Perdimos quizás un gran abogado para ganar un extraordinario Astrónomo. Edwin Powell Hubble (1889-1953) dejó a medias Derecho en Oxford y se fue a Chicago para hacer lo que realmente le gustaba: observar las estrellas. Sirvió en el ejercito durante la Primera Guerra Mundial y regresó sano y salvo para seguir donde lo había dejado, pero esta vez, en el mayor telescopio que por aquel entonces existía en el mundo: el Hooker. Su nombre hace honor al multimillonario que donó 45.000 dólares para su construcción en el año 1906 y con ello hizo posible un descubrimiento que quizás haya puesto fecha al final de nuestro universo.
En los antecedentes: Einstein y su mayor error que no lo fue tanto
El Universo es enorme. Desde que el hombre alzó su mirada en la noche intentó trazar mapas de las estrellas. Unió los puntos y dibujó formas creando las constelaciones. Los siglos pasaron y las herramientas con las que mirar se hicieron más sofisticadas, pero las estrellas seguían siempre allí, en el mismo lugar. Por eso se pensó que el firmamento era estático, a pesar de que los planetas giraban entorno a las estrellas.
A principios del siglo XX, Albert Einstein estaba dándole vueltas a su Teoría de la Relatividad. Los resultados teóricos que obtuvo, integrando los nuevos conceptos de espacio-tiempo y la gravedad, eran desconcertantes. Los cuerpos celestes parecían acercarse unos respecto a los otros provocando una contracción constante del Universo. Einstein no podía creer el resultado, así que introdujo la llamada "constante cosmológica". Gracias a este artificio matemático podía contrarrestar la acción de la gravedad para diseñar un mundo estático y estable.
Y llegó Hubble para darle la vuelta a todo
Desde el observatorio de California Hubble publicó un análisis de las velocidades de los objetos celestes que estudiaba. La mayoría de ellos mostraban el denominado "corrimiento al rojo" de su espectro. Este fenómeno se percibe cuando un objeto que emite luz se mueve respecto al observador. Para entenderlo nos fijaremos en el más terrenal "efecto Doppler" producido en las ondas sonoras. Seguro que todos habéis apreciado la distorsión en el sonido del motor de un coche cuando se acerca velozmente y nos sobrepasa. Al aproximarse, el ruido se hace más agudo que cuando se aleja, que parece engordar. Sonaría algo así como: "nnnniiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiaauuuuuuuuuuuuuu". Esto es debido a que el sonido se comprime cuando sales del coche en dirección al oyente, mientras que cuando se aleja se descomprime.
De la misma forma, cuando la luz sale de un objeto que se aleja rápidamente del espectador su luz queda "descomprimida". En el caso del coche el sonido se hacía más grave y en el de la luz se tiñe ligeramente de rojo.
La única explicación de que la gran mayoría de los objetos observados se "tiñeran de rojo", corrimiento al rojo, era la de que dichos objetos se alejaban. Fue un duro golpe para Einstein. Su constante universal, introducida casi a capricho, había sido un grave error. Según él mismo dijo "el mayor error de mi vida".
El universo no permanecía estático si no que estaba en constante separación. Cada vez se hacía más grande.
Hubble pasó a los anales de la historia científica, incluso fue homenajeado utilizando su nombre en el primer telescopio espacial puesto en órbita el 24 de abril de 1990. Sin embargo, en 2011 Mario Livio localizó en los archivos de la Royal Society of London una carta fechada en 1931 en la que se demostrada cómo el belga Georges Lemaître había realizado el mismo descubrimiento dos años antes que Hubble.
Fuera como fuese la expansión del Universo parece hoy en día incuestionable. Su veracidad ha provocado multitud de teorías y consecuencias. La principal: la denominada energía oscura. Algunos la tachan de "invención" y otros de "evidencia", pero se trata del mayor misterio de la ciencia actual. No se sabe nada de ella salvo que su existencia ha convertido el "mayor error" de Einstein en otra victoria intelectual, esta vez, después de muerto. Prometo hablaros sobre ella… próximamente.