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Con total naturalidad

Los monos salvajes que aprendían con tutoriales en vídeo

Por primera vez, se ha puesto a prueba el aprendizaje social de unos primates con una grabación de vídeo en su entorno, en medio de la selva.

Por primera vez, se ha puesto a prueba el aprendizaje social de unos primates con una grabación de vídeo en su entorno, en medio de la selva.

Si buscas en YouTube "cómo hacer" —o en inglés "how to"— aparecerán a tu disposición millones de vídeos en los que otras personas te enseñan trucos, habilidades útiles y soluciones a problemas cotidianos. Vemos a un señor de Ohio o a una chica argentina y, gracias a nuestras neuronas espejo, tratamos de imitar la tarea con mayor o menor éxito. Da igual que no les hayamos visto en nuestra vida: entendemos sus gestos, reconocemos sus movimientos y no cuesta nada, salvo a los manazas, copiar el truco. ¿Ocurre lo mismo con monos? Depende.

El aprendizaje social se da con total naturalidad entre primates, pero lo normal es que los sujetos aprendan unos de otros dentro del grupo, observando caras familiares. Frente a sujetos desconocidos, el afán de aprender e imitar se limita de forma notable. En entornos controlados, varios experimentos han logrado que primates de distintas especies imiten comportamientos observados de ejemplares de su especie desconocidos. La pregunta que se planteó un grupo de investigadores de la Universidad de Viena fue si ocurriría lo mismo en monos salvajes, en plena selva, nada acostumbrados a jugar a los experimentos de los humanos.

Por primera vez, Tina Gunhold y su equipo se atrevieron a montar un tutorial de vídeo para titís en la selva de la mata atlántica brasileña. ¿Cómo reaccionarían estos monos al ver un vídeo en el que otro tití desconocido manipula una caja para obtener la fruta guardada en su interior? "No sabíamos cuál sería su actitud. No esperábamos que los titíes salvajes ignoraran los vídeos, pero como era el primer estudio que los utiliza en primates salvajes, no sabíamos cómo iban a reaccionar ante la instalación y las imágenes", explica Gunhold.

Los monos que vieron el vídeo aprendieron a abrir la caja y coger el premio mucho mejor que otros grupos de monos (usados como grupos de control), que no vieron el vídeo y entre los que únicamente un sujeto supo abrir la caja. Al margen de este listo autodidacta, el experimento muestra que los monos que vieron el tutorial fueron capaces de activar su afán de aprendizaje incluso ante un mono desconocido bidimensional que salía en pantalla.

Ciencia más fácil

Los investigadores pusieron la instalación de vídeo ante seis familias de titís salvajes: un portátil que reproducía el vídeo del mono abriendo la caja. Posteriormente, añadieron una caja real frente a la pantalla, para ver si los animales se animaban a interactuar con ella. A los seis grupos de control únicamente se les dejó la caja frente a una foto de otro mono abriéndola. De las seis familias que disfrutaron del tutorial, cinco consiguieron que al menos uno de sus miembros aprendiera el truco. Con uno que aprenda, es suficiente para inculcar el conocimiento en el resto. En concreto, 11 titís aprendieron a abrir la caja según se mostraba en el tutorial.

Tutorial para monos

"Esperábamos diferencias individuales en la atención hacia los vídeos, algo que quedó confirmado. Es decir, algunos sujetos estaban más interesados ​​y atentos, otros menos", continúa Gunhold. La investigadora del departamento de Biología Cognitiva de la Universidad de Viena insiste en que esta demostración facilitará mucho el trabajo de la ciencia en el futuro, al haber probado que los monos pueden aprender por vías artificiales.

"En concreto, el uso de vídeos nos permite utilizar a un sujeto desconocido como modelo, además de controlar el contenido, la exactitud y el número de reproducciones", algo que sería imposible con animales reales, ya que soltar un mono adiestrado en el territorio de un grupo desconocido sería como mandarle a una misión suicida. Para científicos que trabajan en el comportamiento animal, para estudiar sus capacidades cognitivas, poder plantear experimentos tan bien planificados como permite un vídeo puede suponer un salto de calidad que potencie de forma decisiva muchas investigaciones futuras.

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