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El primer viaje a Marte se hará en 2030

El autor de un libro sobre el planeta rojo asegura que llegar a Marte es el "primer paso" para colonizarlo.

Una recreación hecha con ordenador de la nave que transportó al Curiosity acercándose a Marte. | NASA

El primer viaje tripulado a Marte se producirá en la década de 2030, durará en torno a dos años y medio (contando los catorce meses de ida y vuelta), y se llevará cabo a través de varios lanzamientos espaciales, algunos de ellos incluso años antes de que se proceda al envío de los astronautas.

Así lo afirma Jonatan Peris en su libro ¿Podemos viajar a Marte?, un estudiante de Ingeniería Industrial de la Universidad de Zaragoza, que ha sido elegido por la Mars Society España como uno de los seis tripulantes que participarán en una simulación de viaje al planeta rojo, que se hará en el desierto de Utah, en Estados Unidos en 2015.

Llegar a Marte supondría para la humanidad, según Peris, el "primer paso" para colonizar el planeta y para que el turismo espacial, cada día más cercano, se convierta en una auténtica "realidad". "Parece ciencia ficción, pero es totalmente factible", ha manifestado, en una entrevista con EFE.

Después de haber participado en la simulación que se realizó este año en Los Monegros y dada su devoción por la exploración espacial, Peris ha recogido en un libro cómo sería ese viaje a Marte, los principales problemas y las ventajas que acarrearía.

Se muestra convencido de que el hombre llegará a pisar el planeta rojo en la década de los 30 dado el rápido avance de la tecnología, hasta el punto de que hoy sería posible llevarla a cabo, pero se asumirían "demasiados riesgos".

Por ello, para que este primer viaje tripulado sea todo un éxito, se requiere que se desarrollen todavía más aquellas investigaciones encaminadas a solventar los principales "problemas" de viaje", como las afecciones en los músculos que provoca la falta de gravedad o los riesgos que supone la exposición a la radiación.

"Por ejemplo, se está estudiando implantar una serie de robots a escala nanométrica en el flujo sanguíneo, que serían capaces de detectar una enfermedad antes de su aparición o reparar huesos y músculos, debido a la debilidad adquirida por la falta de gravedad", ha explicado.

La preparación psicológica de los astronautas para afrontar una misión de estas características es otro de los asuntos pendientes, según Peris. Precisamente, es esta cuestión, "más difícil de medir", pero fundamental para el éxito de la misión, la que Peris aborda en su proyecto final de carrera y a la que dedica varias páginas en su libro.

Se debería estudiar con precisión la actividad cerebral y el rendimiento cognitivo del astronauta, ante determinadas situaciones de "no retorno", que pueden provocar un alto nivel de estrés, para poder luego elegir a la tripulación más adecuada, ha destacado.

No obstante, en paralelo a estas investigaciones, el apoyo gubernamental no sólo de un país concreto, sino de distintas naciones, además de la implicación de la iniciativa privada, es decisivo para que esta misión se lleve a cabo.

La llegada del hombre a la Luna en 1969 es un "claro ejemplo", a su juicio, de cómo, con el apoyo de los poderes gubernamentales se pudo llevar a cabo esa misión espacial que, además, fue posible gracias a una tecnología que hoy en día se ha quedado "totalmente obsoleta".

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