"Se exigen buena presencia y don de gentes". Estos conceptos suelen repetirse en las ofertas de trabajo vinculadas al sector del comercio. Pueden variar las palabras, en lugar de "don de gentes" se puede hablar de fluidez en la comunicación o de buen trato con el público, pero en el fondo es lo mismo: se trata de ser amables con los clientes y de causar buena impresión.
Detrás de esos requisitos indispensables está la necesidad de establecer vínculos con el cliente que acaben en una transacción comercial. El objetivo es vender, y en ese juego de intereses tiene un rol primordial la imagen. El aspecto físico vende, y es tan importante como el producto en sí o la marca que está detrás.
Y cuando hablamos de "buena presencia" o de "aspecto impecable", ¿a qué nos referimos exactamente? Hablamos de ese conjunto de elementos que hacen que una persona resulte agradable a la vista, y van desde las prendas de vestir hasta el peinado y la higiene.
La importancia del vestir
La buena presencia empieza por el vestir. La ropa, ya sea un uniforme o una indumentaria personal, ha de presentar siempre un aspecto impecable y eso pasa por el uso de un detergente de calidad. Una prenda mal lavada se detecta al instante y siempre va a causar mala impresión.
Luego está el planchado; un empleado con la camisa o el pantalón arrugados da sensación de dejadez, y eso redunda negativamente en la imagen de marca. Y otro aspecto no menos importante es el calzado. De nada vale una vestimenta perfecta si se acompaña de unos zapatos sucios o rotos. Y no vale la excusa de estar detrás de un mostrador; en cualquier momento el empleado puede tener que levantarse y se va a descubrir el pastel.
Higiene, peluquería y maquillaje
Junto a la corrección en el vestir, se exige también un esmero especial en la higiene. Y eso pasa por lucir un cabello limpio y bien peinado, unas uñas bien cuidadas, aunque sean cortas, y, por supuesto, un buen olor corporal.
Otro elemento añadido puede ser el maquillaje. En determinados sectores, en especial los vinculados con la industria de la belleza, se va a exigir al personal femenino que se maquille. Se trata de predicar con el ejemplo porque, ¿se pueden vender cosméticos luciendo un aspecto desaliñado y poco atractivo? Rotundamente, no.
¿Pueden las empresas exigir buena presencia?
Por supuesto que sí. Los trabajadores son imagen de marca y dentro de las políticas de empresa pueden incluirse cláusulas que hablen específicamente del tema. Cuando una compañía basa su negocio en el trato directo con el cliente, puede exigir a sus empleados una corrección y pulcritud; y no solo en el vestir, también en las formas.
A priori, este aspecto podría entrar en contradicción con el derecho del trabajador a la propia imagen, pero la jurisprudencia se ha puesto de lado de las empresas. El artículo 38 de la Constitución habla del derecho de las empresas a definir sus propias normas dentro de la ley; por su parte, el Estatuto de los Trabajadores recoge en el artículo 5 el deber de empleado a cumplir con las directrices de empresa, así que no queda lugar a dudas: si una empresa impone reglas de vestimenta, el empleado no puede hacer otra cosa que acatarlas.