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California quiere meter en la cárcel a los camareros que ofrezcan pajitas gratis por el estudio de un niño de nueve años

Una encuesta a fabricantes hecha por un niño de nueve años muy activista ha llevado a un legislador a proponer cárcel a quien ofrezca una pajita.

Una encuesta a fabricantes hecha por un niño de nueve años muy activista ha llevado a un legislador a proponer cárcel a quien ofrezca una pajita.
Después de las bolsas de plástico, los ecologistas van ahora a por las pajitas. | Pixabay/CC/Alexas_Fotos

Ian Calderon, el líder de la mayoría demócrata en la Asamblea californiana, ha propuesto a la cámara un proyecto de ley que condenaría a los camareros que ofrezcan a sus clientes pajitas de plástico gratuitas a penas que podrían alcanzar los seis meses de cárcel y multas de hasta 1.000 dólares. Puede resultar sorprendente, pero la campaña contra las pajitas es el último berrido dentro del ecologismo chic norteamericano. Varias ciudades del país, entre ellas Seattle, han aprobado ya medidas para prohibir que los establecimientos de restauración las ofrezcan.

Las razones son las de siempre. "Debemos llamar la atención sobre el asunto de las pajitas de plástico de un solo uso y sus perjudiciales efectos sobre nuestros vertederos, ríos y océanos", ha declarado Calderon. Hay que recordar que según un estudio de Science hasta el 95% de los plásticos que llegan al océano lo hacen a través de sólo diez ríos, y ninguno de ellos se encuentra en Occidente, sino en Asia –sobre todo en China e India– y África, por lo que el perjuicio que provocan estos trozos de plástico parece limitado. Pero la propuesta se basa en una estadística: en Estados Unidos se usarían 500 millones de pajitas al día. Teniendo en cuenta que en el país viven alrededor de 300 millones de personas, eso es más de una pajita al día por cada norteamericano. ¿De dónde viene esa cifra?

El periodista de Reason Christian Britschgi ha hecho los deberes. Pese a que la cifra ha sido citada por medios como CNN, The Washington Post, Reuters, People, Time, Al Jazeera, National Geographic, The Guardian, The Independent (UK), Seattle Weekly, San Francisco Chronicle, The Sacramento Bee, Los Angeles Times, Saveur o la televisión pública Canadian Broadcasting Corporation, y hasta la web de Parques Nacionales la cita, el autor de la misma fue un niño de 9 años en 2011.

Milo Cress comenzó a esa tierna edad una campaña contra el uso de pajitas llamada Be Straw Free. Para ello hizo una estimación del volumen de pajitas que se consumen en el país mediante una encuesta realizada a las empresas fabricantes. Aunque algunos han propuesto la sustitución de las pajitas de plástico por otras reciclables hechas con papel, la campaña de Cress, que tiene ahora 16 años, es más radical y pretende que nadie use las pajitas de un solo uso. Que esté financiado en parte por empresas fabricantes de pajitas reutilizables seguro que nada tiene que ver con su empeño.

Pero hay que reconocerle al menos a Milo más sentido común que a los políticos californianos: no cree que deba prohibirse el uso de pajitas. "Si se fuerza a la gente a no usarlas, no van a fijarse en si es bueno o malo para el medio ambiente. Pensarán que es sólo otra incomodidad impuesta por el Gobierno", ha declarado a Reason. Aunque más sentido común tendría evaluar qué daño real hacen las pajitas en el medio ambiente, si es que hacen alguno.

Aunque pueda tomarse a broma, hay que recordar que la guerra contra las bolsas de plástico llevará a que a partir de marzo todos los establecimientos españoles deban cobrar entre 3 y 30 céntimos de euro por las bolsas de plástico que ofrezcan a sus clientes y que el Gobierno espera prohibirlas del todo en 2020. Las campañas ecologistas siempre acaban perjudicándonos a todos.

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