Desarrollados en el Centro John Innes de Norwich, Inglaterra, estos tomates modificados genéticamente no pueden sin embargo cultivarse en la Unión Europea aunque sea con fines científicos, de modo que sus creadores han tenido que acogerse a la más racional legislación canadiense. Estos días ha terminado la primera cosecha y se enviarán 1.200 litros de zumo de tomate de vuelta a Norfolk para su estudio.
Estos tomates púrpuras incorporan genes de la planta de boca de dragón que les permiten producir un pigmento llamado antocianina que les da ese color. Presente en zarzamoras o arándanos, la antocianina tiene propiedades antioxidantes y anticancerígenas. Los científicos dicen que estos nuevos tomates podrían mejorar el valor nutricional de las comidas. Al margen del color, el sabor es el mismo que el de los tomates rojos.
Además de los beneficios a los consumidores, los productores también tendrían ventajas. Estos tomates aguantan maduros 48 días frente a las tres semanas de los normales, lo que permitiría dejarlos madurar en la planta antes de recogerlos. Dado que cuando se recogen antes pierden sabor, estos tomates podrían, en la práctica, ser más sabrosos.
En declaraciones a la BBC, la profesora Cathie Martin considera "frustrante que hayamos tenido que ir a Canadá para realizar una gran parte del cultivo y procesamiento. Espero que este sea un producto de vanguardia: un transgénico al que la gente pueda acceder y del que pueda beneficiarse". La idea es que pueda empezar a comercializarse en Estados Unidos en dos años.