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La universidad de los cerebros humanos

Con una sala repleta de cerebros en frascos de cristal, Yale es una de las universidades pioneras en investigación de tumores cerebrales.

Con una sala repleta de cerebros en frascos de cristal, Yale es una de las universidades pioneras en investigación de tumores cerebrales.

La universidad de Yale no sólo es conocida por ser sede de la logia masónica Skulls and Bones, famosa por pertenecer a ella George Bush hijo, expresidente de los Estados Unidos. Existen serios indicios que también la relacionan con José María Aznar, expresidente del gobierno español, entre otros personajes populares.

La universidad es archiconocida en el mundo científico por su gran sala repleta de cerebros humanos.

En esta sala, que se encuentra dentro de la biblioteca de la facultad de medicina de universidad de Yale, existen 550 cerebros humanos. Todos ellos cuentan con anomalías o enfermedades cerebrales.

Fue el legado que dejó el padre de la neurocirugía moderna, el Dr. Harvey William Cushing durante sus investigaciones con tumores cerebrales que comenzaron en el año 1903 y terminaron poco antes de su fallecimiento en 1939.

En aquella época eran pocos los médicos que operaban enfermedades cerebrales. También hay que reconocer que los pocos que lo hacían fracasaban en su intento. Pero fue el Dr. Cushing quien no solo mejoró la cirugía sino que además consiguió reducir la tasa de mortalidad en este tipo de operaciones al ser pionero en la medición de la presión sanguínea durante las operaciones. También fue uno de los primeros en utilizar los rayos X para el diagnóstico de tumores cerebrales.

En 1910 Cushing logró avanzar en la medicina dando un paso de gigante en la que fue la operación con más presión a la que se vio sometido. Un día le llamó el que fue el vigésimo sexto presidente de los Estados Unidos Theodore Roosevelt, para que operase a su gran amigo el general Leonard Wood. Presionado por la llamada, y por la enfermedad del paciente, con un tumor cerebral importante que le provocaba serias convulsiones, Cushing abrió su cerebro y, sorprendido por la masa fibrosa que vio, pudo retirarla salvando la vida al general Leonard Wood, al que le desaparecieron las convulsiones. Aunque más tarde el tumor volvió a reproducirse, y acabó muriendo desangrado en la operación de cerebro a la que tuvo que someterse.

Cerebros en tarros de cristal.

A su muerte en 1939, el Dr. Harvey William Cushing donó los cerebros humanos junto con sus extensos estudios médicos y otros escritos, las fotos de sus pacientes, muchas ilustraciones anatómicas detalladas, miles de textos médicos que datan de siglos pasados y 10.000 negativos en placas de vidrio.

La Universidad de Yale almacenó esos cerebros en el sótano de la facultad de medicina, bajo los dormitorios de los estudiantes de medicina.

Durante la década de 1990, los estudiantes que buscaban emociones se colaban en la oscuridad de ese sótano, colmado de cerebros humanos, en busca de fábulas. Siempre trataron los frascos con sumo cuidado y respeto.

En 2010 todos esos frascos pasaron a formar parte de una sala dentro de la biblioteca de la facultad de medicina de la universidad de Yale, donde muchos estudiantes pasan horas estudiando lo que un gran neurocirujano aportó a la humanidad.

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