"La diabetes es una pandemia silenciosa que mata lentamente", así de claro y contundente lo ha explicado Paz Gómez del Valle, presidenta de la Asociación Diabética Auria y vocal de la Junta Directiva de la Federación Española de Diabetes (FEDE), para LD.
Sabemos que el 30% de las muertes de covid se produjeron en pacientes diabéticos porque así lo certifica un estudio realizado por The Lancet Diabetes & Endocrinology. Pero ella asegura que nos asustaríamos de los resultados "si se hiciera un estudio serio y actualizado de la cantidad de gente que muere por problemas cardiovasculares y otro tipo de complicaciones derivadas de la diabetes". "Mata silenciosamente", insiste.
La enfermedad les convierte en carne de cañón para el coronavirus. Pero a ellos, aunque vivieron "los primeros momentos de la pandemia con mucha preocupación", no les viene de nuevas. Son muy conscientes de los riesgos de su enfermedad. "Es la madre nodriza de 50.000 complicaciones y 50.000 patologías que van con ella", señala.
Según explica la portavoz de los pacientes, "una persona que lleva ya cierto tiempo con diabetes, sobre todo tipo dos, lo normal es que ya tenga problemas de tensión arterial, cardiovasculares, colesterol, triglicéridos...". Es decir, "tenemos una serie de patologías que van asociadas, para las que nuestro organismo está mucho más predispuesto".
Personas de riesgo
A pesar de las circunstancias de población diabética y la gran cantidad de patologías asociadas a su enfermedad, el Gobierno no ha estimado necesario considerarles "grupo de riesgo", como ha reclamado el colectivo desde el principio de la pandemia. En consecuencia, no se les dio prioridad durante la campaña de vacunación ordinaria contra la covid y tampoco se les da ahora de cara a la inoculación de la dosis de refuerzo. "Nos sentimos un poco abandonados por la administración", confiesa Paz Gómez del Valle.
En el mes de marzo, la gerente de FEDE Mercedes Maderuelo ya advirtió en este periódico que incluso los datos proporcionados por el propio Ministerio de Sanidad les situaban como uno de los colectivos más afectados por el coronavirus y que la vacunación no sólo les beneficiaría a ellos, "también aliviaría la presión hospitalaria porque, en caso de resultar infectado, el paciente con diabetes no tendría un diagnóstico leve, sino que requeriría hospitalización".
Las secuelas de la pandemia
El confinamiento fue duro para todos, pero tuvo peores consecuencias para las personas con diabetes. Para estos enfermos, el ejercicio es fundamental. "Una de las patas principales de nuestro cuidado diario, tanto para el tipo 1 como el tipo 2, y estábamos muy limitados", señala Paz.
Lo mismo ocurrió con la alimentación, especialmente en el caso de las personas mayores. Para ellos, es muy importante que sea equilibrada y muy variada. "No todo el mundo está capacitado para hacer compras online o tenía la posibilidad de que alguien le acercara la compra a la puerta", explica. "Además la gente de cierta edad está más acostumbrada a ir al mercado... Ver, tocar y meter en la cesta".
Por otra parte, las consultas se suspendieron y, aunque se han reanudado, "hasta ahora no han empezado a ser presenciales" y van "con retraso". Todo esto ha provocado "mucho, mucho, mucho descontrol de las glucemias". "Todavía hay gente que lleva dos años sin ver al endocrino", exclama, "estamos sin hacernos analíticas, sin hacernos los controles y casi sin visitas". "Ha sido una época muy dura", sentencia.
"Han sufrido la pandemia por dos veces", concluye el presidente de FEDE, Juan Francisco Perán, en declaraciones a LD.
Mucho trabajo por hacer
En cuanto a las demandas del colectivo, "no estaría mal que aumenten la partida", dice incrédula Paz. "Estamos muy mal atendidos".
Para ellos, hubiera sido un revulsivo que el Gobierno les hubiera considerado "personas de riesgo" y les hubieran dado "prioridad en la estrategia de vacunación". Pero ahora es importante que "se siga con la observación, con los tratamientos y no nos dejen de la mano de Dios", insiste.
Hay que "conseguir que haya más educación", señala la presidenta de Auria. "Para un diabético es imprescindible saber cómo alimentarnos, cómo cuidarnos... Tendría que haber al menos una enfermera educadora en cada centro de salud". Según explica, "la diabetes es una enfermedad muy personal, y requiere que el tratamiento sea muy individualizado".
Por su parte, el presidente de FEDE explica que se trata de "mejorar la situación de las personas con diabetes". Y lo que más demandan es "formación, sobre todo en atención primaria".
De ahí "la reivindicación de que se imponga la imagen del enfermero experto o educador en diabetes". Habría que empezar por "reconocer la titulación de estas personas, como ocurre en los hospitales". Según explica Juan Francisco Perán, llevaron la propuesta "al Consejo General de oficiales de Enfermería" y estar por ver "si se reconocen los diplomas de acreditación".
"El 80% de los fallecimientos de diabetes se podrían haber evitado fomentando hábitos saludables", asegura. "Es imprescindible que en las edades más tempranas, cuando somos niños, se fomenten" y también que se hagan "campañas de prevención".
La diabetes en cifras
En España, un 10% de la población está diagnosticada de diabetes. Es decir, que 1 de cada 10 españoles tiene la enfermedad. En total, 3,6 millones de adultos entre 20 y 79 años. Lo que nos sitúa como el quinto país de Europa con más población diabética. Y lo peor es que se estima que la mitad de los diabéticos de nuestro país aún no saben que lo son.
En concreto, la diabetes tipo 2 (que representa el 90% de los casos diagnosticados de esta enfermedad en España) es la primera causa de ceguera, diálisis/trasplante renal y de amputación no traumática en los países occidentales, y suponiendo un grave riesgo cardiovascular. Sufrir este tipo de diabetes duplica las posibilidades de fallecer por covid. Con la tipo 1, el riesgo de muerte por coronavirus se triplica.
Cada año, aparecen más de 350.000 nuevos casos de diabetes entre la población adulta y se observan una tendencia al alza en los últimos años. El número de personas que padecen la enfermedad se ha cuadruplicado en los últimos 40 años.