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El misterio de las rocas del Valle de la Muerte

Unas rocas se mueven por el desolado paraje cuando nadie las mira. ¿Qué las empuja?

Una de las rocas con la huella que dejó al moverse. | Flickr/CC/James Gordon

Hay un lugar en la Tierra donde sucede algo muy extraño. Es Racetrack Playa en el Parque Nacional del Valle de la Muerte (Estados Unidos). Allí las rocas se mueven. Enormes bloques de piedra se deslizan sobre el suelo como si alguien, un ser invisible, las empujara. Son muchos los científicos que han estudiado el caso y aunque han conseguido describir con minuciosidad el fenómeno no han dado con una explicación contundente. Tampoco nunca nadie ha visto a las rocas en movimiento.

El Valle de la Muerte es una cuenca desértica situada en la parte más seca, calurosa y baja del sureste de California. Llega a los 86 metros por debajo del nivel del mar. Racetrack Playa está rodeado por un anillo montañoso de casi 5 kilómetros. Es ahí y solo ahí donde las piedras se mueven, explica América Valenzuela en su blog Cóctel de Ciencias.

Las rocas son simples dolomitas procedentes de las montañas circundantes. Muchas se mueven tan rápido como una persona caminando. Otras viajan por parejas de tal manera que dejan un rastro parecido a los surcos de un coche. La mayoría pesan poco, alrededor de 4 kilos, pero otras tantas alcanzan los 15 kilos. Hay una enorme, apodada Karen, que pesa 300 kilos.

Fueron los geólogos Jim McAllister y Allen Agnew los que observaron por primera vez en la década de los 40 del siglo XX las extrañas rocas cuando elaboraban un mapa de la zona. Años más tarde, en 1952, el geólogo Thomas Clement fue hasta el lugar para estudiar el extraño suceso. Cuando emprendió las observaciones una tormenta eléctrica le sorprendió y tuvo que refugiarse. A la mañana siguiente había amainado y salió a investigar. Vio el camino que habían dejado marcado algunas rocas en sus movimientos. La mayoría iban en la dirección del viento, de suroeste a noreste, así que asumió que el fenómeno estaba provocado por el viento que empujaba las rocas sobre el barro húmedo. Sin embargo, no encontró ninguna correlación entre el tamaño de la roca y la longitud de las huellas.

Desde entonces los estudios científicos se han sucedido con conclusiones de lo más variadas. Por eso el fenómeno despierta la suspicacia. De las rocas movedizas se ha dicho de todo. Su movimiento se ha atribuido a extraterrestres, anomalías magnéticas y gravitacionales, corrientes de agua desconocidas o a un sucio truco para atraer turistas.

En 2010 científicos de la NASA hicieron un estudio exhaustivo. Han descartado que las rocas se muevan por efecto de pequeños movimientos sísmicos, por un animal o por un simple efecto de la gravedad, es decir, que estuvieran deslizándose porque el terreno estuviera inclinado. Tampoco han registrado en la zona niveles anormales de radiación o algún campo magnético exagerado.

La conclusión a la que han llegado es que el viento es la fuerza que mueve las rocas sobre el suelo con una fricción mínima. El roce con el suelo disminuye por efecto de una combinación variable de factores, entre los que figuran la humedad, el hielo que a veces se forma por las bajas temperaturas de la noche o las bacterias que crean una capa deslizante en el suelo. Los vientos de hasta 150 kilómetros / hora que arrecian la zona pueden explicar el movimiento de algunas rocas, pero no, por ejemplo, de la pesada Karen. Así que el misterio aún está sin resolver.

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