Nueve años después del envío del último robot a Marte, el Perseverance ha aterrizado en el planeta rojo. Tiene como objetivo seguir recabando datos sobre el planeta tras sus predecesores: Sojourner (1997), Spirit y Opportunity (2004), y Curiosity (2012).
Los objetivos fundamentales del vehículo espacial serán preparar una hipotética futura misión tripulada a Marte y buscar indicios de que pudo haber vida en el planeta rojo. Por ello, el Perseverance ha aterrizado a una zona que en principio podría albergar signos de vida: el cráter Jezero, que se cree que fue el lecho de un lago y donde podrían quedar restos de microorganismos si alguna vez existieron en Marte.
Para cumplir su misión, el Perseverance, un rover de seis ruedas y unos tres metros de largo, alberga siete herramientas de última tecnología para recabar datos sobre el planeta. En dos han participado investigadores españoles.
Uno de ellos es el instrumento MEDA (Mars Environmental Dynamics Analyzer), diseñado, fabricado y financiado por España en un proyecto liderado por el Centro de Astrobiología (CAB), centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y el Instituto Nacional de Técnicas Aeroespaciales (INTA), con el investigador José Antonio Rodríguez-Manfredi al frente. El instrumento constituye la estación meteorológica del rover. Su misión, recopilar datos sobre la radiación, el clima del planeta y el viento marciano.
Está compuesto por siete sensores para medir el polvo en la superficie, la temperatura, velocidad y dirección del viento, la presión y la humedad relativa. El sensor de viento ha sido diseñado considerando la baja presión atmosférica de Marte, en torno a 7 milibares, menos del 1 por ciento de la presión atmosférica de la Tierra.
Según explicó el investigador a Efe, uno de los principales objetivos de MEDA es el estudio del polvo de Marte, que tiene partículas muy finas y juegan un papel importante en la atmósfera y puede afectar mucho a los astronautas y a los sistemas que los apoyan. Una de las cámaras del Rover apuntará al cielo permanentemente para poder ver "cómo se mueven las nubes y cómo el polvo se eleva".
Otro organismo español, el Instituto de Microelectrónica de Sevilla, ha colaborado en esta herramienta, en concreto en el diseño de un Circuito Integrado de Aplicaciones Específicas (ASIC) que ayudará al funcionamiento de los sensores de viento. El grupo de diseño de ASIC para Espacio del instituto lo ha fabricado para que pueda soportar las temperaturas extremadamente frías de Marte. Otras tecnologías tienen el límite de funcionamiento a -55º, informa el CSIC.
Además, investigadores del Instituto de Geociencias, un centro mixto del CSIC y de la Universidad Complutense de Madrid, ha participado en el instrumento SuperCAM. Su misión es el análisis remoto de rocas y suelos en Marte con una cámara, dos láseres y cuatro espectrómetros, con objeto de detectar compuestos orgánicos que pudieran estar relacionados con la vida. También es capaz de identificar la composición mineralógica y química de los afloramientos geológicos a una distancia de más de siete metros.
Por otro lado, la empresa de ingeniería española Sener ha cooperado con Airbus en el diseño, fabricación, verificación e integración del mecanismo de apunte de la antena de alta ganancia (HGAG) que permite la comunicación bidireccional directa entre Perseverance y las estaciones de seguimiento en la Tierra.
Los otros tesoros de Perseverance
Otras de las herramientas que lleva Perseverance, el robot más avanzado que ha pisado el planeta rojo hasta ahora, es la herramienta Ingenuity: un pequeño helicóptero de cuatro patas y menos de dos kilos de peso. Además, el Rover llevará micrófonos para captar por primera vez el sonido de Marte.
Perseverance cuenta también con taladros para perforar la superficie marciana y extraer en unos tubos del tamaño de unos cigarros una treintena de muestras y 25 cámaras, dos de ellas en el helicóptero.
Además, incluye la herramienta conocida como MOXIE, una pequeña caja dorada con la que se experimentará la posibilidad de producir oxígeno en otro planeta. Si se consigue, la NASA afirma que se aumentará la escala para que en futuros viajes al planeta rojo se pueda usar para la respiración de los astronautas y como propulsor de cohetes para regresar a la Tierra.
Cuando la nave quema combustible requiere de oxígeno para consumirlo. Producirlo evitaría la carga de los tanques de oxígeno, que representan el mayor peso en los vuelos espaciales, además de ocupar un valioso espacio en la nave. En Marte, la atmósfera está compuesta en un 96% de oxígeno.