vale más que ganar unos kilos
Los expertos inciden en que "los beneficios de dejar de fumar superan notablemente los posibles riesgos de ganar peso", como explicaba Esteve Fernández, director de la Unidad de Control del Tabaquismo del Instituto de Oncología de Cataluña, coautor del editorial que acompañaba el metanálisis de British Medical Journal de 2012 antes citado.
En este nuevo artículo, los investigadores japoneses también insisten en las ventajas para la salud de abandonar el tabaco, incomparables con la molestia de ganar unos kilos. "Aunque se engorde, dejar de fumar reduce el riesgo cardiovascular", explican. Pero, para muchas personas, "la idea de ganar peso obstaculiza el deseo de dejar de fumar", continúan.
Por eso, para que un tratamiento sea eficaz, creen que "se debe advertir a los pacientes que engordarán algo, y los resultados de este estudio pueden ser útiles para distinguir a los más proclives".