Así es la personalidad de los 'trolls' de internet
Un estudio ha desmenuzado la personalidad de los 'trolls'. Dedican 11 horas semanales a su labor y son unos sádicos.
Los trolls de internet son malas personas, por evitar calificativos más gruesos. Esos personajes, generalmente anónimos, que disfrutan molestando a otros internautas, cizañeando en foros, estropeando conversaciones online con sus insultos, provocando que blogueros y medios de comunicación se planteen (o se decidan a) cerrar los comentarios para evitar las distorsiones que generan estos sociópatas de la red. Así son los trolls, una bomba de mal rollo que arruina la convivencia en la red.
Pero su maldad no se da únicamente en internet y el rato que pasan tecleando podría ser un respiro para la gente de su entorno. Estos matones de las redes se comportan de igual forma también en la vida real, según un estudio realizado por psicólogos de la universidades canadienses de Manitoba, Winnipeg y British Columbia. Es decir, trollear online es sólo una manifestación más de su maldad, que se daría en otras muchas facetas de su vida.
El trabajo de los investigadores se realizó en dos pasos: primero, por medio de una serie de test realizados entre una amplia muestra de internautas, los científicos lograron identificar que el 5,6% de los sujetos estudiados no tenía tapujos en reconocer que disfrutaba trolleando a los demás. Los investigadores admiten que quizá la muestra no sea lo suficientemente grande para asegurar que ese es el porcentaje aproximado de trolls que navegan en la red, que vendrían a ser uno de cada diez comentaristas activos de webs, foros y redes sociales (dado que sólo la mitad de los internautas es activo).
"Los trolls dedican un promedio de 11 horas a la semana a sus actividades de trolleo", señala a Materia la investigadora líder del estudio, Erin Buckels. En sus registros destaca un individuo que reconoció pasar 79 horas a la semana trolleando; para entender la dimensión de esa cifra, baste imaginar que ese sujeto dedica a sus maldades el doble de una jornada laboral semanal al uso. Si librara los fines de semana, en el momento en que usted apaga el ordenador en su oficina, él empezaría sus segundas ocho horas de maldad internáutica.
Los resultados de un segundo trabajo cualitativo sí permiten identificar las características más sobresalientes de la personalidad de estos peligrosos sujetos, sobre todo porque destacaban notablemente frente al resto de comentaristas online estudiados. Así, los aspectos de su conducta coincidían con los cuatro rasgos más oscuros de la personalidad: psicopatía, narcisismo, maquiavelismo y sadismo. Aunque la correspondencia de los trolls con estos rasgos era muy importante, la que más claramente se identifica con este colectivo es el sadismo, según los psicólogos que realizaron el estudio.
Los trolls son sádicos en sus dos variantes: sadismo directo, al disfrutar provocando daño a un tercero, y sadismo indirecto, que se manifiesta por ejemplo al gozar con chorros de sangre realistas en los videojuegos. Disfrutan viendo sufrir a la gente, de ahí que el título del estudio sea Los trolls sólo quieren divertirse (parafraseando en inglés el título de aquella canción de Cindy Lauper, Girls just wanna have fun).
La mayoría de sádicos se conforma con fantasear con la crueldad, disfrutándola en la distancia y sin correr el riesgo de ser castigado. "La acción directa es mucho más arriesgada", explica Buckels, que considera el sadismo indirecto, a través de películas, videojuegos, etcétera, una forma segura de satisfacer ese apetito de crueldad. "Desde nuestra perspectiva, trollear es otra manera de satisfacer este apetito sin el riesgo de los castigos de la vida real. Se encuentra en algún punto intermedio entre las formas directas e indirectas de sadismo porque inflige el daño directamente, pero desde la distancia", resume la psicóloga de la Universidad de Manitoba.
No se trata de que los trolls sean unos sádicos vagos o cobardes. Porque es más que probable, en palabras de Buckels, que estos acosadores también estén "usando sus talentos offline", es decir, en su relación directa con las personas, más allá de las pantallas del ordenador o el móvil. Este trolleo tangible podría moverse desde el acoso laboral hasta la afición por las bromas de mal gusto.
Una de las leyes más conocidas de internet es "no alimentes al troll" (don’t feed the troll, en su versión original en inglés): esto es, no le respondas, no entres a su juego, porque de ese modo sólo consigues activar su sadismo y darle disfrute, con lo que no te librarás nunca de su hostigamiento. Pero a la luz de los resultados de este estudio, quizá merezca la pena tener al psicópata distraído ante el ordenador.
Si un sádico pierde 79 horas delante del ordenador, casi no le quedaría tiempo para hostigar a la gente de su entorno, por lo que la pregunta que se plantea es evidente: ¿si se entretienen en la red, dejan de molestar de forma directa a otras personas? Buckels reconoce que esa es precisamente su actual línea de trabajo. "Es posible que trollear sacie el apetito del sádico", reconoce. "Si esto es así, en efecto, creo que deberíamos dejar que trolleen online porque las alternativas podrían ser mucho peores", señala la psicóloga.
Así, si uno tiene la suficiente paciencia y le resbalan las provocaciones de estos matones de la red, sería una decisión cívica la de mantenerle entretenido echándole cachuetes (comentarios o respuestas) para que se distraiga y no acose a otra persona. Del mismo modo que hacer perder el tiempo a los estafadores del timo nigeriano respondiendo a sus emails es una gran labor social, alimentar al troll evitaría males mayores.
No obstante, el nivel de sadismo que pueden alcanzar algunos de estos acosadores empieza a resultar muy preocupante, como sucediera con Isabella Sorley y John Nimmo, una pareja de trolls británicos, tras asediar por Twitter a una activista feminista. Los mensajes con los que la acosaban, con amenazas de violación incluidas, terminaron por costarles sendas condenas a varias semanas de cárcel.
Esto puede deberse a que obtener triunfos online puede envalentonar peligrosamente a los sádicos, según reconoce Buckels: "También es posible que tener éxito en la red fortalezca el ansia de sufrimiento… haciendo que quieran causar más daño y llegando a una crueldad más extrema".
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