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Katy Mikhailova

¡Por fin he ido a un Zara!

Zara ha vuelto tras el coronavirus con colas interminables para los probadores.

Colas en Zara | Cordon Press

El martes pasado me dejé seducir por el misterio de descubrir qué había cambiado en la marca de moda más demandada por el mundo. Y, aunque la apariencia era la misma, la esencia no: las colas para el probador eran interminables. Resulta que han limitado los probadores a una planta, en algún caso a dos (según la hora).

Por otro lado, ya no te dan el clásico objeto que "recuerda" con cuántas prendas entra una a probarse las cosas, por eso de evitar hurtos. De hecho: en mi caso ni me preguntaron el número de piezas que llevaba. Supongo que lo primero es para evitar que toquemos más de la cuenta y este objeto pueda ser un transmisor de Covid 19. Y lo segundo, quizás haya sido un hecho casual.

El personal limpia el suelo cada vez que entra y sale una del probador. Y uno de los requisitos cuando una se prueba ropa es que la devuelva "del derecho". Entre su mascarilla (negra con el logo de Zara), mi mascarilla, la música y las prisas, yo no comprendía muy bien qué me decía el chico del probador; yo oía "de derechas, de derechas" y me sentía más Cayetana incluso. Luego comprendí que la ropa no debía ser devuelta del revés, supongo que por agilizar los tiempos, cosa que no viene de más. Hay que ser respetuoso con lo que uno se prueba, se lo lleve o no. Lo que no sé es cómo desinfectarán después la ropa: pero prefiero no pensarlo.

Mi experiencia en ‘el Zara’ pasaba por tener que aplicarme gel hidroalcohólico cada vez que entraba y salía de los probadores, aun con 6 prendas (por decir una cifra) de tela en mano, lo que suponía que sin querer tuviera que terminar manchando alguna que otra pieza con dicha sustancia. Y la duda es, mientras catamos los tejidos o toqueteamos un tacón, si no deberíamos también llevar guantes.

Ahora, para comprar moda en tiendas similares se necesita más tiempo, más ganas, más paciencia y más dinero (porque, después del confinamiento, todo nos resulta psicológicamente más caro) y más espacio. También de paciencia se tendrá que armar el personal de estos negocios, ya que si yo me agobio por estar varias horas con la mascarilla, ni quiero imaginarme lo duro que debe de ser estar casi de sol a sol con este (ya) complemento.

No lo tomen con ironía, es un mero análisis de lo que significa adentrarse en una tienda de moda de bajo-medio precio. Es, sin duda alguna, lo que hay, lo que toca. Aun sin estar muy segura, decidí llevarme el pantalón y la blusa por dos razones: por justificar una hora casi en ‘el Zara’ de Serrano; y por aportar "algo", aunque sea muy insignificante. Ya que, si todos nos ponemos en modo "¡qué-pereza-ir-de-compras!", esto sólo va a ir a peor. En la medida en lo que podamos, hemos de salir y consumir para reactivar la economía. Siempre con seguridad y precaución, eso sí.

El 57% de los consumidores, según Deloitte, ahora prefieren consumir ‘moda local’ (o moda confeccionada en su región), a lo que se le suma los que piensan que la sostenibilidad pasa por reciclar la ropa. Siguiendo ambos barómetros, nos vamos a la miseria directos.

Al menos, Milán ha anunciado que habrá desfiles en septiembre (si nada se tuerce). Ahora ya hablan de las modelo 3D, y es que Matrix parece ser que se cuela en la industria. Lo que podría hacer creer que las modelos de carne y hueso pierdan por un tiempo su trabajo. Para lo que no estamos aun preparados es para los probadores virtuales. Para todo lo demás, las app del móvil para este tipo de compras son casi más rápidas y efectivas. Les seguiré informando desde la playa: a ver qué modas y modos nos deparará julio.

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