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Katy Mikhailova

Snoopy, el tiempo y Martínez Campos

La moda no es un grito de individualidad, sino un mecanismo de autodefensa con el universo.

Fiona Ferrer | Gtres

La eterna infancia aplicada a la vida adulta como inspiración y actitud ante la vida es posible. Fiona Ferrer lo ha vuelto hacer. "Te lo juro por Snoopy", cual declaración de intenciones y como guiño a aquellos noventa (¿quizás 2000?), es uno de los lemas de la colección que ha diseñado la empresaria para Peanuts (que ha parido al perro de Snoopy y que al final no deja de ser un icono de toda una generación, o puede que de dos y de tres).

Y es que el pasado martes, en la azotea del Hotel Bless de Velázquez, Fiona nos ha presentado, a un selecto grupo de amigos y profesionales, los diferentes complementos que hacen que Snoopy cobre vida. Las gabardinas ya están agotadas. Algo tiene el concepto vintage que, cuando bebemos del pasado, nos sentimos más vivos que nunca. Aunque el plátano pegado a la pared por 6 de los grandes quizás caduque.

El tiempo es ese extraño contenedor de emociones y vivencias intangibles que es absolutamente ingobernable. Nadie sabe hacia dónde sopla el viento de las tendencias. Ahora esta temporada se lleva el burgundy (¿de verdad que tenemos una etiqueta para el burdeos de toda la vida?), y, como dice mi amigo Peter Priede, ‘ma chi lo sá’. Quién sabe qué nos deparará 2025 en materia de materia y tejidos. Bueno, sí se sabe. En el laboratorio de Inditex se sabe qué va a llevarse en los próximos meses. La moda en estos tiempos de inteligencia artificial y big data no es más que una industria de datos y colores para unificarnos a todos mientras creemos que somos libres de elegir qué vestir. La moda no es un grito de individualidad, sino un mecanismo de autodefensa con el universo.

Hoy les escribo desde El Puertito de la Calle General Martínez Campos mientras espero a mi amiga Sofía Bono. Nunca me fiaré de esa subespecie de humanos que no comen ostras. A mí me gustan todas. Grandes, pequeñas. Portuguesas. Francesas. Si Juan Manuel de Prada pudiera reescribir ‘Coños’, dado que aquel libro hoy es absolutamente incorrecto, debería hacer una segunda edición para hablar de ostras.

Me encanta esta calle, por cierto, porque, sobre todo, pocos conocen las proezas del General Martínez Campos. Destinado en mi querida Cuba, tuvo que soportar la Guerra de los Diez Años y sembrar como quien dice la paz; y después, en Cataluña, se enfrentó a los carlistas. Martínez Campos era en verdad un hombre, pero no sabía amar a las mujeres, porque antepuso su amor a la patria y su profesión, por delante de la testosterona.

La copa de mi vino va consumiéndose como se va agotando la vida. En un mes -casi- este año ya habrá acabado. No dejo de conocer personas que desean con ansias que se termine este año porque no ha salido "todo lo bien" que hubieran deseado. La felicidad no está adscrita a un calendario, y acabar y empezar una agenda no debería ser motivo para invertir la suerte que trabajamos. Pero como herramienta y terapia puede valer. A mí más que empezar una temporada o un año, me encanta el blanco. Los lienzos en blanco. Una pared en blanco. Una agenda vacía. Una estantería sin libros ni trastos. Un cajón ausente de objetos. El silencio. Y la oscuridad. Todo ello da pie a escribir de nuevo la historia que eliges, que es al final la vida en vida que rediseñas dentro de los límites fortuitos de la casualidad. A mí 2024 me está encantando. Y es que no tengo prisa, ni nadie que me la meta. La prisa, matizo. Porque si algo he aprendido del tiempo es que este vuela, pero nosotros debemos correr más rápido.

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