Investigadores australianos han descubierto que las plantas podrían no sólo hablar entre ellas, sino también mejorar o empeorar su crecimiento según el compañero que le pongan a echar raíces al lado. Por ejemplo, la albahaca crece mejor junto al chile pero peor junto al hinojo. Esto ocurre incluso cuando se las aísla física, química y visualmente.
El equipo de la doctora Gagliano descubrió hace un tiempo que las plantas pueden emitir sus propios sonidos y responder a frecuencias concretas. Según explican en la investigación, las raíces emiten un sonido durante su crecimiento, una especie de clic, que puede llegar a detectarse utilizando micrófonos láser altamente sensibles. Por desgracia, las pobres plantas aún no pueden saltar del macetero si no les gusta su vecino.