La belleza del lenguaje, aún antes de ser "lenguaja inclusiva", es que se llene de oximorones o sencillas paradojas contradictorias. Y si se materializan en moda y un estilo de vida, más. Por ejemplo, nueva-normalidad es una clara ironía para el sentido común, pues la normalidad no puede ser nunca nueva. Brownie es un escupitajo a la dignidad culinaria, porque, ¿a quién se le ocurre hacer un postre que mezcle el frío con calor, siendo un bizcocho de los de toda la vida, pero bañado en chocolate? Marcarse "un Etó" diciendo "pido perdón a quien se haya podido sentir ofendido" después escupir en el plato que le dio de comer al insultar al Real Madrid, otro caso; Así podemos convivir mucho tiempo, pensando y reconociendo ironías de la vida convertidas en versos, en titulares, en refranes. Cúentenme ustedes cuál es su paradoja favorita, porque yo, la mía, ya la he encontrado.
Socialismo-caviar o Socialismo Caviar. Lo mismo, pero no. Lo primero, ustedes lo conocen mejor que yo: podría ser una fiel metáfora de Pedro Sánchez o Pablo Iglesias. Como saben, es una expresión que, como me cuenta mi fiel mentor Bertie Espinosa, ha sido muy sonada en los 80 y 90. Ser socialista pero comer caviar, me recuerda al chocolate del loro, porque le quitaban los burgueses el chocolate al loro cuando se acercaban tiempos de vacas flacas, aun sin estar el pescado vendido del todo. Podemos comprar Socialismo Caviar como filosofía de vida y también como moda, y llevarla.
Gobernada por dos jóvenes millennials alternativos, Diego Grimaldi y Alejandra Fernández Nin, ha nacido hace dos meses una marca bautizada como Socialismo Caviar. Hartos de las víctimas de la moda, llegan para quedarse. Nos aburre que todos vistamos de la misma manera, que compremos el mismo outfit en Zara o Mango, y que el actual lujo apeste.
La semana pasada El País Semanal les dedicaba nada menos que un reportaje de 6 páginas, ¡y en papel! Y es que, aunque el éxito les persiga, ellos corren más rápido (vuelan) y el Grupo Prisa, con paciencia, lo sabe. Vísteme deprisa y vivamos más lento, saboreando el olor de la tinta del papel recién salido de la imprenta. Imagínense lo válidos que son para que la cabecera les dedique tal espacio. Porque el lujo no entiende de tiempo, sólo de caprichos. Y si hablamos de moda, tiempo, lujo y capricho, y si añadimos sostenibilidad, comprendemos de qué va esta marca. De qué van, en general, Diego y Alejandra: dos seres con exquisito gusto y algo de tiempo libre. Lo segundo, sin ninguna acritud: tiempo es lo que se necesita para crear y vomitar arte. Y es que la esencia de la marca es que ponen a la venta ropa y complementos de marcas de lujo vintage.
Aunque esto de vender moda vintage no sea nada nuevo, Socialismo Caviar y sus protagonistas van un paso más allá de esta idea de reciclar el lujo. Democracia y Elitismo es todo una declaración de intenciones de entender que todo y nada es lo mismo, que el Socialismo y el Caviar vuelve a maridar, que blanco y negro aburre, que blanco sobre negro es Tippex, que los lunares vuelven para quedarse (este 2022 vuelve la Feria de Abril) y que la purpurina no sólo es para la Nochevieja. Cuales prescriptores y anti-influencers (porque al menos tienen algo que decir de la moda, y huyen del spameo ‘black friday’ tan criticado estos días a las influ-nadas), están consiguiendo recrear todo un movimiento a partir de la idea de que todo es todo, y la mediocridad no comprenderá este movimiento ético-estético. No puede haber mejor economía circular que invertir en productos de calidad ya fabricados de antaño, que, además, pasan a ser auténticas leyendas materializadas en tejidos