Lo malo de alertar sobre una catástrofe y dar un periodo de tiempo relativamente corto como límite máximo para evitarla es que puede suceder que se cumpla el plazo y no pase nada. El último informe del IPCC, el grupo de expertos de la ONU en cambio climático, está dedicado a evaluar las consecuencias de que la temperatura global media supere en 1,5ºC a la de la época preindustrial y da un plazo de doce años para reducir las emisiones de CO2 lo suficiente para evitar las catástrofes que predice. Tenemos hasta el año 2030. El problema es que no es la primera vez que se ofrecen este tipo de fechas límite.
- En 1989, un funcionario medioambiental de la ONU, Noel Brown, advirtió de que países enteros serían arrasados por la subida del nivel del mar si no hacíamos nada antes del año 2000.
- En 2006 Al Gore triunfaba con su documental Una verdad incómoda cuando aseguró que sólo quedaban diez años para que el mundo llegara a un punto sin retorno.
- En 2007, tanto el jefe del IPCC como el WWF dijo que nos quedaban sólo cinco años para salvar el mundo, pero en 2012 nuestras preocupaciones catastróficas iban más por los mayas que por el cambio climático.
- El primer ministro británico Gordon Brown fue aún más exagerado, al declarar en 2009 que sólo teníamos 50 días "para salvar al mundo".
- Ese mismo año, el Príncipe Carlos afirmó que nos quedaban 96 meses, es decir, 8 años, para cambiar el rumbo y abandonar el capitalismo y la era del consumo. Pero según se acercaba el plazo, en 2015, decidió darnos 35 años más de vida.
- También fueron cinco años los que la Agencia Internacional de la Energía aseguró en 2011 que nos quedaban, pero no el organismo no cerró en 2016 cuando no se cumplieron sus predicciones.
- El año pasado el plazo era sólo de tres años, según Christiana Figueres, la secretaria ejecutiva de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, el organismo al que destina sus informes el IPCC.
Ahora ya no nos quedan sólo dos años sino doce, lo que sin duda debería ser tratado como una gran noticia si realmente nos lo tomáramos en serio. Y es que el clima se ha obstinado en desobedecer a estos agoreros: las temperaturas se han mantenido razonablemente planas y, sobre todo, por debajo de los escenarios más optimistas de los modelos climáticos. Y es que hasta ahora hemos sido siempre incapaces de predecir con acierto las temperaturas futuras, y el nuevo informe del IPCC ni siquiera ha aportado nuevos modelos climáticos sino que ha empleado los que ya habían demostrado que no sirven para su teórica función de aportar escenarios futuros creíbles.