Hay algo de felicidad en la gordura cuando esta es a consecuencia de los excesos en la alimentación de manera voluntaria. Me explico: hay gente a la que le gusta comer, no le gusta pasar hambre ni ayunar por muy de moda que esté, y detesta practicar deporte. Si no gozan de una genética envidiable, engordan. Si llueve, te mojas. Si hay fuego y lo tocas, te quemas. Si comes, engordas. ¡Me he quedado calva! Si estar gordo no supone un malestar emocional (ni se convierte en un problema de salud, que es lo más importante y de lo que nos olvidamos), hablamos de gorditos, gorditas y gordites felices. Cuando esto le deprime a uno, por contra, hay un problema, y ante el problema debe haber una solución: cuidarse.
Galisport Happiness Club, con más de 12.000 metros cuadrados en Sevilla para cuidar nuestros cuerpos (o los de los sevillanos), ha lanzado la ‘Operación Feria’. Con un post en Instagram, escribían esta semana: "Tras dos años de espera, los sevillanos volvemos a tener la ilusión de pisar el albero y disfrutar de nuestra feria. ¿Estás preparado? ¿Te entra tu traje de flamenco o tu traje de chaqueta? Si no es así, ¡aún estás a tiempo!". A raíz de este mensaje, cientos de usuarios han entrado en cólera alegando que les parece una ‘vergüenza’ esta campaña que incita a la hiperdelgadez y a seguir unos cánones impuestos que traen consigo los trastornos alimenticios y otras enfermedades. Entre ellos, incluso influencers como Violeta Mangriñán, a la que guardo un cariño inmenso pero con la que discrepo en esta ocasión, ha solicitado que borraran, cito textualmente, ‘esta campaña de mierda’.
He tratado de empatizar con los usuarios, pero por más que leo el mensaje del club no entiendo la razón de la polémica. El complejo deportivo insta a que si uno no está contento con su cuerpo, que acuda ahí a ponerse en forma. ¿Qué problema tenemos? Es como si nos enfadáramos por cada eslogan de gimnasio que después de las Navidades nos anima a adelgazar después de los excesos cometidos en estas fechas. O si exigimos la retirada de miles de campañas en todo el mundo que menciona la famosa ‘operación bikini’. ¡Ah! Operación bikini sí, ayuno intermitente también, pero Feria de Abril no. ¿Qué, diantres, no está pasando?
El lunes asistí a la Clínica Nordetia, y tienen un escáner novedoso en donde te crean un avatar para ver cómo evoluciona el cuerpo de uno. Vale que la sensación de desnudarse completamente y girar sobre una superficie no ha sido lo más agradable, pero he conocido de primera mano diferentes tratamientos para reducir la grasa y cuidarse más. Es fabuloso cuidarse. Es positivo. Para el cuerpo de uno y para la economía. Todo esto genera riqueza. Los gimnasios. Los centros de belleza…
Leía el otro día un divertido meme en cuyo titular ponía "la bicicleta es la muerte lenta de nuestro planeta". "La bicicleta es la muerte lenta de nuestro planeta. Un ciclista es un desastre para la economía del país: no compra coches ni pide dinero prestado para comprar. No compra combustible, no paga para someter el auto al mantenimiento y reparación (…)". Bueno. En fin. Esto es humor. Pero hasta cierto punto es cierto, valga la redundancia. Estamos en un sistema en el que dejar de consumir es un problema para la economía, y los miles de gimnasios y centros de belleza son imprescindibles.
¿Entonces? ¿Qué problema hay en que uno si engorda quiera adelgazar, y una empresa de entrenamiento deportivo recuerde que se acerca la Feria de Abril? Sorprende que estos comentarios salgan de personas que entrenan a diario, que comunican lo que comen para servir de ejemplo y que con su delgadez predican con ejemplo. ¿Y ellos -elles- son los ‘ofendendidites’?
Hagamos como Bea Fanjul y enfrentámonos a la realidad y a los complejos. Seamos naturales y desenfadados. Aprendamos a contar qué no nos gusta de nuestra imagen, y pongamos remedio a ello. Venga, arranco yo: me he operado la nariz. Más: no me gusta la celulitis que tengo. La diputada popular esta semana se ha operado las orejas. ¿Quién da más? La vida sigue. Tenemos una imagen real y otra aspiracional. ¿Es malo fusionar ambas?
Si una engorda y no le vale el traje de flamenca, tiene tres opciones: No ir. Comprarse un nuevo traje. Adelgazar. También vale acudir con el chándal del Betis… quizás esto sea más democrático.