Todos hemos utilizado alguna vez la expresión "consúltalo con la almohada" y a todos nos ha pasado: cuando estamos en la cama, a punto de dormirnos, es cuando se nos ocurren las mejores ideas. Por eso hay mucha gente, entre ellos reconocidos artistas e intelectuales, que siempre se acuestan con un bloc de notas sobre la mesilla de noche. Como decía Picasso, "si viene la inspiración que me pille trabajando" (aunque sea con los ojos entrecerrados).
¿Y esto por qué sucede? ¿No podría nuestro cerebro ser más oportuno? En realidad la causa es muy sencilla. Durante el día muchísimos pensamientos pasan por nuestra mente, pero solo somos capaces de atender a una diminuta parte de ellos. La mayoría pululan por nuestro subconsciente y solo unos pocos, no más de dos al mismo tiempo, llegan a pasar al plano consciente. La cosa cambia cuando las luces se apagan y nos tumbamos a descansar. Nuestra cabeza se vacía y los pensamientos fluyen mucho más fácilmente.