Mitos sobre los gatos
Los gatos son fieles compañeros de la humanidad desde hace miles de años. Por ello, hay muchos mitos entorno a ellos. ¿Cuáles son los más famosos?
Los gatos son animales salvajes o domésticos que, ya en el Antiguo Egipto, acompañaban al ser humano. Si bien es cierto que son más peculiares y su comportamiento, en ocasiones, es impredecible. Esto ha hecho crecer los mitos a su alrededor. Algunos de ellos enaltecen las cualidades de los felinos domésticos, como, por ejemplo, decir que tienen 7 o 9 nueve vidas. Pero desafortunadamente hay otras creencias que no favorecen en nada a los mininos.
Como norma general, existen numerosos tabúes y prejuicios en relación a los felinos, incluso más de lo que ya sucede con los perros. Quizás se deba a que pueden ver en la oscuridad, a que no necesitan de sus dueños tanto como los canes o que tienen un ‘aura’ especial.
¿Cuáles son los mitos más comunes sobre los gatos?
- Los gatos siempre caen de pie: Aunque los gatos tienen una extraordinaria capacidad para girar su cuerpo en el aire y aterrizar de pie, esto no siempre sucede. Si la altura es demasiado baja o demasiado alta, el animal puede no tener tiempo suficiente para girar y, como consecuencia, sufrir lesiones graves al caer.
- Los gatos tienen mucho equilibro y no se caen: Es cierto que los gatos caminan a grandes alturas por cornisas pequeñas con gran facilidad, pero lo cierto es que muchas veces se caen. Su curiosidad los hace distraerse y perder el equilibrio.
- Los bigotes son clave para el equilibrio del gato: Los bigotes de un gato son fundamentales para su percepción sensorial y del entorno, pero el equilibrio de un gato no depende únicamente de ellos. De hecho, su agudo sentido de la vista periférica, sistema vestibular y capacidad para ajustar su posición en el aire también contribuyen al equilibrio.
- Los gatos son traicioneros: Este mito probablemente surge de la independencia característica de los gatos. El motivo es que, a diferencia de los perros, los gatos no siempre buscan complacer a los humanos, lo que a veces se malinterpreta como deslealtad. Sin embargo, los gatos forman fuertes lazos afectivos con sus dueños y muestran cariño de maneras sutiles, como ronroneos o acercamientos.
- Los gatos son independientes: De nuevo, otra falsedad. Como prueba, la ansiedad por separación que sufren muchos gatos cuando la familia se va de vacaciones: depresión, pérdida de pelo, de peso y otros síntomas demuestran lo mal que lo pasan cuando no están junto a sus seres queridos.
- Los gatos son ariscos: Habitualmente se tiende a comparar a los gatos con los perros, y la verdad es que la concepción que tienen de la jerarquía es absolutamente distinta. Para un perro, el dueño es el jefe, siempre trata de agradarle y el cariño mutuo es oxígeno para él. Para un gato, sin embargo, el rango es relativo y a veces se siente líder, otras veces deja que lo sea el dueño.
- Los gatos negros traen mala suerte: En muchas culturas, los gatos negros han sido asociados con supersticiones negativas, como la mala suerte o la brujería. No obstante, en otras culturas, como la japonesa, los gatos negros son símbolos de buena fortuna. Este mito ha contribuido injustamente al abandono y discriminación de los gatos de este color.
- A los gatos no les gusta jugar: Esto depende del carácter del gato, de hecho, a algunos gatos no es que les guste jugar, es que no piensan en otra cosa. Pelotas, cuerdas, cajas, lana… cualquier cosa les sirve para pasar un buen un rato.
- Si ronronea, está feliz y tranquilo: No, un ronroneo puede tener muchos más significados, como que tiene hambre o incluso que está enfermo, así que es importante que se identifique adecuadamente qué está queriendo comunicar el gato con este característico sonido.
- Los gatos y gatas esterilizados siempre engordan: Es cierto que muchos tienden a ganar peso después de la esterilización, pero esto no ocurre en todos los casos. Hay que tener en cuenta que normalmente se los opera entre los 6 meses y un año, que es cuando se hacen adultos. En esta etapa la cantidad de alimento que necesitan es menor y además tienden a ponerse más sedentarios. Por ello, para evitar que cojan más peso del necesario, lo mejor es que coma sólo lo recomendado para su peso y edad y que ejercite lo suficiente para mantenerse saludable.
- A los gatos les encanta la leche: Es común relacionar a los gatos con el consumo de leche, porque les suele gustar y porque se considera que es bueno para su salud. Sin embargo, hay que tener en cuenta que cualquier mamífero, incluidas las personas, no tienen el sistema digestivo preparado para procesar la lactosa después del destete. ¿De dónde surge entonces el mito de que a los gatos hay que darles leche? Resulta que antes una botella de leche tenía una capa espesa de crema en la parte superior, que llamaba la atención de los felinos debido al sabor y aroma y se ha quedado el mito de que a los gatos les gusta la leche. Y, les puede gustar pero no hace bien a su sistema digestivo.
- A los gatos no les gusta el agua: Seguro que más de uno se ha dado cuenta de que los gatos pasan una gran parte del día acicalándose con su lengua y saliva, y es por ello que esta pulcritud se ha confundido con el ‘pánico al agua’. Es verdad que no les encanta mojarse, como sucede con la mayoría de los felinos, pero eso no significa que no sean excelentes nadadores si tuviesen que hacerlo.
- Los gatos siempre se asean a sí mismos, no necesitan baños: Los gatos son conocidos por su meticulosa limpieza, pero eso no significa que no necesiten baños ocasionalmente. De hecho, algunos gatos pueden beneficiarse de un baño suave, especialmente si tienen pelo largo o se ensucian. Sin embargo, es importante utilizar productos de limpieza diseñados para gatos y asegurarse de que se sientan seguros durante el proceso.
- Los animales curan sus heridas lamiéndose: La lengua del gato es muy áspera y cuando se lame excesivamente puede causarse escoriaciones en la piel. Por ello, el lamido demasiado meticuloso de una herida puede incluso retrasar la cicatrización. Además la boca de los animales es una fuente de bacterias que puede causar infecciones.
- Los gatos no son tan inteligentes como los perros: La inteligencia de los gatos es diferente de la de los perros. Los gatos son expertos en resolver problemas, aprender rutinas y comunicarse de formas únicas. Su independencia no es falta de inteligencia, sino un reflejo de su naturaleza como cazadores solitarios.
- Los gatos se llevan mal con los perros: Esa rivalidad entre los canes y los gatos es más una invención de las personas que la realidad aunque, por supuesto, todo depende de la personalidad de cada animal. Hay miles de casos en los cuales ambas mascotas duermen juntos, juegan en el jardín o se cuidan uno al otro si están enfermos o son ancianos. Lo que sí es cierto es que si un gato corre delante del perro es probable que active cierta conducta en el canino y lo quiera perseguir, pero de ahí a ser rivales hay una gran diferencia.
- Los gatos no pueden estar con una embarazada: Uno de los mitos sobre los gatos que es oportuno desterrar, porque solo es verdadero en ciertos casos, cuando el animal no está vacunado o está enfermo. La toxoplasmosis es una enfermedad causada por un parásito que se transmite a través de las heces de un gatuno infectado, aunque también está presenten la carne cruda o en las frutas y verduras mal lavadas.
- Las gatas deben parir, al menos una vez en la vida: Quizás pensando que así se les hace un favor, hay quienes todavía creen que las gatas, para ser felices, deben parir por lo menos una vez en la vida. Posiblemente sería bueno si vivieran en un hábitat donde reinara la armonía y se produjera un control natural de la población felina. Pero hoy en día, y dadas las circunstancias, la afirmación inicial es uno de los tantos mitos falsos que pululan por doquier. Para sentirse mejor, una gata no tiene por qué parir, al contrario, vivirá mejor si se esteriliza. El motivo es que con ello se le protege frente a tumores de mama o de útero; se evitan el marcaje en casa, las escapadas en busca de algún macho callejero que pueda dejarla preñada, las infecciones y los maullidos desbocados.
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