Si vives en un grupo grande eres más inteligente o, al menos, eso sugieren un equipo de investigadores en antropología de la evolución de la Universidad de Duke (EEUU). Se trata, según los investigadores, del primer trabajo que relaciona el tamaño de un grupo de animales con su grado de inteligencia social, y se publica hoy en la revista PloS ONE.
El experimento consistía en someter a seis especies distintas de lémures, provenientes de grupos sociales de distintos tamaños, a una serie de tareas que ponían a prueba su inteligencia social. Observaron si era más probable que los lémures se lanzaran a robar una pieza de comida a un humano cuando éste no estaba observando. El objetivo era averiguar si las especies que viven en grupos más grandes demuestran mayor habilidad para desenvolverse y gestionar de manera efectiva situaciones sociales complejas.
Esto ampararía la hipótesis de la inteligencia social, postulada por primera vez por Nicholas Humphrey, que argumenta que las capacidades cognitivas de alto nivel de algunos primates fueron estimuladas por la progresiva complicación de las relaciones sociales que se iban estableciendo durante generaciones. Cuanto más compleja se vuelve la red de relaciones, más demandas cognitivas se le exigen al desarrollo de su cerebro.
Demostrar que los lémures que vienen de un grupo de mayor tamaño son más astutos que el resto supondría un argumento más a favor de esta hipótesis, ya amparada por otros estudios que vinculan, por ejemplo, tamaño cerebral y volumen del grupo de convivencia. "Nuestro experimento corrobora las predicciones de la hipótesis de la inteligencia social, que dice que las especies que viven en grupos sociales de mayor tamaño requieren habilidades cognitivas más flexibles para competir con sus congéneres", explica Evan L. MacLean, uno de los investigadores responsables de la investigación de la Universidad de Duke.
El más astuto roba sin que le miren
En el experimento, los lémures eran enfrentados a tres escenarios posibles, en los que tenían la opción de coger una porción de comida situada en un plato bajo la mirada de un humano, o cogerla de otro plato que escapaba del campo visual de una segunda persona.
En el primero de los escenarios, una de las personas miraba de frente el plato mientras que la otra estaba de espaldas; en el segundo, ambos estaban de perfil pero sólo uno alcanzaba a ver el plato con la comida; y en el tercer escenario, uno de los participantes tenía los ojos tapados mientras que el otro tenía cubierta tan sólo la boca.
Los resultados demostraron que el lémur de cola anillada (Lemur catta), procedente de grupos sociales de considerable tamaño, mostraban más astucia que los demás al optar por el plato que no estaba siendo vigilado. Por su lado, el lémur mangosta (Eulemur mongoz), que convive en grupos mucho más reducidos, hacía gala de menos ingenio durante las pruebas, siendo menos sensible a la orientación del humano respecto a la comida. El convivir con un mayor número de individuos ha hecho que los lémures de cola anillada hayan aprendido a manejar los entresijos sociales mejor que sus compañeros procedentes de grupos más pequeños.