Durante más de un siglo la prosperidad de Flix (Tarragona) ha estado ligada a su fábrica de sosa y cloro, pero ahora hay que pagar el coste ambiental. El grupo industrial alemán que la creó en 1897 a orillas del Ebro enseguida la convirtió en un centro químico de referencia y en el orgullo del municipio. A su alrededor creció una comunidad internacional de técnicos, que se entretenían en un casino diseñado a imagen de la estación de Frankfurt, y donde llegó a venir el cónsul de la Alemania nazi. Fueron décadas de bonanza para Flix, aunque dejaron un legado de residuos peligrosos.
La alarma saltó el día de Navidad de 2001 cuando miles de peces aparecieron muertos en el río, envenenados con mercurio. Desde entonces se han sucedido los estudios científicos que confirman la presencia de este y otros metales pesados en el pantano de Flix, además de compuestos organoclorados e incluso radiactivos –por el uranio de la fosforita que se usa como materia prima, junto al agua y la sal–.
Esta contaminación centenaria pone en riesgo la calidad del agua y el entorno natural del Ebro, pero tras años de debates las administraciones públicas se han puesto de acuerdo en 2013 para arrancar por fin un proyecto pionero en la industria mundial que recupere el tramo fluvial.
"Se trata de una iniciativa única porque se van a eliminar los tres contaminantes a la vez: los metales pesados –principalmente el mercurio–, los organoclorados (como los que llevan los pesticidas, el DDT y otros insecticidas) y los radionúclidos, mediante una tecnología que desde España se puede exportar a otras partes contaminadas del mundo", explica a SINC la directora del proyecto, Azahara Peralta, durante una visita a la instalaciones organizada por la AECC y la sociedad estatal Aguas de las Cuencas Mediterráneas S. A. (Acuamed).
Esta empresa pública lidera el proyecto, que cuenta con un presupuesto de 165 millones de euros. La Unión Europea aporta más del 70% de esa cantidad –unos 117 millones–, con la condición de acabar la obra antes de 2016.
Quien de momento no ha pagado nada es la empresa Ercros –la actual propietaria de la fábrica–, que no atraviesa por sus mejores momentos. De los más de 1.500 trabajadores que tenía en los años 60 ha pasado a tener menos de 200, tras el ERE que ha dejado sin empleo a 75 trabajadores hace unos meses. Además, Ercros alega que ha cumplido con la legislación ambiental de cada momento y ha recurrido la única sentencia que le obligaba a costear el 5% de la descontaminación.
En cualquier caso, en marzo comenzaron a retirarse las 1,2 millones de toneladas de vertidos tóxicos que desde la orilla de la fábrica descienden hasta el centro del río. El recinto tóxico se ha rodeado con un muro doble de "tablestacas" de 1,3 km de longitud y con forma de D. Dentro operan equipos de dragado ecológico que recogen diariamente 7.200 m3 de agua y 2.000 T de lodos sin remover excesivamente el fondo.
Como medida de seguridad el recinto está un poco por debajo del nivel del Ebro, para que en caso de fuga la presión siempre empuje al agua hacia dentro. También se han construido siete pozos para abastecimiento de agua a las poblaciones vecinas en caso de emergencia, como en una posible gran riada.
Los residuos se envían a una planta de clasificación, donde se separan según su naturaleza. El agua depurada se devuelve limpia, los gases filtrados se emiten a la atmósfera y los elementos radiactivos –de baja actividad– se gestionan como los restos hospitalarios. Los técnicos pueden controlar en todo momento desde el móvil la evolución de los parámetros físico-químicos.
Residuos del tamaño del Camp Nou
Finalmente los lodos compactados se llevan a un depósito controlado situado a 7 kilómetros. El vertedero ya contiene 260.000 T de las 860.000 previstas, un material que ocupará un volumen similar al del interior del Camp Nou. Cuando se acabe de llenar en 2015, se sellará el depósito y se desmantelarán todas las plantas e instalaciones asociadas a la obra.
"Estamos dentro de plazo", confirma Peralta, quien destaca la importancia de este proyecto para recuperar el río del que se benefician los 800.000 habitantes de la provincia de Tarragona y todo el ecosistema asociado, en especial el delta del Ebro –zona protegida y una de las área de nidificación de aves más importante de Europa– y el entorno del pantano.
Las nutrias que recientemente han vuelto a repoblar la Reserva Natural de Sebes y Meandro de Flix, justo enfrente de la orilla contaminada del Ebro, pronto podrán zumbullirse en busca de peces en un nuevo tramo del río.