¿Quién descubrió el himen?
Desde que el fisiólogo belga Vesalius descubrió el himen, la membrana ha sido objeto de debate hasta nuestros días.
Hasta que Andreas Vesalius (1514-1564) diseccionó a una monja, y el cadáver de una joven jorobada de diecisiete años, la existencia del himen era solo una probabilidad. Al fisiólogo belga le atribuyen el título de "padre de la anatomía moderna", porque fue el primer médico que consideró tarea suya abrir cuerpos para estudiar sus fondos. Hasta entonces, era oficio de barberos sangradores. Sus hallazgos anatómicos fueron muchos, pero el del himen supuso el comienzo de una extravagante practica que ha llegado a nuestros días: comprobar anatómicamente la "virginidad" de una mujer.
El cuerpo de la chica jorobada fue robado del cementerio medieval de Pisa. Vesalius dijo de ella: "examino su útero porque espero que sea virgen, no es probable que alguien la haya querido nunca".
La monja, a quien Vesalius describió como "una mujer de al menos 37 años", había muerto de pleuresía. El cuerpo procedía del Hospital de Santa Maria la Nueva, de Florencia, donde Cosme de Medici, uno de los grandes renacentistas patronos de las artes y las ciencias, tenía suficiente influencia para ceder un cuerpo sin que nadie preguntara demasiado. Entonces se mercadeaba con cadáveres al anochecer, y se trasladaban en barca por el río Arno hasta Pisa.
Vesalius, que dibujaba al detalle todo lo que descubría, nunca lo hizo con el himen. Su fama como hombre de ciencia fue suficiente para garantizar la existencia del velo delator. Publicó su hallazgo algunos años después, en un libro sobre el uso del gingsen para combatir enfermedades venéreas. Después de Vesalius, se inició una alterada discusión médica con el himen de cabecera. Helkiah Crooke fue uno de los más influyentes médicos en el debate.
Crooke declaraba que "el himen era la única prueba real de la virginidad" y en sus textos hacía referencia a la importancia de una prueba delirante para reconocerla: "una mujer es virgen cuando su cuello puede ser rodeado por una cuerda que se extienda desde la punta de su nariz a la base del cráneo".
Los signos para constatar la "virginidad" de la mujer se popularizaron antes de la localización anatómica del himen. Una leyenda medieval decía: "solo una mujer virgen podría atrapar un unicornio. Atraído por el aroma de su orina, la fiera criatura se tendería sobre su regazo". Pero las pruebas que a día de hoy aún se realizan, no son metáforas.
El pasado mes de Agosto, el Ministerio de Educación de Indonesia anuncio que iba a implantar en una zona de la isla de Sumatra pruebas de virginidad a las estudiantes para su admisión en los institutos. Alegaban que se trataba de una medida para evitar "el sexo prematuro". La propuesta aún sigue en curso, y puede aplicarse a partir del próximo año.
"Todas de pie contra la pared, os vamos a hacer la prueba. En esta mano tengo un palo y en esta una pluma; por las buenas o por las malas os vais a hacer la prueba". Así relataba Salwa Hosseini, una joven de 20 años, egipcia, lo que ocurrió en las celdas a las detenidas en la plaza de Tahrir, en Egipto, durante la revolución de 2011. A punto de cumplirse un mes de la caída de Mubarak, los últimos del campamento de Tahrir fueron violentamente desalojados, golpeados y detenidos por la policía militar. Entre las casi 200 personas detenidas, diecisiete eran mujeres. A ellas les esperaba "el palo o la pluma", para probar que su himen permanecía intacto. Amnistía Internacional denunció al gobierno egipcio por aquellas pruebas de virginidad. Egipto lo admitió y dijo que fueron realizadas para refutar posibles reclamaciones de las mujeres de violaciones durante la detención. El "médico" que supuestamente fue el encargado de realizarlas fue absuelto en el único juicio interpuesto por una de las mujeres.
En 2009, organizaciones de defensa de los derechos de las mujeres salieron a protestar en contra de una polémica "prueba de la virginidad" que se había realizado en los estados de Madhya Pradesh y Kerala. Denunciaron que 151 jóvenes habían sido sometidas al test antes de la celebración de su boda.
La infibulación a niñas entre los 2 y los 8 años aún se practica en 28 países africanos, y en España, la prueba de "las tres rosas" sigue siendo una práctica común en las bodas gitanas. No es extraño que tener un himen intacto sea motivo de desvelo para muchas mujeres. La Celestina (1499) "cosía virgos", hoy, los cosen en clínicas de cirugía estética.
Uno de los productos más vendidos en China por internet es un himen artificial. Y no solo los chinos lo compran. Se vende en todo el mundo.
Lo inventó en 1993 Shiro HISAKI en el Centro de Investigaciones Humanos en Kyoto, Japón y hoy se comercializa alrededor del mundo. En algunos países islámicos, venderlo puede ser una razón para la pena de muerte. Se trata de una membrana gelatinosa que desprende un líquido rojo formado por albúmina, se coloca veinte minutos antes de la relación sexual. Una página web en español lo comercializa en verso: "Cualquiera que sea la razón, el himen artificial es la mejor solución…"
500 reconstrucciones de himen en Madrid
Un 80% son de etnia gitana o tienen como religión el islam. El 15% prostitutas de lujo jóvenes que se reconstruyen el himen para aumentar su caché. Y algunas mujeres maduras (5%) para hacer realidad las fantasías sexuales de su pareja o cuando empiezan una nueva relación, a modo de juego erótico. La himenoplastia, reconstrucción del himen, cuesta entre 1000 y 3000 euros.
Que la prueba del himen no sirve para demostrar nada, es algo que los expertos no paran de gritar. Mi ginecólogo lo explica así:
"El himen existe. Pero no siempre está. Es un pliegue de mucosa, piel y tejido fibroso situado en el interior de la vagina (introito vaginal). Pero, tome nota: puede estar ausente desde el nacimiento, puede ser pequeño, delgado e incluso estar roto. También puede ser muy flexible, lo que ocasiona que no se rompa con la penetración (hay casos de prostitutas que lo preservan) e incluso que se regenere. Es una membrana poco vascularizada y, por lo tanto, es poco probable que sangre, aunque se rompa". Numerosos estudios contemporáneos avalan lo dicho. Destaco el que realizaron en la Universidad de San Diego examinando a adolescentes de entre 13 y 19 años. Encontraron que el himen estaba intacto en un 52% de las chicas que reconocían haber tenido relaciones sexuales. Esto significa que un himen intacto no es garantía de que no haya ocurrido penetración vaginal, y viceversa. Lo cierto es que no sería honesto culpar a Andreas Vesalius de todo este sinsentido.
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