Stephen Hawking: el científico que vendía más que Madonna
Todos sabemos que Hawking es un gran físico, pero resulta más difícil responder a la pregunta concreta sobre qué ha descubierto exactamente.
Cuando le diagnosticaron la gravísima enfermedad que le aqueja le dieron 3 años de vida. Tenía 20. El 8 de enero cumplió 73 giros completos alrededor del sol. Nadie ha sido capaz de explicar científicamente el porqué de su longevidad, pero como una extraña paradoja de su existencia, cree que sólo la ciencia es capaz de dar respuesta a las grandes preguntas que todos nos hemos hecho: ¿De donde venimos? ¿Cómo comenzó el universo? ¿Por qué el universo es como es? ¿Cómo acabará? Casi nada. Gracias a estas respuestas plasmadas negro sobre blanco Hawking ha vendido 1 ejemplar por cada 750 personas del planeta. Como él mismo dijo: "He vendido más libros sobre física que Madonna sobre sexo".
En 1974 firmó como miembro en el libro de la Royal Society. En páginas anteriores estaban las rúbricas de otros ilustres ingleses como Isaac Newton, Charles Darwin o del alemán Gottfried Leibniz. Pocos años después realizó su descubrimientos más importantes:
Los agujeros negros no son tan negros
El problema de la física moderna es que no coincide con las experiencias cotidianas. Por ejemplo: cuando dejas algo encima de una mesa, unos minutos después eres capaz de decir dónde está exactamente si nadie lo toca; cuando un familiar al otro lado del mundo te llama por teléfono a una hora determinada, coincide al segundo con la hora de tu muñeca (salvando la diferencia horaria). Sin embargo esto es así porque vivimos en un mundo que no es ni microscópico ni gigantesco y además nos movemos a una velocidad muy pequeña. Las cosas serían muy diferentes si fuéramos del tamaño de un átomo o de una galaxia o si viajáramos a 300.000 kilómetros por segundo. Nuestras experiencias y percepciones cambiarían. Nos serían entonces naturales cosas como los agujeros negros.
Para saber qué es un agujero negro (luego veremos que sería mejor llamarlo agujero oscuro) tenemos primero que saber que las cosas que nos rodean están compuestas en su mayoría de espacio vacío. Las tocamos y parecen sólidas pero hay muchísimo aire entre medias. Hay tanto espacio, que podríamos compactar la materia de todo nuestro planeta (como si fuera un coche viejo) y dejarla del tamaño de una cabeza de alfiler, y aún así habría espacio entre medias. También tenemos que saber que nosotros estamos pegados a la Tierra porque nos atrae. Y que si la Tierra tuviera más masa, nos atraería mucho más fuerte. Pues bien, esa cabeza de alfiler con la masa de todo el planeta atraería con tantísima fuerza a todo lo que se acercara a ella que incluso la luz sería absorbida . Cuando nosotros vemos un objeto es porque la luz rebota en él y nos llega a los ojos. Si ese objeto no deja rebotar la luz sino que se la traga... tendremos un agujero negro.
Ante esta singularidad (como lo denominan los físicos), Hawking hizo un descubrimiento insospechado. En realidad, de los agujeros negros escapa un tipo muy concreto de radiación que se puede medir. Esto permitiría saber dónde hay un agujero negro y conocer su naturaleza analizando la radiación, como las ascuas enterradas bajo tierra dejan escapar un hilo de humo entre la arena. Poco después se comprobó experimentalmente la existencia de esa radiación.
Una Teoría para gobernarlos a todos
Dije antes que la física moderna se encarga de lo que sucede en el mundo microscópico o en la inmensidad del espacio. Sin embargo no he comentado que esos dos mundos, a día de hoy, parecen irreconciliables. Las leyes que rigen el comportamiento de las cosas enormes (llamada la Teoría de la Relatividad General de Einstein) no son las mismas, o no parecen serlo, que las que rigen las cosas diminutas (llamada la Teoría Cuántica).
Gran parte de los físicos trabajan en una teoría unificadora. Sin embargo Hawking ha dado un pequeño-gran paso. Gran parte del descubrimiento de la Radiación de Hawking se debe a su empeño por tratar el problema de los agujeros negros (física de las cosas enormes) desde un punto de vista cuántico (física de las cosas microscópicas). Ha demostrando así que puede haber un camino para la reconciliación de ambos conocimientos. Según Hawking, si alguna vez llegásemos a conocer esta teoría unificadora habríamos conocido el pensamiento de Dios, porque sabríamos cómo funciona el universo.
Un universo sin bordes, sin aristas
Imaginemos que el tiempo según lo conocemos comienza con la creación del Universo y termina cuando el Universo desaparezca. Podríamos decir que la "historia del tiempo" es una especie de línea recta dibujada en un papel. Según las primeras investigaciones de Hawking ese comienzo y ese final de los tiempos serían enormes agujeros negros con toda la materia concentrada en un punto, en su interior. Pero ¿y si la "historia del tiempo" es un círculo en lugar de una línea recta? ¿Y si siempre estuviera de alguna forma presente y fuera inherente a la existencia sin que hubiera un principio ni un final para él? Las leyes de la física existirían siempre porque no habría un comienzo desde la nada sino el principio de una vuelta más al círculo que dibujamos. De esta forma la existencia de un ser que creara el origen de los tiempos no sería necesario. La figura de Dios sería prescindible.
Stephen Hawking ha logrado sobre todo ser famoso. A pesar (o gracias) a su enfermedad, ha conseguido sembrar de nuevo en la sociedad la llama de la razón. Paradójicamente, en un mundo cada vez más tecnológico, la ciencia ha quedado relegada al ámbito profesional o académico. Los científicos han sido expulsados de la vida pública y la ciencia no se considera cultura. Es demasiado común escuchar a supuestos eruditos presumir de no saber qué es una raíz cuadrada. Sin duda el principal logro de Hawking es el de luchar contra esto.
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