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¿Qué pasa con tu cuenta de Twitter cuando mueres?

Esfumarse de la red o seguir publicando tras el fallecimiento: ambas opciones son viables.

Esfumarse de la red o seguir publicando tras el fallecimiento: ambas opciones son viables.
LD/Cordon Press

Aquel que conozca la figura de Elizabeth Taylor estará de acuerdo en que fue una adelantada a su época en casi todo. Twitter no fue una excepción: su forma de pensar, sus plegarias y sus buenos deseos se hicieron extensibles a esta red social. Cuando en 2011 nos dejó para siempre, su fideicomiso continuó la actividad hasta que creó una cuenta aparte dedicada a su memoria, más apropiada para difundir su labor humanitaria. Cuatro años después, ahí sigue @DameElizabeth, con más de 300.000 seguidores.

Es un caso excepcional. Normalmente la muerte nos pilla con las botas puestas y sin nadie encargado de cuidar nuestras redes sociales, y mucho menos de convertirlas en un homenaje a nuestra persona. A veces el último tuit no es lo que a uno le gustaría como sentencia final: la promoción de un producto de adelgazamiento, en el caso de Pedro Reyes, o una mofa del nivel de inglés de Emilio Botín, en el caso de Constantino Romero. Sus cuentas siguen activas, de forma casi fantasmal, al igual que las de Hugo Chávez, Darío Barrio o Robin Williams. ¿Cómo gestionar esta situación? ¿Qué hacer en Twitter cuando alguien muere?

En principio, Twitter no desactiva las cuentas que dejan de tener actividad. Si deseamos eliminar la cuenta de un usuario fallecido, tendremos que notificarlo y proporcionar el certificado de defunción y nuestro documento de identidad. El proceso dura seis meses, y en ningún momento se permitirá el acceso de otra persona a la cuenta. Después de la supresión, nadie podrá emplear ese nombre de usuario. Quizá simplemente deseemos borrar determinadas imágenes o vídeos: la red también ofrece un protocolo al respecto.

140 caracteres del más allá

La muerte, como decíamos, suele llegar de forma inesperada, y aunque no sea así, una red social puede ser lo último en lo que alguien piense llegado ese momento. Para los más previsores hay dos singulares aplicaciones: DeadSocial y LivesOn, bautizadas ambas de forma realmente expresiva.

DeadSocial permite programar mensajes, tanto en Twitter como en Facebook, y mandarlos a sus destinatarios una vez el usuario haya pasado a mejor vida. Un "ejecutor digital", que elegiremos previamente, será el encargado de administrar todo el contenido, sin posibilidad de modificarlo: a él corresponde decidir cuándo ha transcurrido el tiempo suficiente para que sea apropiado enviar el texto, las fotos y los vídeos.

"Cuando tu corazón deja de palpitar, todavía puedes tuitear": este es el eslógan de LivesOn, una herramienta inteligente que va más allá que la anterior. Se trata, simple y llanamente, de seguir tuiteando tras nuestra muerte, sin que tengamos que preparar el contenido. ¿Cómo es esto posible? LivesOn examina todo nuestro timeline, nuestros gustos y preferencias, hasta nuestra sintaxis, y en base a ello, publica automáticamente tuits sobre temas de nuestro interés. También será necesario un albacea digital, encargado de decidir hasta cuándo se mantiene la actividad.

Pensar en estos temas por adelantado puede resultar siniestro. Sin embargo, si nos planteamos el tiempo gastado delante de una pantalla, el esfuerzo empleado en cuidar nuestra presencia en la red, quizá le encontremos sentido a no desaparecer del todo de la misma una vez llegado el último suspiro. Tuitead en paz.

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