El turista ‘guiri’ de los calcetines blancos con sandalias es una especie en extinción, aunque este mes de abril Harpers Bazaar España se haya molestado en sacar esta tendencia (hay página completa por sandalia con calcetín... así se las gastan. ¡Toda mi admiración!). La oda al horterismo desde la elegancia es, además de una paradoja, otra forma de reinventar la industria. Más allá de este pequeño detalle, desde que en Madrid tenemos playa, ya nada vuelve a ser lo mismo. Y, mientras una parte de la jet set se refugia en Tulum, Dubai o Punta Cana, hay quienes llevamos la procesión en silencio. Y si no, que nos lo digan a todos aquellos que hemos sustituido el culebrón-Carbonillas por el drama de la Rociito. Yo sí te creo, pero ya tres domingos seguidos (mañana será el tercero) con el traje fucsia es demasié. Me pregunto si acaso ‘cantaría’ mucho que hubiera combinado otros outfits (en los ‘corta-pega’ se notaría el ‘cambiazo’). Lo que está claro es que estamos ante el sorpasso de la prensa rosa más magistral y radical: Antonio David, de víctima a verdugo. Y fíjense que la hija de Rocío Jurado escogió el rosa, un rosa chillón para ser exactos, porque el morado iba a ser muy evidente, 'muy podemos y se pudo'. Está claro que la cosa va de cantantes y ‘cantantas’ (esto último, por si me leyera Irene Montero).
Fuera bromas e ironías, pues es un tema serio: lo que me tranquiliza de esta esta historia televisada es que se han duplicado las llamadas al 016, por lo que, algo bueno tiene que traer este juicio popular. Esto, y para recordar la homofobia de Antonio David en Crónicas Marcianas en donde las perlas que deja para la posteridad son dignas de que le despidieran de Mediaset desde hace ya mucho.
Por si fuera poco, a más de uno le ha podido distraer esta atípica Semana Santa un documental sobre las influencers en Amazon Prime que prometían estrenar esta semana, en colaboración con la revista ¡Hola!. De profesión: influencer, titula. No parece que haya dedicado mucho tiempo para dar un título original. Pero, sí, los influencers, esa extraña especie que vive de contar su vida a través de la red y de ‘influir’ a medio mundo en materia de moda y estilo de vida. Cual burbuja cuyo estallido no se sabe bien cuándo ocurrirá, aunque haya muchos que los deseen, he de reconocerles que no he visto el documental, pero apunta a que no aporta nada novedoso y no cuenta nada original y que no se sepa ya. Que si cobran 10.000 euros por un post, por ejemplo; o que si es muy duro tener que contratar solo lo ‘bonito’... (visto el trailer, visto el docu). lejos queda esta obra audiovisual de otras joyas de la moda que hay en Netflix. Por ejemplo, y, aunque nada reciente, a petición de mi querido y fiel compañero el periodista Bertie Espinosa Grau, disfruté como una niña el documental de Franca Sozzani y los polémicos editoriales de moda en la época en la que dirigía Vogue Italia: desde retratar la violencia de género de una manera absolutamente frívola, hasta el derrame del petróleo de 2010 usando este tema para recrear historias en la moda. La polémica siempre estaba servida, y en bandejas de Lacroix.
¡Y ni tan mal! Si la moda es un vehículo de comunicación, ¿por qué no narrar la realidad? ¿Por qué solo transmitir sueños pintados de rosa y no contar la otra cara de la vida? Franca era un genio, y, con su muerte, apuntan los analistas, Vogue Italia no volvió a ser la misma cabecera transgresora. Un fenómeno que refleja que Occidente sufre una triste decadencia por falta de ideas y de libertad. Venden más los Pombos y las pompas, las lentejuelas y las sonrisas, que la moda transgresora y la fotografía con causa.
Pero no se preocupen: siempre nos quedará Madrid para los Isabelinos. Yo estoy viendo a ver qué conjunto ponerme, para agradecer el regalo que nos han hecho desde TVE: del burka por amor, pasamos a un bikini por amor a la que, desde esta semana, (podemos confirmar) que es la mejor ciudad del mundo. (Nos faltaba la playa…). ¡Feliz sábado!