El rayo verde puede ser visto en muy raras ocasiones, unos instantes después de que el sol se esconda. Si tienes la suerte de compartir ese momento único con otra persona, ambos quedaréis irremediablemente enamorados para siempre. Al menos eso es lo que cuenta la leyenda.
Hasta que Julio Verne publicara en 1882 la novela romántica El rayo verde, pocos eran los conocedores de este fenómeno. Sin embargo, a partir de ese momento se desató la fiebre.
"¿Habéis observado el sol cuando se pone en el horizonte del mar? Sí, sin duda alguna ¿Lo habéis seguido hasta que la parte superior del disco desaparece rozando la línea del horizonte? Es muy posible. Pero, ¿os habéis dado cuenta del fenómeno que se produce en el preciso instante en que el astro radiante lanza su último rayo (…)? No será, como podría presumirse, un rayo rojo lo que herirá la retina de vuestros ojos, sino que será un rayo verde, pero un verde maravilloso, un verde que ningún pintor puede obtener en su paleta. (…) Si existe el verde en el Paraíso, no puede ser más que este verde, que es sin duda, el verdadero verde de la Esperanza".
Julio Verne
La refracción
El rayo verde se produce como consecuencia de varios fenómenos físicos que se deben dar juntos. El más importante es la refracción.
Entre 1670 y 1672, Isaac Newton colocó un prisma de cristal en el camino de un rayo de luz. Una vez lo atravesaba se convertía en un destello más ancho, y en su interior se podían ver por separado los colores básicos: rojo, naranja, amarillo, verde, azul y violeta. Cada uno de ellos viaja a velocidades distintas cuando atraviesa el cristal, haciendo que se separen. Es el mismo fenómeno que ocurre al llover. La luz traspasa las gotas de agua proyectando un arcoíris en el horizonte.
De la misma forma, cuando el sol se está ocultando, su luz atraviesa las diferentes capas de la atmósfera que poseen diferentes densidades. Igual que el prisma de Newton. Los rayos se descomponen en rojo, naranja y amarillo dando el típico color de las puestas de sol. Sin embargo, por encima de estos colores están el verde y el azul. Cuando el astro rey se ha ocultado completamente, los colores cálidos chocan contra la tierra, pero el verde (y el azul en ocasiones) logra pasar por un instante, justo antes de que el movimiento de las órbitas celestes lo evite.
Durante muchos años, los científicos pensaban que el rayo verde era una ilusión óptica. Los observadores pasaban mucho tiempo mirando la puesta de sol y esto debía producir pequeñas distorsiones en la visión. La única forma de demostrarlo era fotografiarlo. Por eso tuvimos que esperar a que Kodak universalizara la fotografía a color y a que alguien con suficiente paciencia y suerte acertara. Por fin, en 1954, el sacerdote vaticano Daniel O'Connell tomó, por primera vez, una fotografía de un rayo verde. La evidencia fue entonces irrefutable.
A pesar de todo, las leyendas han llegado hasta nuestros días. En algunos países, se cree que aquél afortunado que lo observe poseerá, instantáneamente, todo el conocimiento de cuantos le rodean. Bonita fábula. Pero a lo mejor no estamos tan lejos. Nunca ha sido tan fácil acceder al conocimiento de la humanidad. Quizás, no tan romántico. Sólo necesitamos una conexión a internet y, eso sí, muchas ganas de saber la verdad. Me temo que esto último, en estos días, es aún más raro que el esquivo rayo verde.
Nota para melómanos: el músico Sr. Chinarro compuso una canción titulada "El rayo verde" que publicó en su LP El Fuego Amigo.