En estas fechas todos tenemos que hacer compras. Eso implica que se formen enormes colas a la hora de pagar. Y, como suele ser habitual, casi todos tenemos la sensación de que la cola de al lado siempre va más rápido. ¿Qué hacer entonces? ¿Cambiarnos o quedarnos dónde estábamos? Un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de Harvard sugiere que la segunda opción, permenecer en nuestro sitio, es casi siempre la mejor.
Los autores del informe comprobaron que cuando una persona se encuentra en el último puesto de la cola, es cuatro veces más propensa a cambiarse a la de al lado. Se trata de una reacción propiciada por un mecanismo psicológico que ha sido denominado "aversión al último puesto".
Los investigadores realizaron un experimento en el que los voluntarios tenían que situarse en el último puesto de una ficticia cola de supermercado. Y el resultado fue que el 20% de los participantes a la prueba se cambió a la de al lado. Aunque no les sirvió de nada porque, a la hora de la verdad, la mayoría de ellos tuvieron que esperar más tiempo que si hubieran permanecido en la suya. Y esa espera fue aún mayor para los que cambiaron varias veces de cola.
Los investigadores explican que la elección de la primera cola suele ser fruto de un proceso racional, basándose en indicios que hacen pensar que es la más corta o que, al menos, no es la más lenta. Pero, luego, el hecho de estar en el último puesto genera una curiosa ansiedad que lleva a muchas personas a cambiarse de cola, aunque no tengan datos fiables de que la otra va más rápido.
Pero, ¿existe alguna manera de elegir la cola más rápida? No hay un modo de garantizarlo, pero existen algunos trucos que pueden ayudar. Los especialistas sugieren elegir siempre la de la izquierda, ya que la mayoría de las personas, al ser diestras, tienen tendencia a irse a la de la derecha. Y escoger también aquella en la que hay menos personas de edad avanzada que, por razones evidentes, suelen realizar sus acciones con más lentitud. Aunque, claro, también hay jóvenes que son más lentos que cualquier anciano. Lo dicho, nada está garantizado. Así que lo mejor cuando hagamos cola es tener un poco de paciencia. Más tarde o más temprano, llegará nuestro turno.
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