Line ha sido hasta ahora la alternativa más popular en nuestro país a Whatsapp, el programa de mensajería que ha logrado casi erradicar los mensajes SMS de los teléfonos móviles. Pero una nueva aplicación pretende cambiar este estado de cosas. Telegram tiene algunas carencias respecto a su principal competidor, como la imposibilidad de grabar mensajes de audio breves desde la propia aplicación, y mejoras como los grupos de hasta 200 usuarios frente a los 50 o la posibilidad de adjuntar ficheros de hasta 1 giga, pero por lo demás parece un calco.
Cualquier nueva aplicación de mensajería tiene un grave problema: la utilidad de cualquiera de ellas se mide por el número de contactos que lo usen, y mientras que en España WhatsApp lo tenemos todos y es casi lo primero que se instala uno cuando se compra un móvil nuevo, en las demás nos solemos encontrar una lista de contactos mucho más reducida. Desde el lanzamiento de la versión en español de Telegram para Android se ha producido una media de 200.000 descargas al día en nuestro país y ha recibido un interés que competidores nativos como SpotBros no han recibido nunca. Sólo Line tuvo un momento de éxito similar gracias al anuncio de WhatsApp de empezar a cobrar una suscripción anual, pero aún así parece todavía lejos de la implantación del líder.
La táctica empleada por los creadores de Telegram, los responsables de la red social rusa VK, ha sido clonar el interfaz de usuario de WhatsApp para que quienes empleen la aplicación se encuentren como en casa. Tiene hasta el famoso doble check. Eso sí, mientras que en WhatsApp significa que el mensaje ha llegado al móvil del usuario, en Telegram, finalmente, sí significa que se ha leído.
Otra teórica ventaja sobre el líder del mercado es que los mensajes se cifran, lo que en teoría supone una mayor seguridad frente a escuchas como las de la NSA. Sin embargo, lo cierto es que también se almacenan en los servidores de Telegram. Esto permite usarlo con varios dispositivos y tener en todos ellos los mismos mensajes. Sin embargo, abre la vía a que un hacker pueda hacerse con la base de datos de mensajes y, si consigue reventar el sistema de cifrado, tener acceso a todos ellos, algo que resulta imposible en WhatsApp porque sus servidores los borran en cuanto los mensajes llegan al receptor. Para evitarlo, tenemos la opción de abrir "chats secretos", que no se almacenan en la nube y en los que podemos definir un tiempo de autodestrucción, al estilo de Snapchat.
Telegram es código abierto, por lo que su esquema de cifrado puede y está siendo examinado por expertos –algunos de los cuales han expresado sus dudas sobre su seguridad– y aunque oficialmente sólo está disponible en Android e iOS existen clientes no oficiales para Windows Phone, Windows, Mac y Linux.