Más de 50 figuras gigantes han sido descubiertas en el desierto peruano de Nazca, conocido por las misteriosas líneas que lo atraviesan. Las nuevas líneas y geoglifos se extienden en las laderas de las montañas que pertenecen a la zona de Palpa, en la región Ica; han sido descubiertas por arqueólogos peruanos con el apoyo de especialistas de Estados Unidos.
"Algunas de las líneas recién descubiertas pertenecen a la cultura Nazca, que dominó el área desde el año 200 d.C. hasta el 700 d.C. Sin embargo, los arqueólogos sospechan que las culturas anteriores de Paracas y Topará tallaron muchas de las imágenes recién descubiertas entre 500 a. C. y 200 d.C.", señala la revista National Geographic, citada por el Ministerio de Cultura de Perú en un comunicado.
Asimismo, el artículo indica que "a diferencia de las icónicas líneas de Nazca, la mayoría de las cuales solo son visibles desde arriba, los antiguos glifos de Paracas fueron colocados en las laderas, haciéndolos visibles en los pueblos de abajo. Las dos culturas también persiguieron diferentes temas artísticos: las líneas de Nazca a menudo consisten en líneas o polígonos, pero muchas de las nuevas figuras de Paracas representan a humanos".
"La mayoría de estas figuras son guerreros", afirma el arqueólogo peruano Luis Jaime Castillo Butters , codescubridor de los nuevos glifos. "Estos podían ser vistos desde cierta distancia, por lo que la gente los habría visto, pero con el tiempo, fueron completamente borrados", añade.
Según la revista, los nuevos geoglifos añaden datos cruciales sobre la cultura Paracas, así como la misteriosa cultura Topará, que marcó la transición entre los Paracas y los Nazca. Siglos antes de que se hicieran las famosas líneas de Nasca, la gente en la región estaba experimentando con la fabricación de geoglifos masivos.
"Esto significa que es una tradición de más de 1.000 años que precede a los famosos geoglifos de la cultura Nazca, lo que abre la puerta a nuevas hipótesis sobre su función y significado", afirma el arqueólogo del Ministerio de Cultura, Johny Isla, jefe restaurador y protector de las Líneas de Nazca.
Greenpeace y su desprecio por la integridad de las líneas
En 2014 la multinacional ecologista Greenpeace desplegó una pancarta gigantesca junto a uno de los dibujos, en concreto el conocido como el colibrí. En la acción participaron activistas de Greenpeace de Brasil, Argentina, Chile, España, Italia, Alemania y Austria. Pero las líneas fueron declaradas Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 1994 y legalmente tienen el estatus de zona intangible, por lo que está prohibido acercarse a ellas sin autorización, debido a la fragilidad del terreno donde están situadas las líneas. El color de la capa más superficial es muy distinto al de la arena que tiene debajo, lo que permite que se vean tan bien lo que no son más que unos surcos. No obstante, eso también provoca que sólo el hecho de caminar sobre ellas es hacerles daño, ya que las huellas no se borran.
La Asociación Maria Reiche, dedicada a la conservación de las líneas de Nazca, sobrevoló la zona tras la retirada del mensaje y denunció que los activistas provocaron daños durante su colocación y posterior retirada. La Fiscalía de Perú acusó a los activistas que pudo identificar por el material promocional de la multinacional ecologista y en 2017 fue condenado a 2 años, cuatro meses y dos días de prisión suspendida y una multa de casi 200.000 dólares el arqueólogo y activista austriaco Wolfgang Sadik.
No obstante, al juicio no se presentaron los otros activistas acusados: el argentino Mauro Fernández y la alemana Iris Wiedmann, ni los periodistas que cubrieron la actividad: el fotógrafo argentino Rodrigo Abd, de la agencia Associated Press, y del camarógrafo colombiano Herbert Augusto Villarraga, de la agencia Reuters, según detalló la prensa local.