El embajador ante la Santa Sede en los reinados de Fernando el Católico y Carlos I fue Jerónimo Vich y Vallterra. Las novedades del Renacimiento que este noble conoció en Roma las introdujo hacia 1527 en su palacio gótico de Valencia, transformándolo en uno de los primeros y más puros ejemplos de la arquitectura renacentista en España. Desgraciadamente, como tantos otros edificios históricos, fue demolido en el siglo XIX para construir encima.
Ahora, un equipo de investigadores de las universidades Católica de Murcia, las Politécnicas de Cartagena y Valencia y la Universidad de Murcia han conseguido devolver a la vida a aquel edificio, al menos de forma virtual. El trabajo se publica en el International Journal of Architectural Heritage.
El método consiste en recopilar todos los documentos históricos, literarios y gráficos del monumento, así como la información que aportan los restos arqueológicos. Los aspectos desconocidos se deducen a partir de lo que se sabe de otros edificios similares. Y al final, con todos los datos, se crean infografías en 2D y 3D de las distintas partes del edificio mediante un software de diseño gráfico y animación.
"Esta metodología se puede aplicar a otras arquitecturas desaparecidas para determinar aspectos como las trazas generales del edificio, su imagen o la localización de los elementos que organizan el espacio interior, como patios y escaleras", explica a SINC la autora principal, Mercedes Galiana, de la Universidad Católica San Antonio de Murcia.
En el caso del palacio del Embajador Vich se contó con su expediente de demolición de finales de 1859, con láminas y fotografías antiguas, así como con el afamado plano de Valencia del Padre Tosca. Con esta documentación se determinó su situación exacta en el barrio de San Francesc y sus características arquitectónicas.
En la manzana que ocupaba el palacio en el siglo XVI se levantan hoy dos edificios. Al demoler uno de ellos en 1999 se descubrieron restos arqueológicos que también han servido de referencia para el estudio. Y las estructuras de otros palacios, como los valencianos del Almirante y En Bou o el romano Palma-Baldassini, ayudaron a aplicar el análisis deductivo para ver cómo se transformó de un palacio gótico en otro renacentista.
Además, la importancia artística del patio del palacio favoreció que sus mármoles se hayan conservado hasta nuestros días. Hoy se puede admirar de nuevo el conjunto renacentista de sus columnas clásicas, capiteles, arcos, cornisas y frontones en el Museo de Bellas Artes de Valencia.