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Katy Mikhailova

De Marypaz a Maryguerra

Mientras el zapato femenino low cost ha evolucionado para bien, el de caballero versión precio-democrático sigue siendo un auténtico fracaso.

Mientras el zapato femenino low cost ha evolucionado para bien, el de caballero versión precio-democrático sigue siendo un auténtico fracaso.
Una campaña de Marypaz | Cordon Press

En qué momento Marypaz ha anunciado que ha entrado en liquidación y puede dejar de vender de forma inminente y yo ni me he dado cuenta. Siempre he sido defensora de los zapatos baratos para las mujeres, sobre todo los baratos de "ahora" (no los de hace 20 años que te destrozaban los pies y eran feos de narices -o de tacones-), porque, como acuñaba aquel titular mío de hace 4 ó 5 años para este mismo espacio, la mierda se pisa igual. Y lo cierto es que, leyéndola ahora, no ha quedado nada obsoleta aquella columna mía.

Tengo unos zapatos de Versace en mi vestidor a los que miro cada día con mucho cariño pero con una pena tremenda. No sé ni cómo ni cuándo ponérmelos. Son duros hasta decir basta. Incómodos. El único uso que le hemos dado fue durante una sesión de fotos en homenaje a Gianni Versace con mi hermana. Zapatos de foto. Zapatos de postureo.

Sin embargo, es muy curioso apreciar que, mientras el zapato femenino low cost ha evolucionado para bien (con estilo, inteligencia y a precios asequibles), el zapato de caballero versión precio-democrático sigue siendo un auténtico fracaso. Ahí sí que merece la pena pagar más. Los zapatos de hombre, buenos y que perduren, son caros. Y de eso sabe mucho José María Galiacho que la semana pasada presentó su segundo libro, ‘La Enciclopedia del Buen Vestir’, tras el exitoso ‘El Manual del Perfecto Caballero’, en donde enseña y recuerda que la fórmula de "mocasines + traje" no funciona.

Ha llegado un punto en mi vida en el que ya me dan igual los zapatos: mi única inversión importante se la sigo dedicando a los bolsos y a las cremas. Y para todo lo demás, además de Inditex, también me funciona (me funcionaba) Marypaz. Así que leer titulares del tipo de "Marypaz, a punto de echar el cierre" me genera tristeza y rabia, e incomprensión.

Lamentablemente estamos ante el segundo concurso de acreedores de la firma, y, aunque con más de 200 tiendas en toda España, la pregunta que nos hacemos es la de qué habrán hecho mal para pasar de tenerlo todo a no tener nada. Recordemos el fondo catalán que ya rescató la compañía en 2016, Black Toro Capital, inyectando 30 millones de euros a la empresa sevillana que tiene un recorrido histórico que alcanza 45 años democratizando los pies de las mujeres y que incluso ha aterrizado en países como Portugal, Francia, Marruecos, Túnez y Malta. El incumplimiento del pacto entre Marypaz y el fondo, y al no haber podido amortizar la deuda (ya que ha concluido el ejercicio pasado unas discretas y tristes ventas que apenas alcanzan los 70 millones de euros), obliga a la empresa a la liquidación y a echar el cierre de multitud puntos de tiendas físicas, dejando en la calle a más de 100 trabajadores. De la paz a la guerra, y un casi adiós a esos 45 años democratizando los pies de las españolas, es un duro golpe a la industria del calzado nacional, guste o no la marca.

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