Guía práctica para hablar de volcanes: la terminología científica que necesita saber
Tremor, magma, fumarola, lapilli, piroclastos o coladas de lava, son algunos de los términos que ya forman parte de nuestro vocabulario volcánico.
La erupción del volcán de Cumbre Vieja en La Palma, el pasado domingo, ha puesto a prueba —una vez más— la capacidad que tenemos de incorporar léxico a nuestro vocabulario cotidiano. En unos días, hemos pasado de tener el coronavirus todo el día en la boca y hablar de la covid, la incidencia acumulada o las marcas de las vacunas (Pfizer, Moderna, Janssen y AstraZeneca), a tener que familiarizarnos con la terminología científica propia de la sismología y la vulcanología.
Tremor, estromboliano, fumarola, lapilli, piroclastos, lahares o coladas de lava, son sólo algunos ejemplos. Nuestro consuelo es que al menos, su nombre (cuando se lo pongan) será a la española y —por ende— bastante más sencillo de pronunciar que otros, como el Eyjafjälla de Islandia que entró en erupción en abril de 2010. Entre las propuestas, se encuentra la de Jedey, una denominación guanche, en línea con las de los volcanes que entraron en erupción anteriormente en la isla.
La dificultad es tal que la Fundeu tuvo que apresurarse a publicar algunas recomendaciones ortográficas, como usar pirocúmulos mejor que pyrocumulus, o hablar de una erupción estromboliana, en lugar de stromboliana. Pero, ¿qué significan todas estas palabras? y ¿en qué contexto es correcto usarlas? Lo explicamos a continuación, ayudándonos del glosario de términos volcánicos del Instituto Geográfico Nacional.
Terminología básica
Volcán activo: si está en erupción o muestra signos de actividad, tales como terremotos o una emisión significativa de gas, o si ha entrado en erupción durante el periodo del Holoceno (últimos 10.000 años).
Magma: mezcla de rocas derretidas, gases y fluidos que se generan en el interior de la tierra. Su salida a la superficie terrestre nos da una erupción volcánica. Y, a partir de ese momento, pasa a llamarse lava.
Cráter: depresión, de forma circular o embudo que se origina por una explosión o colapso en el centro de emisión. Casi siempre está asociado a una chimenea o un canal por donde ha salido material (o saldrá). Puede llegar a tener un diámetro y profundidad de cientos de metros.
Fumarola: punto de emisión o fractura en el terreno por donde salen los gases del volcán. Pueden estar ubicadas en el cráter o en los flancos, e indican que sigue activo.
Tremor volcánico: es uno de los indicadores de que existe riesgo de erupción. Hace referencia a la señal sísmica continua y rítmica asociada al movimiento de fluidos magmáticos en el interior del conducto volcánico.
Materiales que expulsa el volcán
Cuando entran en erupción, los volcanes expulsan material fluido (magma/lava), pero también emiten gases y piroclastos (fragmentos sólidos).
- La lava es el más conocido. Es el magma, una vez que sale a la superficie. Se desliza por las laderas del volcán y puede cubrir grandes extensiones.
- En cuanto a los gases, se trata de vapor de agua acompañado de: dióxido de carbono (CO2), dióxido de azufre (SO2), ácido clorhídrico, hidrógeno, mercurio, magnesio, bromo y arsénico, entre otros.
- Los piroclastos son fragmentos sólidos que se clasifican según su tamaño: cenizas (menor de 2mm), lapilli (entre 2mm y 6,4cm) o bombas volcánicas (a partir de 6,4 cm).
Tipos de erupción
Unos volcanes son muy explosivos y expulsan toneladas de lava durante la erupción. Sin embargo, otros pueden emitir enormes nubes de gas y polvo, sembrando el caos en la aviación comercial mundial. Según el Instituto Geográfico Nacional, hay más de 1.500 volcanes en el mundo, pero ninguno se comporta exactamente igual que otro.
Podemos dividir las erupciones en dos grupos: efusivas, cuando la lava fluye como un río; y explosivas, cuando el volcán emite gases y piroclastos de forma violenta a la atmósfera.
Los flujos piroclásticos de las segundas pueden ser muy peligrosos, al avanzar por las laderas del volcán a velocidades que pueden alcanzar los 500 km/hora y muy altas temperaturas. Están considerados como uno de los siete "peligros volcánicos" principales.
Por otra parte, las erupciones se pueden clasificar según la cantidad de materiales que expulsen y su nivel de explosividad: hawaiana (suave), estromboliana (explosiva), vulcaniana (explosiva severa), pliniana (cataclismo) y ultra-pliniana (colosal, súper-colosal o mega-colosal).
La erupción del volcán de Cumbre Vieja en La Palma es de tipología estromboliana, caracterizada por pequeñas explosiones, normalmente rítmicas, en las que se libera el material lentamente. Un ejemplo característico es la actividad eruptiva del Stromboli (Italia), del que se adoptó el nombre.
Los peligros volcánicos
El proceso de salida del magma al exterior tiene asociados siete "peligros volcánicos", que es como los denominan los expertos:
Coladas de lava: magma líquido que, según su viscosidad y la topografía del terreno, recorre la ladera del volcán a mayor o menor velocidad. Se asocian a las erupciones efusivas. A medida que se enfrían, se vuelven más viscosas y lentas. Lo normal es que avancen a pocos metros la hora. Si el material es muy espeso y se emite muy lentamente no puede formar coladas, se acumula formando un domo.
Caída de cenizas: cuando los piroclastos salen a la atmósfera, su avance está determinado por su tamaño. Los más grandes (bombas volcánicas) generalmente caen a pocos kilómetros del centro de emisión. El resto de las partículas son arrastradas hacia arriba por los gases volcánicos generando una pluma volcánica. Si posee suficiente capacidad ascensional, se genera una columna convectiva (como la del volcán islandés en 2010), que puede alcanzar una altura de varias decenas de kilómetros.
Flujos piroclásticos: cuando la pluma no puede mantenerse como una columna colapsa y forma densos flujos de gases y materia sólida de hasta 700ºC que se desplazan a gran velocidad (hasta unos 550 km/h).
Emanaciones gaseosas: los gases que inicialmente se encuentran disueltos en el magma, se separan de éste al originar una erupción explosiva. Como ya hemos explicado anteriormente, éstos incluyen algunos de carácter tóxico y pueden salir de forma violenta durante la erupción o por fumarolas (fracturas del edificio volcánico).
Lahares (flujos de lodo): avalanchas de material volcánico no consolidado, especialmente cenizas movilizadas por agua. Tienen un comportamiento similar al de las riadas, de manera que van incorporando otros elementos (rocas, troncos, etc.) mientras avanzan, aumentando así su poder destructivo.
Deslizamientos de ladera: muchos edificios volcánicos están formados por materiales de diferentes erupciones sin ninguna conexión entre ellos y puede producirse un colapso, provocando el deslizamiento de una de sus laderas.
Tsunamis: uno de los peligros que podrían seguir a la erupción de un volcán, ya sea provocado por un deslizamiento de ladera de un gran edificio volcánico, o al entrar en contacto un enorme flujo piroclástico y una masa de agua, formando una ola gigante y devastadora.
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