Lo de los espontáneos en un desfile de moda es casi tan inusual en la industria que son noticia. A nadie le interesa qué propone Chanel: todos se preguntan quién (¡carajo!) habrá sido la señora aquella a la que tacones no le faltaron para colarse en pleno show.
Cuando de pequeña me llevaban al Bernabéu, siempre me llamaba tremendamente la atención la impronta de aquellos hombres y mujeres sentados de espaldas al partido. Aquello me parecía una crueldad equiparable a la de ir a cenar a un restaurante indio estando a dieta o un aire acondicionado estropeado en plena ola de calor.
A veces ni una media de 20 profesionales vigilando un partido han podido llegar a retener a todos los "espontáneos" (la mayoría siempre hombres) que han saltado al campo para fotografiarse o abrazar a su futbolista preferido. Pero en el fútbol esto no es noticia. Que ocurra en la moda es un tema aparte: mujer, de mediana estatura, de mediana edad, vestida de traje de tweed (seguramente de Chanel), con cierta elegancia particular, se incorpora al podium como quien no quiere la cosa, y durante casi un minuto desfila como otra modelo más (con menos gracia y más inestabilidad). Por momentos los asistentes creían que aquello formaba parte del show (ya que cada vez hay que innovar más). Pero la realidad supera la ficción, y probablemente aquella señora haya podido cumplir el sueño de desfilar para una de las marca de lujo más importantes de la industria en uno de los desfiles más seguidos por el mundo entero.
Lo que es aparentar, y a lo grande, es llevar AirPods que no tienen ninguna utilidad más allá que la de decorar. No tienen ni bluetooth ni ningún otro sistema electrónico interno. Y si no, que se lo cuenten a Asos, que han sacado unos auriculares idénticos a los del iPhone, pero sin cargador ni funcionalidad alguna. Aunque el diseño en sí se aleje (sutilmente) del estilo de los auriculares inalámbricos de Apple para evitar cualquier demanda en los tribunales por plagio, el producto en sí, que responde al original nombre de "auriculares", no alcanza los 10 euros y promete ser la tendencia del otoño. Podríamos estar ante una declaración de intenciones que ayuda a fingir al ente que los porte cierta relevancia intelectual. Aunque, pensándolo bien (y acordándome)... los AirPods no sólo sirven para cerrar negocios en Houston sino también para escuchar a Maluma.
Hablando del rey del reguetón, ahora resulta de la firma de lujo Bulgari ha sucumbido a los encantos y la estética de ‘nuevo rico’ del colombiano autor de ‘Felices los 4’ (cual oda a la infidelidad relativizada). La prensa de moda titula cosas tan incómodas como lo de "el mito de la alta joyería da su bendición a Maluma", ya que en el videoclip el cantante aparece con piezas de alto valor de la firma italiana. ¡Qué pena! Es el título de la canción arropada por la marca, aunque podría ser una fiel metáfora de la pena que me da ver que la alta joyería eleve el ‘quiero y puedo’ de ciertos "artistas" de quita y pon. La esperanza que nos queda es que las joyas se las haya comprado él mismo… lo que deja en evidencia, una vez más, la relación directa entre entre la opulencia, el reguetón y las ganas de aparentar un alto poder adquisitivo (algo muy en la línea con. mi análisis de Isa P la semana pasada en ‘trepa, trapo, trap"): carencias emocionales- abundancias materiales. ¡No falla!
Supongo que habrá casos (y me tiro piedras contra mi propio tejado, algo en lo que soy ya una experta) en los que es mejor llevar los AirPods decorativos para simular la sordera e igualarse, así, con la crisis de valores que caracteriza este mundillo. Hay veces que es mejor ni oír.