Galileo: la increíble historia de la invención del termómetro
El científico inventó el termoscopio, antecesor del termómetro.
El calor ha sido una de las grandes incógnitas del conocimiento humano. Los filósofos especulaban acerca de su origen y de su propagación. Por ejemplo, la evidencia de la capacidad que el cuerpo de los seres vivos poseía para permanecer caliente fue motivo de especulación y asombro. El principal problema residía en la invención de una máquina que pudiera medirlo. Tanto era así, que la primera definición de calor fue acuñada en la antigua Grecia y decía: "El calor es lo que produce la sensación de calor". Realmente sólo se conocía de su existencia por las propias sensaciones del que lo percibía.
Hasta que llegó Galileo
Galileo Galilei ha sido considerado el padre de la ciencia. Fue el primer y más importante científico en utilizar la metodología científica para la obtención de sus descubrimientos. Todo el mundo le conoce por su teoría heliocéntrica y su episodio de renuncia ante las presiones de la Iglesia Católica. Pero además, fue un gran inventor. Responsable entre otros del termoscopio, antecesor del actual termómetro. El invento consistía en una botella de cuello fino dada la vuelta y sumergida ligeramente en una vasija con agua. La botella quedaba llena de aire y su boca en contacto con el líquido. Cuando hacía frío, el aire del interior disminuía de volumen y succionaba ligeramente el agua que subía por el cuello estrecho en forma de columna de agua. La altura de la columna era proporcional al calor.
El invento causó sensación. Todos los científicos que lo conocieron se pusieron a medir como locos. No tardaron en perfeccionarlo sustituyendo el impreciso aire por alcohol.
El problema de las escalas
El principal problema consistía en que cada uno utilizaba una escala diferente. Por ejemplo, el duque Fernando II utilizó una escala con el máximo y el mínimo correspondiente a los días más fríos y calurosos de la Toscana. El primer termómetro normalizado lo inventó en 1714 Daniel Gabriel Fahrenheit. Utilizó una esfera de vidrio lleno de mercurio con un largo cuello sellado. Fahrenheit eligió el cero como la temperatura de congelación del agua, pero no del agua pura, sino del agua salada. Esto supuso que el agua en ebullición se encontrara en el número 212 y la congelación en el 32.
Había sido un gran paso para establecer un estándar de medición pero la escala parecía demasiado complicada. Por eso, en 1742 el sueco Anders Celsius decidió diseñar una escala más razonable. Marcó con el 0 el punto de ebullición y el 100 los puntos de congelación del agua pura. La idea parecía buena pero recibió algunas críticas y decidió intercambiar los números.
El uso médico
Los médicos del siglo XVIII, tras utilizar el termómetro con sus pacientes, pudieron comprobar algo que les asombró. La temperatura del cuerpo humano era siempre la misma con una precisión casi exacta. Daba igual la estación del año, la ropa y la constitución de la persona. El "fuego de la vida" que emanaba de los cuerpos humanos era invariablemente de 35,5 (al principio se estipuló una medida algo baja). Este descubrimiento influyó en las investigaciones que relacionaban la temperatura corporal y las enfermedades. Un invento que nació como una curiosidad de uno de los más grandes científicos de la humanidad desembocó en una herramienta imprescindible para la medicina y para la esperanza de vida.
Resulta imposible revisar todos los descubrimientos de personas que, gracias a su esfuerzo y sacrificio personal, han hecho posible que disfrutemos del mundo que ahora conocemos. En el caso de Galileo es manifiesto. A pesar de lo que le hicieron.
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